Experiencia pastoral en Italia de separados fieles al matrimonio

«Casi una vocación dentro de la vocación matrimonial», define el obispo auxiliar

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PALERMO, miércoles, 8 junio 2005 (ZENIT.org).- «Reconstrucción de la persona que vive de forma aguda el sufrimiento del repudio, el perdón del cónyuge y la renovación del “sí” matrimonial a Dios»: son las etapas del camino espiritual que recorren en la archidiócesis italiana de Palermo un grupo de personas separadas que permanecen fieles al vínculo matrimonial.

La Comisión diocesana para la pastoral de la familia se encarga de dar seguimiento a estos fieles separados –que no han iniciado otra convivencia— que buscan de un camino espiritual que tenga en cuenta la fidelidad a la indisolubilidad matrimonial y al sacramento que un día recibieron.

Se trata del grupo Santa María de Caná, coordinado por Maria Pia Campanella, que en la citada Comisión diocesana organizó el domingo pasado una jornada de reflexión y de oración –de la que se hizo eco el diario «Avvenire»— que finalizó con la Eucaristía y la «renovación del sí».

«Aunque la pareja viva separada, la indisolubilidad da al cónyuge fiel la gracia necesaria para continuar cumpliendo la misión del matrimonio: la santificación del cónyuge y la propia», explicó el director del Centro diocesano de pastoral familiar, Pasquale Chiancone.

Fue un camino deseado por Maria Pia Campanella, quien en los últimos años ha viajado por Italia y en algunas ocasiones fuera del país a fin de conocer lo que la Iglesia propone a los separados que no tienen intención de iniciar otro vínculo de pareja.

«Estoy casada desde 1968 y vivo separada de mi marido desde 1990 –cuenta la señora Campanella, de 62 años, docente jubilada con tres hijos adultos–. A pesar del gran dolor, entendí inmediatamente que no intentaría “rehacer mi vida”, como se dice. Sin embargo buscaba el sentido de mi sufrimiento».

«Lo que verdaderamente me ha sostenido es la frecuencia cotidiana en la Eucaristía, la Palabra de Dios leída cada día y la oración personal que elevaba a Dios desde mi corazón herido –reconoce–. A esto añadía la lectura de los documentos de la Iglesia sobre el matrimonio, intentando comprender qué sentido tenía la indisolubilidad en la separación conyugal».

Buscando un itinerario específico, la señora Campanella percibió que casi nunca los grupos de pastoral para los separados se orientaban a quien no se hubiera vuelto a casar, casi nunca ofrecen meditaciones sobre el sacramento del matrimonio.

«Del tema se habla siempre con incomodidad», observa. De aquí la elección, guiada por el obispo auxiliar de Palermo, monseñor Salvatore Di Cristina, de poner en marcha un grupo de cónyuges fieles al sacramento del matrimonio.

«El grupo no se reúne sólo para orar, sino que intenta valorar el matrimonio-sacramento y profundizar en el sentido de la indisolubilidad en la situación de separación conyugal», explica Maria Pia Campanella.

«Las etapas del camino son la reconstrucción de la persona que vive de forma aguda el sufrimiento del repudio, el perdón del cónyuge y la renovación del “sí” matrimonial a Dios. La herida está, pero es importante que no se convierta en plaga o en gangrena», explica.

Da seguimiento al grupo monseñor Di Cristina, quien confirma: «Hay que ayudar a estas personas e introducirlas en la vida comunitaria. Es interesante este camino de espiritualidad, para que quienes forman parte de él puedan apoyarse mutuamente en el consuelo. La suya es una comunión de esperanza, casi una vocación dentro de la vocación matrimonial. Es la demostración de que el sacramento del matrimonio es duradero, porque refleja la fidelidad de Dios, quien no se arrepiente jamás del amor que da».

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ZENIT Staff

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