Experto en bioética: Florida no ha sabido defender la vida de Terri Schiavo

Gonzalo Miranda comenta la sentencia de la Corte Suprema de ese Estado

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TALLAHASSEE/ROMA, jueves, 23 septiembre 2004 (ZENIT.org).- Un experto en bioética ha expresado su preocupación al constatar que la Corte Suprema de Florida no ha sido capaz de defender la vida de una mujer inconsciente desde hace catorce años, Terri Schiavo, ante la insistencia de su marido por dejarla morir.

Este jueves, el Tribunal sentenció que es inconstitucional la ley (conocida como «Ley Terri») firmada por el gobernador de ese Estado, Jeb Bush, que ordenó la reinserción de una sonda para alimentar a la señora Schiavo, en vez de que muriera por falta de alimentación como exigía el esposo.

La Corte ha acogido el recurso del abogado del esposo de Schiavo, Michael, quien consideró que es inconstitucional esa ley, aprobada por la Asamblea Legislativa y vigente durante tan sólo quince días.

Los siete jueces de la Corte Suprema del Estado han sentenciado que la «Ley Terri», promulgada en octubre de 2003, supone una violación de la separación de poderes judicial, legislativo y ejecutivo y que los legisladores de Florida delegaron poderes de manera impropia al gobernador.

«Reconocemos que las trágicas circunstancias que subyacen en este caso hacen difícil armonizar las emociones con la cuestión legal presentada», escribió la juez Barbara Pariente, al hacer pública la sentencia.

«No somos insensibles a la batalla que todos los miembros de la familia de Theresa han emprendido desde que cayó inconsciente en 1990. De todos modos, somos una nación de derecho y tenemos que gobernar nuestras decisiones por la ley del derecho y no por nuestras propias emociones».

Terri Schiavo, de cuarenta años, sufrió graves daños cerebrales en 1990 cuando su corazón cesó de latir a raíz de un problema alimenticio.

Schiavo puede respirar por sí misma pero depende de una sonda para alimentarse y sobrevivir. Su esposo sostiene que no habría querido que la mantuvieran viva en este modo y pide que se le prive de alimentación para que muera.

Pero sus padres, Bob y Mary Schindler, han refutado esta propuesta y alegan que su hija podría recuperar sus facultades.

«No puedo entrar en los aspectos técnicos de la sentencia. No sé si es correcta desde el punto de vista estrictamente técnico-jurídico. Pero es muy triste y preocupante que se pueda provocar la muerte de una persona indefensa por un problema técnico y que el sistema jurídico no sea capaz de defender la vida de Terri Schiavo», considera Gonzalo Miranda, LC, decano de la Facultad de Bioética del Ateneo «Regina Apostolorum» de Roma.

«Suponiendo que la sentencia sea técnicamente correcta, me parece que la contraposición presentada por la Jueza Barbara Pariente es gravemente inexacta: el problema no está en elegir entre «las emociones y las reglas», sino entre la defensa de una vida humana y las reglas».

«Es evidente que las reglas escritas no pueden contemplar todos y cada uno de los casos concretos que pueden presentarse –reconoce el experto que ha representado a la Iglesia católica en cuestiones de bioética ante la UNESCO–. La interpretación de las reglas no sólo es necesaria, es inevitable».

«Y en el caso de una grave urgencia, como presentaba la situación de la señora Schiavo cuando se promulgó la «Terris’s Law», habría que saber interpretar y aplicar las reglas a favor de la protección de su vida, quizás con una medida legal del todo excepcional y temporal (de forma que no se pudiera utilizar abusivamente como precedente para alterar el orden jurídico y constitucional establecido)».

«Cuando se presenta una emergencia y las reglas escritas no son adecuadas para proteger a quien está en peligro de muerte, ¿no somos capaces de adaptar las reglas o de interpretarlas teniendo en cuenta esa situación especial, o de hacer una excepción por el bien de la persona?», se pregunta Gonzalo Miranda, que es sacerdote.

«¿Qué sucede cuando un terrorista amenaza la vida de alguien y las reglas no permiten que se le arreste?», sigue preguntando.

«Me asalta, además, una sospecha: el triste caso Schiavo, se ha prolongado durante un tiempo larguísimo, sin que las reglas y los jueces hayan podido garantizar definitivamente la protección de su vida».

«¿No será que, en realidad, hay algunos que prefieren verla muerta?», pregunta el padre Miranda.

«El rey Salomón supo quién era la verdadera madre de aquel niño cuando vio que una aceptaba que lo partieran en dos, mientras la madre gritó que prefería que lo dieran vivo a la otra mujer», sigue diciendo.

«El marido de Terri persigue obsesionado la muerte de su esposa (naturalmente, alegando que lo hace por piedad hacia ella). Los padres de Terri luchan por salvar su vida. Ojalá nuestros jueces aprendieran algo de la sabiduría de Salomón», concluye.

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ZENIT Staff

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