PARÍS, 12 marzo 2002 (ZENIT.org).- El cardenal Louis-Marie Billé, arzobispo de Lyón, falleció este martes como consecuencia de un cáncer. Tenía 64 años de edad.
El purpurado había revelado la existencia de su enfermedad en octubre pasado, motivo por el cual se dimitió al mes siguiente de la presidencia de la Conferencia Episcopal Francesa, cargo para el que había sido elegido en 1996.
Tras someterse a quimioterapia para tratar un cáncer de colon, el cardenal había sido operado el 15 de enero y había salido trece días después.
Ordenado sacerdote en 1962, Juan Pablo II nombró a este profesor de Sagrada Escritura obispo de Laval (Mayenne) en 1984. Promovido arzobispo de Aix-en-Provence y Arles, el 5 de mayo de 1995, el mismo Papa le nombró 131 arzobispo de Lyón, primado de los galos, el 10 de julio de 1998. Fue creado cardenal en el último consistorio, el 21 de febrero de 2001.
En sus años de arzobispo de Lyón y de presidencia de la Conferencia Episcopal, Billé destacó por la claridad de su pensamiento, su adhesión a Juan Pablo II y su trabajo colegial con el resto de los obispos franceses.
Tuvo el acierto de implicar a toda la Iglesia de su país en la preparación de las Jornadas Mundiales de la Juventud de agosto de 1997, París, que experimentaron un éxito totalmente inesperado (más de un millón de participantes).
En noviembre de 2000, durante la asamblea anual de los obispos en Lourdes, reconoció que la Iglesia en Francia vive tiempos «difíciles», pues es vista por la sociedad «como una realidad marginal o al menos incongruente», especialmente cuando habla de moral.
En temas como el aborto o la ley de uniones de hecho, el purpurado había deplorado el que la Iglesia no hubiera sido escuchada ni entendida por los políticos.
En su discurso de despedida a los obispos, pronunciado el 4 de noviembre pasado en Lourdes, hizo un conmocionado balance de sus cinco años de presidencia de la Conferencia Episcopal.
«Con vosotros, como vosotros, no me atrevo a decir por vosotros, he vivido este tiempo de ministerio de ministerio como una posibilidad para entrar plenamente en el seguimiento de Cristo, en el servicio de la Iglesia, para la defensa del hombre y la búsqueda de la paz», dijo
«El Señor no deja de decirnos: hoy «dadles vosotros mismos de comer». Él está con nosotros en el camino. Su Espíritu no nos abandonará», concluyó.
Con su muerte, el colegio cardenalicio queda compuesto por 176 cardenales, de los que 128 son electores (no han cumplido los ochenta años).
