Fallece el obispo auxiliar emérito de Miami Agustín Román

El primer cubano nombrado obispo en Estados Unidos

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Por Araceli Cantero Guibert

MIAMI, domingo 15 abril 2012 (ZENIT.org).-Al dar a conocer la muerte de su obispo auxiliar, ya jubilado, monseñor Agustín Román, el arzobispo de Miami, monseñor Thomas Wenski reconoció que la Archidiócesis” ha perdido a un gran evangelizador, que predicó incansablemente el Evangelio a todos”. Dijo también que la “nación cubana ha perdido a un gran patriota. El obispo Román, era el Félix Varela de nuestro tiempo».

Monseñor Román dedicó su vida a la evangelización y a extender el amor a la Patrona de Cuba. “Pensar en la Virgen es pensar en mi madre”, señaló meses antes de morir, en una entrevista. “Pensar en la Virgen es pensar en mi patria, pensar en la Virgen es pensar en mi historia.”

El sueño que expresó entonces fue ver la Ermita de la Caridad, que él ayudo a construir en Miami, convertida en un Santuario Internacional.

No por orgullo, decía, “sino por el regalo que nos ha hecho Dios al darnos a la Virgen de la Caridad, ya que amar a Dios y amar al prójimo es lo que resume la ley del Señor”.
Nombrado obispo auxiliar de la Archidiócesis de Miami en 1979, monseñor Román fue el primer cubano obispo en Estados Unidos en los últimos 200 años.Su expulsión de Cuba fue el 17 de septiembre de 1961, poco después de la frustrada invasión de Bahía Cochinos, en Cuba, después de la cual la revolución cubana inició una fuerte ofensiva contra la Iglesia. Su expulsión fue junto a 131 sacerdotes y al entonces obispo auxiliar de La Habana—y después obispo auxiliar de Los Teques, Venezuela, monseñor Eduardo Boza Masvidal, ya fallecido. El grupo fue conducido, sin ninguna pertenencia, al buque español Covadonga que atracó días después en Galicia.

Monseñor Román había estudiado en su provincia natal de Matanzas y con los misioneros canadienses en Canadá. Después del exilio sirvió como misionero en Chile durante cuatro años antes de llegar a Miami en 1966 en donde sirvió como sacerdote en la catedral y después como capellán del Hospital Mercy.

Al iniciarse los planes para la construcción de una Ermita a la Virgen de la Caridad en Miami, monseñor Coleman F. Carroll le nombró capellán del proyecto. Durante siete años, exhortó a los exiliados cubanos a contribuir, aunque fuera tan solo “kilos prietos”, centavos, para el templo dedicado a la Patrona de Cuba. La Ermita de la Caridad ha sido un faro para lo exiliados residentes en muchos países que, a lo largo de los años, han acudido por miles ante la imagen que llegó a Miami en 1961 a través de la embajada de Panamá.

Monseñor Román nació en una humilde familia de campesinos y nunca olvidó sus raíces. Cumplió el lema de su episcopado «¡Ay de mi si no evangelizare!», con humildad, tenacidad e incansable compromiso.

Tenía una especial habilidad para predicar con parábolas e historias de la vida cotidiana. Al mismo tiempo, calladamente y sin pretensiones era capaz solucionar problemas. Esto se hizo patente en diciembre de 1986 cuando un grupo de detenidos cubanos en dos cárceles de los Estados Unidos se sublevaron por su indefinida estancia en prisión y la posibilidad de ser devueltos a Cuba.

El papel jugado por el obispo para terminar el conflicto sin derramamiento de sangre le valió el reconocimiento de ‘La persona de la semana’ por el noticiero de la cadena de televisión norteamericana ABC, que lo calificó como “hombre de compasión, bondad y compromiso… Un hombre de fuerte personalidad y espíritu humilde”. Cuando la prensa comenzó a llamarle un ‘héroe’, el obispo respondió con su humildad característica: “Un obispo, un sacerdote, es un servidor y no un héroe”.

Monseñor Román nunca quiso regresar a Cuba aunque soñaba con ver a su patria libre algún día.

Al cumplir 75 años en 2003, fue aceptada su dimisión de auxiliar de Miami pero a pesar de sus dolencias de corazón se ha mantenido activo en la Ermita de la Caridad, siempre recibiendo a los peregrinos, respondiendo a la mucha correspondencia de los exiliados cubanos o contestando el teléfono. Pero sobre todo sentado en el confesionario y esperando a los fieles que se acercaban al sacramento.

El 11 de abril se dirigía a dar una catequesis en la Ermita de la Caridad, cercana a su residencia. Al demorarse su llegada fueron a buscarle. Le encontraron sentado en su auto y con el motor encendido. Llevado a emergencias y tras varios intentos para mantenerle vivo, los doctores declararon su muerte por un paro cardíaco. El obispo Agustín Aleido Román ha fallecido el 11 de abril de 2012 a la edad de 84 años.

Para saber más se puede ver el video: http://youtu.be/Z6uDfu8vV-E.

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ZENIT Staff

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