Fallos de sacerdotes no justifican la abolición del celibato

Reflexión del obispo de San Cristóbal de las Casas

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SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, jueves 21 de mayo de 2009 (ZENIT.org-El Observador).- El obispo de San Cristóbal de las Casas, monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, ha hecho una defensa frontal al celibato sacerdotal, tras los recientes episodios acaecidos en la Iglesia católica en América de sacerdotes que no han sido fieles a este compromiso.

Entre estos casos, se encuentran los descubrimientos de nuevas paternidades del actual presidente del Paraguay, Fernando Lugo, quien fuera obispo católico; el caso de un sacerdote acusado de uso de pornografía infantil en la arquidiócesis de Jalapa (México); y el reciente escándalo de un sacerdote muy popular en la televisión hispana de Estados Unidos –Alberto Cutié–, quien tras las publicación de unas fotos comprometedoras reconoce a una mujer como pareja desde hace tiempo.

Ante esos casos, escribe monseñor Arizmendi Esquivel, «no faltan quienes insisten en que la Iglesia católica debería revisar su norma de admitir al sacerdocio sólo a aquellos que hayan recibido el carisma del celibato y se comprometan a cumplirlo toda la vida. Otros afirman que, mientras no se haga este cambio, la Iglesia seguirá perdiendo feligreses».

«Por otra parte, continuó diciendo el prelado mexicano, es repetitivo escuchar que el celibato no va con las culturas indígenas, pues en estos pueblos sólo a un hombre casado se le reconoce autoridad y no se acostumbra confiar a solteros cargos de responsabilidad social. Por tanto, concluyen, se debería abrir la puerta para ordenar presbíteros a indígenas casados, para que se inculturen».

En su documento, el obispo de San Cristóbal de las Casas afirma que, en primer lugar, el celibato «no es acorde con ninguna cultura, ni judía, griega o romana, ni española, francesa, alemana, italiana, mexicana, chiapaneca, indígena, mestiza».  

En segundo lugar, afirma que «es innegable que ha habido y hay muchas fallas y defecciones; pero la inmensa mayoría vivimos con gozo y plenitud esta vocación, a pesar de nuestras limitaciones».

«Yo me siento muy fecundo, muy realizado, gracias al celibato», confiesa el obispo mexicano en su escrito, publicado por la página electrónica de la Conferencia del Episcopado Mexicano  Y agrega:.»El matrimonio me hubiera limitado mucho en mi servicio a la comunidad. El celibato me hace libre para servir donde se me requiera, para amar y estar muy cerca de quienes necesiten experimentar el amor de Dios».

Más adelante explica: «Nadie nos obligó a emitir este compromiso antes de la ordenación; lo asumimos con plena libertad. Yo decidí libre y conscientemente no casarme, no por egoísmo, no por rechazo a la mujer, ni por desconocer o despreciar la belleza del sexo y del matrimonio, sino por gracia del Espíritu Santo, para consagrar todo mi ser, con todas sus energías, al Reino de Dios, en particular a los pobres. Soy feliz siendo célibe. Pido al Señor que me y nos conserve en fidelidad».

Después de recordar que «Jesús decidió no casarse; su madre permaneció virgen, ell apóstol más cercano era célibe y Pablo recomendó este camino, no como mandato, sino como consejo digno de confianza», pide que «uienes nos comprometimos a vivir célibes, mantengámonos fieles y alegres, con oración, sacrificio y vigilancia, pues las tentaciones nos acechan por todos lados».

«Ayúdenos la comunidad y las familias a disfrutar esta paternidad espiritual, y que nadie sea motivo de tropiezo. Conozcan los seminaristas las razones de este estilo de vida y oren para que se les conceda este carisma, que los hará padres y hermanos en Cristo, y así los pueblos en El tengan vida», termina diciendo monseñor Arizmendi Esquivel.

Por Jaime Septién 

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ZENIT Staff

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