Familias como Dios quiere

Por monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, obispo de San Cristóbal de las Casas

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SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS , domingo, 25 de enero de 2009 (ZENIT.org-El Observador).-  El obispo de San Cristóbal de las Casas, monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, ha escrito el siguiente análisis al concluir el V! Encuentro Mundial de las Familias en la Ciudad de México, celebrado del 14 al 18 de enero.
 
En su reflexión, monseñor Arizmendi Esquivel toca un tema central del Encuentro, es decir, la necesidad de seguir apoyando a la familia tradicional contra las políticas y las modas que pretenden desvirtuarla, desvirtuando así a la misma Iglesia.
   
A continuación publicamos la versión íntegra del análisis del obispo de San Cristóbal de las Casas. 
 

Familias como Dios quiere

VER

Con ocasión del VI Encuentro Mundial de la Familia, no faltaron voces acusando a la Iglesia Católica de seguir en la Edad Media, porque dicen que el modelo de familia que defendemos, ya no corresponde a los parámetros por los que va la sociedad. Afirman que es anacrónico sostener que la familia consta de un padre, una madre y los hijos, cuando existen muchos otros estilos, incluso de uniones entre el mismo sexo. Nos gritan que debemos ser más incluyentes y tolerantes; de lo contrario, seguiremos perdiendo feligreses.

Algunos medios informativos se especializan en ridiculizarnos. Les duele que removamos el piso de sus seguridades; no toleran que insistamos en los planes de Dios; quisieran que la Iglesia se adecuara a ellos, aunque traicionara el Evangelio. Se ve su tendencia sostenida a desprestigiarnos; por ello, resaltan excesivamente casos de pederastia clerical, intentando quitarnos autoridad moral. Nuestra misión, sin embargo, no es amoldarnos al mundo del pecado, sino ser fieles al camino que Dios nos ha enseñado, y proponerlo  -no imponerlo-  a quien sea humilde y sencillo para buscar en El la forma segura de encontrar una felicidad profunda y estable


JUZGAR

La Iglesia no inventa un modelo de familia, sino sólo propone el que Dios mismo nos mostró desde el principio de los tiempos. Hizo sólo dos géneros: masculino y femenino, distintos y complementarios, como base de toda familia. Intentar modificarle a Dios sus planes, es pretender ser nuevos dioses, a cuyo arbitrio deberían estar la verdad y el bien. Es el pecado permanente de Adán y Eva, cuyo resultado fue la pérdida del paraíso. Es lo que les puede pasar a quienes se hacen sordos a Dios, para seguir sus propios instintos. Quien no cree en Dios ni en la Iglesia, sigue sus propios senderos. Respetamos su libertad, aunque le advertimos los daños que puede sufrir; pero que respeten nuestro derecho a proclamar también la verdad de Dios.

Aún más. Para confirmarnos cuál es el plan divino, como dijo el Papa Benedicto XVI en sus mensajes para este Encuentro, «el Hijo de Dios hecho hombre, nació en la familia de María y José, y creció en Nazaret dentro de la intimidad doméstica, entre las ocupaciones diarias, la oración y las relaciones con los vecinos. Su familia lo acogió y lo protegió con amor, lo inició en la observancia de las tradiciones religiosas y de las leyes de su pueblo, lo acompañó hacia la madurez humana y hacia la misión a la cual estaba destinado.

La familia ocupa un lugar primario en la educación de la persona. Es una verdadera escuela de humanidad y de valores perennes. La familia fundada en el matrimonio indisoluble entre un hombre y una mujer expresa esta dimensión relacional, filial y comunitaria, y es el ámbito donde el hombre puede nacer con dignidad, crecer y desarrollarse de un modo integral. En el hogar es donde se aprende a vivir verdaderamente, a valorar la vida y la salud, la libertad y la paz, la justicia y la verdad, el trabajo, la concordia y el respeto. La familia es un fundamento indispensable para la sociedad y los pueblos, así como un bien insustituible para los hijos, dignos de venir a la vida como fruto del amor, de la donación total y generosa de los padres».

ACTUAR

¿Qué hacer para que las familias sean fieles al plan de Dios, y disciernan los engaños de la cultura moderna? Dice el Papa: «Hoy más que nunca se necesita el testimonio y el compromiso público de todos los bautizados para reafirmar la dignidad y el valor único e insustituible de la familia fundada en el matrimonio de un hombre con una mujer y abierto a la vida, así como el de la vida humana en todas sus etapas. Se han de promover también medidas legislativas y administrativas que sostengan a las familias en sus derechos inalienables». Hay que apoyar a gobernantes y legisladores que creen en estas familias. De nosotros depende qué diputados federales elegiremos en julio próximo. El voto debe estar acorde con los valores en que creemos.

«La familia está en el corazón de Dios. Trabajar por la familia es trabajar por el futuro digno y luminoso de la humanidad y por la edificación del Reino de Dios».

+ Felipe Arizmendi Esquivel

Obispo de San Cristóbal de Las Casas

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ZENIT Staff

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