Fe en Australia

Los desafíos de la Iglesia en la cultura posmoderna

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ROMA, domingo, 15 julio 2007 ().- A sólo un año de la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud en Sydney, los datos sobre religión del censo nacional de Australia en 2006 revelan los graves desafíos a los que se enfrenta la Iglesia.

El 27 de junio una nota de prensa de la Oficina Australiana de Estadística explicaba que el cristianismo sigue siendo la religión mayoritaria en el país. Desde el censo de 1996 el número de personas que se declaran cristianos creció de cerca de 12,6 millones a 12,7. Se trata, sin embargo, de un notable descenso en términos de proporción de la población total, del 71% al 64%.

La Iglesia católica sigue siendo el mayor grupo religioso en Australia. Desde 1996 el número de australianos católicos creció en un 7% hasta los 5,1 millones. No obstante, este crecimiento no ha sido suficiente para mantener la proporción de católicos al descender respecto a la población total del país, desde el 27% de 1996 hasta el 25,8% de 2006.

La Iglesia anglicana es el segundo grupo religioso: representa el 19% de la población. Su número está descendiendo con un 5% menos entre 1996 y 2006. La denominación cristiana que ha crecido más rápidamente ha sido la pentecostal, con un incremento del 26%, hasta los 220.000 miembros.

Las tres afiliaciones religiosas no cristianas más comunes de Australia han sido el budismo (2,1%), el Islam (1,7%) y el hinduismo (0,7%). Sus miembros han crecido de forma significativa; el hinduismo ha duplicado sus miembros entre 1996 y 2006, hasta los 150.000. El número de budistas también se ha duplicado en el mismo periodo.

El número de no creyentes igualmente sigue creciendo. Desde 1996, la cifra de quienes se declararon sin religión ha aumentado desde los 2,9 millones a los 3,7 millones – incrementando su proporción del 16,6% hasta el 18,7% en el periodo 1996-2006.

Nueva Gales del Sur, cuya capital, Sydney, albergará la Jornada Mundial de la Juventud, tiene la proporción más baja de no afiliados – el 14% de las principales ciudades de la nación. Es también el estado con la mayor proporción de católicos: el 28,2% de la población.

El boom pentecostal

Los pentecostales también son fuertes en Nueva Gales del Sur. A partir de una pequeña base, sus números han crecido en el estado no menos de un 48% durante la década anterior a 2006, informaba el Sydney Morning Herald el 28 de junio. Entre otros grupos, Sydney es la sede de la Iglesia Pentecostal Hillsong, que afirma contar con 19.000 miembros.

Su pastor, Brett Macpherson, comentaba que el número de pentecostales era, con toda probabilidad, incluso mayor que los que indicaban las cifras del censo, puesto que algunos habían sido incluidos de modo genérico en la categoría de cristianos. Sus comentarios se incluían en un artículo sobre los datos del censo publicado en el periódico Australian el 28 de junio.

El periódico también publicaba un análisis de Bernard Salt de la situación de los jóvenes y la religión. Comentaba que la proporción de creyentes con edades entre 20 y 35 años se redujo no menos de un 5% entre 2001 y 2006. Los últimos datos del censo –añadía- sugieren que las personas de este grupo de edad se inclinan menos a adherirse a las creencias tradicionales que sus iguales de los años ‘80.

Una interesante iniciativa para poner a los jóvenes en contacto mayor con la religión ha sido el lanzamiento de un programa nacional para financiar capillas en los colegios. El National School Chaplaincy Program fue lanzado por el primer ministro John Howard el pasado octubre.

El programa es voluntario y proporciona una financiación anual de más de 20.000 dólares australianos (17.176 dólares) tanto para los colegios públicos como para los privados, según una presentación de la página web del Departamento de Educación del gobierno federal. El gobierno aportará más de 30 millones de dólares australianos (25,7 millones de dólares) durante los próximos tres años.

La ministra de Educación, Julie Bishop, afirmó que se responderá a más de 1.500 solicitudes a lo largo del país -cerca del 15% de los colegios australianos-, informaba el periódico The Age el 30 de mayo. Tras revisar las solicitudes, el primer ministro Howard anunció que el gobierno financiaría a 1.392 colegios con la primera parte de las asignaciones, informaba The Age el 27 de junio. Además, debido a la alta demanda, declaró que se pondría a disposición del programa de tres años un extra de 25 millones de dólares australianos (21,4 millones de dólares).

Un despertar

Según un libro publicado por el académico de la Universidad de Monash, Gary Bouma, existe un despertar del interés por la religión en Australia. En Australian Soul (Alma Australiana), observa que el país es el ejemplo típico de una sociedad laica, postmoderna y postcristiana. Esto, sin embargo, no significa que sea irreligiosa.

Comparado con los años sesenta y setenta, cuando el laicismo parecía triunfar, Bouma detecta actualmente mucho más interés en la religión y en la espiritualidad. Sin embargo, ésta es una noticia buena y mala a la vez para las iglesias tradicionales, porque mucho de este resurgimiento de la religión no suele dirigirse a las estructurales formales ofrecidas por la religión establecida.

Los estudios de asistencia a la iglesia, tanto de católicos como de protestantes, por ejemplo, muestran que los fieles que acuden con regularidad tienden a ser mayores y sobre todo mujeres. Un estudio revelaba que las congregaciones protestantes tradicionales han perdido a cerca de la mitad de los que fueron educados de jóvenes en estas iglesias.

Además, la tradicional predominancia del cristianismo está en jaque debido al bullir de otros credos, en parte debido a la inmigración y en parte debido al deseo de experimentar a nivel religioso. Así, no sólo han subido las cifras de budistas, hindúes y musulmanes, sino también las de aquellos que se declaran seguidores de espiritualidades del tipo New Age, o incluso aumentan formas de paganismo.

Una mirada más cercana a la situación de la Iglesia católica se presentaba en un libro publicado el año pasado. “Lost! Australia’s Catholics Today” (¡Perdidos! Los Católicos de Australia Hoy), de Michael Gilchrist. La experiencia australiana después del Concilio Vaticano II fue similar a la de otros países occidentales, comentaba, con graves mermas debido a las fuerzas del secularismo y del relativismo.

Además, el declive numérico de sacerdotes y un grave descenso en muchas órdenes religiosas, que dirigían los colegios católicos, ha debilitado notablemente tanto las parroquias como la educación católica. Gilchrist dedicaba también una gran parte de su libro a describir los experimentos teológicos y litúrgicos que llevaron una marcada disolución en la doctrina católica.

Renovación católica

Gilchrist sugería algunos pasos para mejorar el estado de la Iglesia en Australia. Van desde recomendar un liderazgo más fuerte de los obispos, a renovar la identidad católica de los colegios de la Iglesia y revitalizar la devoción y la vida litúrgica.

También urgía a continuar los esfuerzos para promover las vocaciones y asegurar la buena formación en los seminarios. Durante la última década se han hecho progresos en este área y los seminarios que se han sometido a las reformas están viendo un aumento constante en cifras.

Aunque la tarea que se avecina es difícil, el arzobispo Philip Wilson, presidente de la Conferencia Episcopal australiana, se mostraba esperanzado. En un discurso en abril en una conferencia de administradores de la Iglesia mostró cierto optimismo por el futuro de la Iglesia. Se basaba, según explicaba, tanto en la convicción de la fidelidad de Dios como en el hecho de que en la cultura occidental hay apertura a recibir el mensaje del
Evangelio.

Transmitir este mensaje al mundo de hoy requiere también de un esfuerzo continuado por nuestra parte, añadía. Podremos lograr esto en parte si vivimos “vidas cristianas fieles, vibrantes e inteligentes”, comentaba monseñor Wilson. Ser capaz de hacer esto requerirá una seria formación religiosa y moral.

Para lograrlo, el arzobispo observaba la importancia no sólo de educar a los jóvenes a través de los colegios católicos, sino también de formar a los adultos en su fe. Tareas no fáciles, pero esenciales para asegurar un futuro para la Iglesia.

Por el padre John Flynn, L.C.

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ZENIT Staff

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