Fecundación «in vitro»: problemas médicos y éticos

Embriones congelados se convierten en materia de disputa de divorcios

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ROMA (Redacción central), 4 nov (ZENIT.org).- Los debates sobre los modernos
métodos de fecundación artificial a menudo se centran sobre consideraciones
éticas o morales. Frecuentemente quienes defienden el uso de la fecundación
«in vitro» (FIV) por parte de las parejas, o incluso mujeres solteras, se
apoyan en argumentos que tienen una fuerte carga emotiva. De este modo,
subrayan que sin este método hay mujeres que no hubieran podido tener un
hijo. Sin embargo, nuevos casos recientes destacan los peligros médicos que
pueden experimentar los niños nacidos con este método.

La FIV puede transmitir defectos
El diario australiano «The Age» (14 octubre) explicaba que la fecundación
«in vitro» puede transmitir el problema de la infertilidad de padres a hijos
y saltar un importante proceso de selección natural.

Según Roger Short, un biólogo experto en reproducción del Royal Hospital de
Mujeres, la infertilidad masculina se da a menudo porque los varones tienen
mutaciones o fallos en los genes que controlan la producción de esperma.

Short explicó en una conferencia dictada durante un Congreso celebrado en el
Instituto Murdoch de Investigación Infantil el día anterior a la fecha de la
publicación del artículo que, en algunas técnicas, el esperma individual
anormal es inyectado en un solo óvulo. «Al permitir al esperma defectuoso cada varón de la prole producida», dijo el profesor Short.

Aunque el defecto de fertilidad del hijo podría ser tratado de modo similar,
el profesor Short se preguntaba si tratar la infertilidad pesaba más que la
preocupación sobre los efectos adversos en la población a largo plazo.

«Podemos tomar esperma y microinyectarlo en un óvulo humano y crear un
embarazo, pero ¿cómo sabemos si estamos actuando correctamente? –preguntó a
los delegados al simposio–. Estamos saltando un importante sistema de
control de seguridad en el diseño de la naturaleza. Los biólogos expertos en
evolución podrían tener que decir que la evidencia sugiere que la
infertilidad no es una casualidad, es un mecanismo de protección y nosotros
lo estamos saltando bajo nuestro propio riesgo».

Peligro para los embriones
Otro tema relativo a la seguridad de los tratamientos de FIV fue señalado
por la BBC (12 septiembre). Según revelaba, una técnica usada normalmente
para ayudar a las mujeres a concebir puede incrementar los riesgos de que
los niños nazcan con defectos. El procedimiento usado es el de la
fecundación asistida en la que se usa un láser o una aguja microscópica para
practicar un agujero o un adelgazamiento en la membrana que rodea al embrión
producido en la probeta. Esto puede ayudar a que el embrión en desarrollo se
implante con éxito en las paredes del útero y se produzca el embarazo.

Sin embargo, la BBC indicaba que un estudio científico llevado a cabo por el
Centro de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC), en
Atlanta, revela que la fecundación asistida estaba relacionada con altos
índices de gemelos monozigóticos. Es el caso en el que un único embrión se
divide en dos en un estadio temprano, produciendo un embarazo gemelar. El
desdoblamiento monozigótico es más proclive a producir niños con defectos
que la forma más común de formación de mellizos, en la que dos embriones se
implantan por sí mismos en el útero.

La doctora Laura Schieve, del CDC, advirtió que su estudio, que no es
definitivo, y que podría preparar ulteriores investigaciones en el tema.
Dijo que según sus investigaciones, las mujeres que tuvieron gemelos
monozigóticos eran con bastante mayor probabilidad las que habían tenido una
fecundación asistida. El riesgo es 1,7 veces mayor en los casos en los que
algunos de los embriones transferidos han sido sometidos a tratamiento y
casi cuatro veces mayor en los casos en los que todos los embriones han sido
sometidos a este procedimiento. Otros factores, como la edad de la mujer, el
número de embriones transferidos, o los intentos previos no explican una
diferencia tan acentuada.

Otra fuente de interés sobre las técnicas de la FIV es el peligro de errores
humanos. Recientemente en el Reino Unido, dos clínicas de infertilidad
tuvieron que ofrecer pruebas del ADN a docenas de madres para probar que los
niños a los que habían dado a luz eran realmente suyos. El problema fue
descubierto por casualidad, según informaba el «Telegraph» (23 septiembre),
cuando una mujer a la que le iban a ser implantados sus propios óvulos
fecundados en un hospital de Hampshire, oyó por casualidad a un ayudante de
cirugía decir que los había perdido. A pesar de una amplia búsqueda, no se
pudieron encontrar los embriones fecundados.

Se mandó a la mujer a su casa, y según informó, se le dijo que su
tratamiento FIV, que había sido una experiencia larga y estresante, tenía
que ser repetido. Después, una investigación realizada por la Autoridad de
Fecundación Humana y Embriología, el perro guardián de la industria,
encontró discrepancias en el modo en que los óvulos de las pacientes habían
sido etiquetados y almacenados. Al menos 20 parejas, pacientes de dos
clínicas de fertilidad de Hampshire, han sido perjudicadas.

Justamente un día después de que la primera historia fuera publicada, el
«Telegraph» publicó otro artículo en el cual el número de pacientes
afectadas ascendía a 40.

El «Guardian» (25 septiembre) indicaba que cientos de mujeres se habían
puesto en contacto con una línea telefónica de ayuda de emergencia temiendo
que sus hijos no fueran suyos o que sus embriones almacenados fueran dados a
otras mujeres. Tim Hedgley de «Issue», la asociación nacional de fertlidad,
dijo que había una fuerte probabilidad de que a las mujeres les hubieran
sido implantados embriones equivocados. Según él, las consecuencias legales
de la confusión eran «extremadamente serias».

Excesivo número de embriones
Uno de los problemas que sigue verificándose en las clínicas de FIV es el
gran número de embriones producidos en exceso. Esto ha dado origen al dilema
ético de qué hacer con estas vidas humanas incipientes. Algunos son
favorables a su destrucción mientras que otros han pedido que sean
implantados en madres adoptivas.

Esta situación fue examinada a principios de este mes por «Los Angeles
Times» (16 octubre). El diario indicaba que mientras no hay datos precisos,
algunos creen que más de 100.000 embriones humanos están acumulados en las
clínicas de fertilidad de Estados Unidos.

Una de las personas implicadas en promover la adopción de estos embriones
congelados es Joann Davidson. «Vemos a estos embriones como niños
almacenados en orfanatos congelados –dijo–. Estos embriones son vidas
humanas».

Davidson dirige un servicio de colocación de embriones. En los últimos dos
años y medio, «Nightlight Christian Adoptions» de Fullerton ha colocado a
202 embriones de 20 familias donantes. El resultado ha sido el nacimiento de
cinco niños. Otros cuatro están a punto de ser entregados.

Pero es muy superior el número de gente que busca embriones que el de
donantes. Muchos especialistas dicen que las clínicas de fertilidad podrían
hacer más por fomentar las donaciones si no fueran constreñidas por
incertidumbres legales.

En la mayoría de los procedimientos FIV, una mujer recibe inyecciones de
hormonas, de manera que su cuerpo produce de 15 a 20 óvulos, durante su
ciclo reproductivo mensual, en lugar de uno sólo, como sucede en casos
normales. Los doctores extraen los óvulos con un
procedimiento quirúrgico y
los unen al esperma. Los embriones resultantes crecen durante varios días en
una probeta de laboratorio y luego son transferidos al útero de la mujer.

No todos los embriones crecen con éxito en el útero, de hecho muchos
fracasan. No obstante, las parejas normalmente transfieren no más de cuatro
de una vez para evitar el riesgo de tener gemelos o trillizos. Esto deja a
muchas pacientes con embriones que no han sido utilizados. En muchas
ocasiones, se congelan para un posible uso posterior.

Miles de ellos son descartados cuando sus propietarios deciden que ya no los
necesitan. Ha habido embriones que han sido descongelados y usados en
embarazos con éxito hasta nueve años después de haber sido congelados.

Si bien algunas agencias de adopción están entregando embriones a pacientes
que no pueden tener hijos, el trabajo afronta el problema de una laguna de
leyes claras sobre quiénes son los padres legales de los niños resultantes.
Otras complicaciones surgen cuando la pareja responsable de la creación de
los embriones se divorcia.

En la actualidad, los embriones ya están entrando en las disputas sobre
divorcio y custodia. De este modo, los jueces se están viendo obligados a
decidir sobre la materia. Podrían llegar a aplicarse leyes escritas para la
propiedad y los contratos sobre esta primera forma de vida humana. «Los
Angeles Times» explicaba que en dos estados, Nueva York y California, los
tribunales que deben decidir en casos de ingeniería genética han apelado a
legisladores para clarificar las leyes sobre paternidad y custodia.

El diario citaba a Arthur Caplan, un profesor de Bioética de la Universidad
de Pensilvania. «Hemos dejado caer a estos embriones en el limbo, y esto no
tiene sentido. La solución que hemos establecido es: «Hagamos lo que
queremos ahora y no nos preocupemos sobre su status moral después». Esto es
moralmente responsable».
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Contenido provisto por SEMANA INTERNACIONAL
(c) Innovative Media, Inc.

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ZENIT Staff

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