Fernando Lugo, elegido presidente de Paraguay, pide perdón a la Iglesia

La Santa Sede reflexiona sobre la situación del obispo suspendido «a divinis»

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

ASUNCIÓN, martes, 22 abril 2008 (ZENIT.org).- Fernando Lugo, presidente electo de Paraguay, pidió al día siguiente de su elección perdón a la Iglesia católica, y en particular a Benedicto XVI, por el «dolor» que causó su desobediencia a las leyes canónicas, al haberse lanzado a la carrera presidencial.

«Si mi actitud y mi desobediencia a las leyes canónicas causaron dolor, pido sinceramente perdón a los integrantes de la Iglesia. En especial, le pido perdón al papa Benedicto XVI», precisó Lugo Méndez en los estudios del canal de radio «Fe y alegría».

Según recordó la nunciatura apostólica de Paraguay, el 14 de abril, Fernando Lugo, obispo ordenado en la Iglesia católica, está suspendido a divinis.

Hablando sobre su situación, Lugo afirmó en la radio que está dispuesto a dialogar para poder tener «una salida satisfactoria» para él para la Iglesia.

Fuentes de la Santa Sede han confirmado que se está estudiando la situación canónica del obispo, complicada pues es inédita, algo que requiere tiempo.

Por su parte, el presidente de la Conferencia Episcopal de Paraguay, el obispo Ignacio Gogorza, consideró que será el Papa quien tome una decisión, pero para ello «se necesita tiempo», por eso reveló que la Iglesia en el país esperará las indicaciones de la Santa Sede sobre la victoria del obispo.

Admitió, sin embargo, que el Consejo Permanente de la Conferencia Episcopal abordará el tema en su próxima reunión, porque «es un acontecimiento insoslayable en la vida del país».

Con un decreto firmado el 20 de enero de 2007 por el prefecto de la Congregación vaticana para los Obispos, el cardenal Giovanni Battista Re, fue suspendido «a divinis» monseñor Fernando Lugo, obispo emérito de San Pedro, por haberse presentado como candidato a la presidencia de la República de Paraguay.

Según esta decisión, el obispo candidato sigue manteniendo el estado clerical, aunque no puede ejercer el ministerio.

Monseñor Lugo, nombrado obispo en 1994 por Juan Pablo II, había pedido a Benedicto XVI la «renuncia al ministerio eclesial», «para retornar a la condición de laico en la Iglesia».

La petición no fue aceptada, pues como recuerda el cardenal Re en una carta que acompañó el comunicado «el episcopado es un servicio aceptado libremente para siempre».

«Con sincero dolor» el cardenal Re anunciaba el deber de infligir al obispo «la pena de la suspensión a divinis, a norma del canon 1333 & 1», del Código de Derecho Canónico.

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

ZENIT Staff

Apoye a ZENIT

Si este artículo le ha gustado puede apoyar a ZENIT con una donación