Filipinas: La Iglesia aplaude la moratoria de la pena de muerte

Una decisión tomada por la nueva presidenta, Gloria Macapagal

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MANILA, 8 abr 2001 (ZENIT.org).- El Gobierno filipino ha aprobado una moratoria de tres años para la pena de muerte en el país, una decisión que la Iglesia Católica ha considerado como un paso positivo hacia la cultura de la vida, según informa la agencia misionera de la Santa Sede, Fides.

«El país se dirige hacia una cultura de la vida», ha explicado el arzobispo Orlando Quevedo, presidente de la Conferencia Episcopal filipina, al comentar la noticia, hecha público el 3 de abril. La presidenta Gloria Macapagal Arroyo ha optado por suspender todas las ejecuciones de personas condenadas en el país, durante un periodo de tres años, hasta 2004.

Renato de Villa, secretario ejecutivo de la Presidencia, explicó que la jefa del Estado tiene el poder de conmutar las sentencias de muerte por otras formas de cumplimiento de la pena, tales como la cadena perpetua.

«El anuncio del Gobierno, respecto al levantamiento temporal de la pena de muerte, es un paso hacia una cultura de la vida. Se puede proteger la vida castigando a los delincuentes en un modo humanamente responsable», afirma ahora el arzobispo en declaraciones a Fides.

«La Iglesia –añadió– ha abogado siempre por la abolición de la pena de muerte en las leyes filipinas». Dijo así mismo que la pena de muerte no es un instrumento eficaz para luchar contra la delincuencia. Aunque ha habido en Filipinas varias ejecuciones, los delitos siguen cometiéndose continuamente.

«La Iglesia busca la justicia compensadora pero también la justicia rehabilitadora», dijo, por lo que indicó que se debe cambiar la ley.

Según los grupos que están a favor de la pena de muerte, la presidenta Gloria Macapagal ha sido influenciada por la Iglesia, en especial por el cardenal de Manila, Jaime Sin. «Tales argumentos –respondió el arzobispo Quevedo– son un desprecio a la presidenta y su libertad de tener un juicio propio a la luz de su propia conciencia».

La pena de muerte fue introducida de nuevo en Filipinas en 1994. El primer ejecutado fue Leo Etchegaray in 1999. El mismo año, hubo seis ejecuciones más. A petición de los obispos católicos, el presidente Joseph Estrada suspendió la pena de muerte durante el Jubileo de 2000. En Filipinas, los delitos que pueden ser castigados con la muerte incluyen el homicidio, secuestro, violación y tráfico de drogas.

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ZENIT Staff

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