Filipinas: la puerta de la evangelización de Asia

Entrevista al padre Jan Thomas Limchua

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ROMA, domingo 10 junio 2012 (ZENIT.org).- Las Filipinas son para la Iglesia Católica las puertas al Oriente. Los primeros misioneros llegaron en 1521 y hoy con casi cien millones de habitantes –el 80% de los cuales son católicos- presenta un panorama muy diferente al resto de Asia. Johannes Habsburg entrevista al padre Jan Thomas Limchua para el programa semanal Donde Dios Llora en cooperación con Ayuda a la Iglesia Necesitada.

¿Su vocación es un caso aislado, o en Filipinas hay vocaciones al sacerdocio y la vida religiosa?

–P. Limchua: Filipinas es un país en que se encuentran tantos católicos, pero también hay tantos jóvenes que responden a la llamada del sacerdocio, a la vida religiosa, así como a la vida consagrada. Se encuentran los seminarios llenos de jóvenes que saben responder a la llamada del señor.

Filipinas es la puerta desde la cual parte la misión, no solamente para Asia, sino para todo el mundo.

Si, hay muchos sacerdotes, por ejemplo aquí en Europa, que cuidan la pastoral a los migrantes, trabajando en las diócesis aquí, por la dificultad vocacional aquí en Europa y también en Estados Unidos.

Asia es el continente de la esperanza para la Iglesia: es una Iglesia muy joven e incipiente en la mayoría de los países. ¿Cuál cree usted que es el papel de la Filipinas en la evangelización de Asia?

–P. Limchua: Podemos decir que es una misión no sólo para los sacerdotes sino sobre todo para los laicos. Se encuentran ahora muchos filipinos trabajando fuera del país buscando ayudar a su familia. Pero también salen del país con la intención de vivir la fe. También cuando trabajan comparten la fe. Por ejemplo aquí en Roma, y en muchas partes de Europa, se encuentran filipinos que trabajan en casas y que cuidando a los niños, cuidando a las familias, enseñan a los niños como rezar. La fe no es sólo recibir, es sobre todo dar. Y esos filipinos que también han recibido el don de la fe de sus padres, comparten la fe al otro pueblo.

El Santo Padre al reunirse con los obispos de Filipinas habló de la necesidad de “una mayor comprensión de la fe y la moral de la Iglesia”. El pueblo de Filipinas es abierta y fervorosamente católico. ¿Por qué esta preocupación?

–P. Limchua: La preocupación del santo padre es que todos los pastores de la Iglesia sean verdaderos maestros de la fe. En Filipinas no somos una Iglesia joven, somos una Iglesia ya con estas raíces de los misioneros, pero todos nosotros debemos crecer en la fe. Aunque se nota la fe de los filipinos, por ejemplo, en la misa dominical, nos falta crecer en la verdad de la fe.

A veces es una fe demasiado “sacramentalizada”: se enfoca más a la piedad popular, a la iglesia; pero todos debemos hacer un esfuerzo de saber la verdad de la fe. La fe no es sólo una cuestión popular, emocional, de devociones. Es cuestión de encontrar el Señor como Maestro de la fe. Y el Santo Padre dice eso también porque ahora nosotros como país y como Iglesia estamos luchando contra algunas leyes que se proponen, en contra de la familia.

¿Cuáles son los peligros que acechan a la familia hoy en día en Filipinas?

–P. Limchua: La Iglesia, como siempre, es la voz de la conciencia y tiene que enseñar la verdad sobre el ser humano, sobre la familia y sobre la presencia de un cristiano en la sociedad. Actualmente la Iglesia quiere que los fieles rechacen ciertas leyes que propone el congreso. Leyes que, por lo ejemplo, quitan la responsabilidad de los padres de enseñar a sus hijos la verdad sobre la sexualidad. Esa responsabilidad, con esta ley, queda en manos del estado. Quieren también controlar la población con anticonceptivos.

Se refleja ahí la filosofía de eliminar la pobreza, eliminando al pobre. Sin embargo existe la pobreza. ¿Qué propone la Iglesia Católica para superar la pobreza sin eliminar al pobre?

–P. Limchua: Siempre utilizan los pobres. Utilizan los pobres para decir que “por los pobres no podemos crecer como un pueblo”. El problema real no son los pobres, el problema real es la corrupción moral. El problema real es, como pueblo y como gobierno, no responder a la realidad social. Hay que quitar esta mentalidad porque siempre ponen la culpa en los pobres. La Iglesia está muy animada a decir la verdad y no tiene miedo. Los pobres no tienen que ser medidos en estas cosas porque el problema real no son los pobres.

En los tiempos difíciles de la historia de Filipinas, la Iglesia siempre ha sido la voz de la verdad al hablar de los derechos humanos, sobre la corrupción moral que está presente en el gobierno. No es el papel de los clérigos, de los obispos, de entrar en la política. Pero la Iglesia nos está llamando a no sólo proclamar la fe y vivir la fe, sino sobre todo a proclamar y decir claramente cuál es el papel de los laicos en el contexto social y cuál es el papel de la Iglesia para ayudar a la sociedad.

El Santo Padre manifestó algunas preocupaciones sobre el acompañamiento del clero. ¿Cómo pueden la jerarquía y los fieles, apoyar al sacerdote de una forma correcta y adecuada?

–P. Limchua: El gran peligro para el sacerdote –y lo digo también a modo personal– es ser activista o ser un funcionario social. El peligro es olvidar por qué es sacerdote: está en el mundo para proclamar a Jesucristo.

¿Hemos caído un poco en esto, que los sacerdotes son demasiado activistas o ‘funcionarios sacramentales’?

–P. Limchua: Sí. Es un problema en general. Cuando el sacerdote olvida su misión y olvida esta unión con Jesucristo por medio de la oración, por medio de la celebración de los sacramentos, por medio de la relación personal con el Señor, pierde esta realidad de su sacerdocio. El Santo Padre está preocupado por esto. Los obispos son nuestros superiores pero también son nuestros padres. Todos nosotros –obispos y sacerdotes, como pueblo- debemos estar juntos, caminar juntos para volver a encontrar la misión que Jesucristo quiere mostrarnos. Tenemos que estar en el mundo para proclamar la verdad de la fe, para proclamar que Jesucristo es el Señor.

Los fieles tienen que rezar por los sacerdotes y ayudarlos a vivir su sacerdocio según lo que enseña la Iglesia. No confundir laico con sacerdote ni sacerdote con laico. Eso es un peligro que Pablo VI también señalaba. La vocación de los laicos es estar en el mundo; la vocación de los sacerdotes: consagrados para estar con ellos…. En estos tiempos, el mundo no necesita a un sacerdote “superstar”. Necesita hoy un verdadero sacerdote, que ama al Señor, que está enamorado del Señor. Sin eso el sacerdote pierde su identidad.

Como sacerdote joven, ¿qué pide usted a sus obispos en este sentido?

–P. Limchua: Los obispos –como todos nosotros que somos humanos- seguramente tienen que mejorar en algunos puntos. En el contexto de Filipinas, los obispos están mejorando mucho esta relación personal con los sacerdotes, por las dificultades que hay. El peligro para los sacerdotes también es olvidar que el obispo es su padre; que el sacerdote y el obispo tienen que crecer juntos como pueblo de Dios. Ahora mismo los obispos están haciendo muchas cosas para eso. Yo pienso que la mejor cosa que los obispos pueden hacer es ser verdaderos padres para sus sacerdotes.

El Islam curiosamente precede al cristianismo en su presencia en Filipinas. En algunas regiones en el sur del país ha habido tensiones ¿Cómo va el diálogo con el Islam? ¿Constituye un peligro para de los católicos?

–P. Limchua: A veces pensamos que los musulmanes “son así”, pero en realidad –al entrar en el mundo musulmán, al dialogar con ellos- tenemos puntos comunes. Ahora mismo la Iglesia filipina está utilizando estos puntos en común para dialogar, para buscar el mejor modo de vivir juntos. En el sur de Filipinas el 10%
de la población es musulmana y hubo incidentes violentos… también han matado algunos misioneros, sacerdotes e incluso a un obispo. La conferencia episcopal filipina tienen una comisión (Bishops-Ulama Conference): un grupo de obispos y de jefes de los musulmanes que dialogan y buscan puntos comunes. También ellos están buscando la paz, el mejor modo de convivir con los cristianos.

Las recientes tensiones y los enfrentamientos, ¿han sido mas bien por cuestiones sociales y políticas, o religiosas?

–P. Limchua: Algunos musulmanes radicales piensan que Mindanao es sólo para los musulmanes, entonces eso es una cuestión étnica y religiosa. Pero si preguntamos a cada uno de los musulmanes, no piensan así. Piensan que la tierra es para todos. Que todo es don de Dios y todos nosotros tenemos que trabajar juntos para mejorar nuestra relación.

En varias partes de Asia la presencia del Islam es muy significativa. ¿Podemos decir que si no encontramos una solución positiva en Filipinas, no la vamos a encontrar en ninguna parte?

Sí, pero sobre todo como pueblo, como nación, tenemos que crecer juntos, estar juntos, y ayudarnos mutuamente… especialmente en Mindanao donde se encuentran también tantos pobres. Si continuamos con esta violencia no estamos ayudando al país. Y pienso que el mejor camino es dialogar con ellos, de buscar puntos comunes; decir la verdad acerca del ser humano, y respetar la dignidad del ser humano.

¿La Iglesia católica en Filipinas ha perdido fieles a otras agrupaciones cristianas?

–P. Limchua: Sí. Los filipinos son muy religiosos y tienen esta mentalidad de saber y pensar que Dios es para ellos; pero a la vez pierden un poco la realidad de la verdad del Evangelio. Falta la formación y también el testimonio… por parte de la Iglesia, y por parte de los fieles. Todos tenemos que mejorar en este punto.

Por otra parte, la Iglesia está dialogando con los grupos cristianos, especialmente ahora con esta ley que está pensando el congreso. Porque la cuestión de defender la vida no es sólo una cuestión religiosa o moral: es una cuestión que nace de la ley natural… no hace falta tener fe para defender la vida. Forma parte de nuestra naturaleza humana. Esta lucha no es sólo de la Iglesia… todos tenemos que defender la vida.

En este punto existe un dialogo de trabajar juntos para defender los derechos humanos, sobre todo ahora que están en peligro. Con esta ley que están ahora pensando el congreso, si entra, entrarán otras leyes que destruyen la vida humana, la vida social. Esta lucha no es de la Iglesia solamente.

La entrevista fue realizada por Johannes Habsburg para el programa semanal de radio y televisión «Donde Dios Llora», realizado en cooperación con la fundación potificia internacional Ayuda a la Iglesia Necesitada.
Mas información: www.acn-intl.org

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ZENIT Staff

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