Filipinas: Sacerdotes con guardaespaldas

En la isla de Jolo

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KÖNIGSTEIN, martes, 11 marzo 2007 (ZENIT.org).- El obispo Angelito Lampon, vicario apostólico de la isla de Jolo (Filipinas), ha explicado que tanto él como los demás clérigos y religiosos de Jolo están bajo la protección de militares a raíz de los asesinatos y secuestros de colaboradores eclesiales acaecidos en los últimos años.

Según ha explicado en una visita a la asociación católica internacional Ayuda a la Iglesia Necesitada, él mismo ha tenido que erigir una caseta de vigilancia ante la sede episcopal.

Por esta razón, ruega a sus hermanos católicos de todo el mundo que recen por la Iglesia de Jolo, para que, «pese a las circunstancias externas, ésta tenga la fuerza y el valor de proseguir su camino».

Según el obispo, el futuro se presenta «sombrío», pues los dirigentes políticos «no albergan en sus corazones un interés por el bienestar general», y porque las pocas personas de buena voluntad no son capaces de abrirse paso ante posturas asumidas desde hace tiempo, que, «ajenas al bienestar general, son muy individualistas y están muy centradas en el propio grupo étnico».

A pesar de todas las dificultades, la Iglesia católica en Jolo no cesa en su labor: los cristianos deben «perdonar hasta setenta veces siete» y «tender la mano en señal de amistad y reconciliación», explica Mons. Lampon.

El obispo explica que los abusos, en parte graves actos de violencia y en parte hostilidades que se manifiestan en la vida cotidiana, no cesan. Son frecuentes casos como el de una madre musulmana que, tras barrer frente a su casa, esparce la basura frente a la casa de un vecino cristiano. El obispo también ha sido objeto de insultos e incluso le han escupido en la calle cuando transitaba por ella con el hábito.

No obstante, entre los musulmanes, que representan al 97 por ciento de la población de la isla, también hay quienes mantienen buenas relaciones con los cristianos por los numerosos proyectos que éstos han puesto en marcha y de los que también «se benefician nuestros hermanos musulmanes».

La Iglesia es especialmente activa en los ámbitos de la educación, la sanidad, la vivienda y la concesión de microcréditos. Según relata el obispo, gracias a la iniciativa de la Iglesia se han construido más de 3.000 viviendas baratas para personas necesitadas en la isla de Jolo.

Pero el principal motivo que hace perseverar a la Iglesia en Jolo es la fe en Cristo. Para monseñor Lampon, es positivo que la Iglesia pueda prestar una ayuda al desarrollo, pero también señala que no basta para justificar su permanencia, y recalca que él y sus colaboradores deben apoyar a los misioneros que han decidido trabajar en Cotabato y la provincia de Sulú, pues la Iglesia en Jolo da continuidad a sus logros. Jesús ha encomendado a la Iglesia un servicio que debe realizar incluso cuando, a menudo, se trate meramente de «estar presente en un lugar determinado», pero también es importante contribuir a «ampliar un poco el horizonte de las personas», pues la ignorancia es la raíz de muchos males.

El obispo Lampon también ha explicado que los católicos de Jolo rezan por la paz y la reconciliación después de cada comunión, y que es sobre todo su fe en que «el mal no prevalecerá» lo que les infunde esperanzas.

También ha dicho que los católicos rezan por que su predecesor, monseñor Ben de Jesús, asesinado en 1997 en Jolo, «inspire con el sublime sacrificio de su vida y su muerte a los dirigentes políticos, los habitantes de Tawitawi y Sulú y a toda la nación para que luchen, trabajen y recen en aras de la paz».

Monseñor Lampon señala que el obispo Ben murió «para que podamos vivir en paz», y que los católicos ofrecen todo lo que tienen en sus oraciones para superar la separación entre los miembros de las diferentes religiones, culturas y grupos étnicos y promover la unidad.

En enero de este año volvió a morir de un disparo un sacerdote filipino. El padre Reynado Jesús Roda, asesinado por musulmanes, perteneció, al igual que el obispo Lampon, el obispo Ben de Jesús y el padre Benije Inocencio (asesinado el 28 de diciembre de 2000), a la congregación de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada.

El Vicariato de Jolo abarca la provincia de Sulú (sur de Filipinas) y más de 450 de las Islas Tawitawi. En esta región mayoritariamente musulmana, los católicos representan algo más de un tres por ciento de la población. Las islas de Jolo y Basilán son lugares de repliegue de los militantes de Abu Sayaf, que se autodenominan guerreros del Islam, mientras que la comunidad internacional y la población filipina los consideran terroristas.

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ZENIT Staff

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