Formar parte del milagro de Dios

Por monseñor Jesús Sanz Montes, ofm, obispo de Huesca y de Jaca

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HUESCA, sábado, 14 de noviembre de 2009 (ZENIT.org).- Publicamos el mensaje que ha escrito monseñor Jesús Sanz Montes, ofm, obispo de Huesca y de Jaca, con el título «Formar parte del milagro de Dios».

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Las noticias de cada día nos traen los avatares de nuestro mundo, con las situaciones que nos llenan de esperanza y alegría y también con las que nos arrugan y entristecen. En ese vaivén vive la comunidad cristiana, participando de los gozos y de las penurias de nuestra generación.

Por este motivo, la Iglesia quiere vivir muy cercana a todos vosotros y ser sembradora de esperanza. El anuncio del Evangelio, la atención espiritual y humana que realiza, manifiestan y hacen creíble el infinito amor de Jesucristo a los hombres. En ella encontramos el sentido de la vida permitiéndonos descubrir el Evangelio como Buena Noticia para todos los hombres. Es la Iglesia la que nos acompaña en todos los momentos de nuestra existencia, sean alegres o tristes, porque es nuestra Madre, porque en su seno hemos nacido a la fe.

Cuando nos encontramos inmersos con tantos hermanos en estos momentos de profunda crisis económica, el acompañamiento y la ayuda de la Iglesia son de gran esperanza para una sociedad dolorida. Los católicos tenemos que ser personas dispuestas a escuchar, a acompañar y a ayudar como expresión de nuestro compromiso creyente.

Nosotros como cristianos, pertenecemos a una diócesis, porción del pueblo de Dios, presidida por el Obispo, pertenecemos a una parroquia en la que vivimos la fe y somos testigos de ella. Tanto en la diócesis como en la parroquia experimentamos y celebramos el amor de Dios que hemos de transmitir a todos los hombres.

Sería ahora muy prolijo relatar las colas de personas que acuden a nosotros a diario pidiendo no sólo una ayuda para creer y una razón para esperar, sino también gentes que vienen y acuden a la Iglesia buscando ayuda material: la vivienda, el vestido, la educación, la misma comida, son necesidades primarias a las que no todos pueden dar salida en estos momentos complicados. Por este motivo, para que en la Iglesia puedan encontrar tantas personas una respuesta adecuada, es necesario que disponga de los medios necesarios. La colaboración de los católicos y de los que valoran su labor es indispensable. En estas circunstancias es, más que nunca, expresión de vuestro compromiso eclesial. Todos tenemos que participar en la Iglesia y colaborar económicamente en su sostenimiento. Todos somos necesarios.

Jesús seguirá haciendo milagros, pero como hace veinte siglos y hoy, quiere tener en cuenta los pocos panes y peces que le podemos ofrecer. Él pondrá todo lo demás para llegar a saciar a una multitud necesitada. ¡Qué hermoso y qué humilde este modo de hacer las cosas de Dios! Que Él bendiga vuestra ofrenda creyente, vuestra solidaridad cristiana, con la que la Iglesia quiere ser los brazos tiernos del buen Dios.

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ZENIT Staff

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