Francia: Aumentan los matrimonios entre miembros de religiones diferentes

Publicada una investigación sobre la situación de las confesiones religiosas

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PARIS, 16 enero 2001 (ZENIT.org).- ¿Es posible el matrimonio interreligioso? ¿Es deseable? ¿Qué problemas presenta a quien se casa? ¿Y a sus hijos? ¿Cuál es la acogida por parte de las familias? ¿Y por parte de las diversas comunidades creyentes?

la revista «Actualité des religions» ha publicado, en su edición de enero, una investigación sobre la situación de los matrimonios mixtos en Francia que, en 1998, ha afectado a 15.000 nuevos matrimonios (sobre un total de 270.000). En dos tercios uno de los cónyuges era musulmán.

El estudio pone de manifiesto la actitud de las diversas religiones ante el matrimonio mixto, que va desde el rechazo a la apertura sin condiciones.

«Tanto si esto gusta como si no –escribe el director de la revista Jean-Paul Guetny– es necesario prever que, con la mezcla de pueblos y culturas, los matrimonios interreligiosos serán cada vez más comunes. Más allá del fenómeno singular que representan, invitan a cada uno de nosotros a verificar el propio modo de situarse ante la alteridad religiosa. Relación de fusión, de separación absoluta o de unidad diferenciada…».

La investigación se detiene de pasada en la postura de los católicos ante esta realidad. Aunque explica que los obispos son del parecer de valorar caso por caso la conveniencia de conceder o no la dispensa.

La peculiaridad del informe periodístico está en ofrecer un panorama detallado de la posición del resto de las religiones más representadas en Francia.

La posición judía
En el caso del matrimonio entre judíos y católicos, por ejemplo, la postura oficial es bastante rígida: un no sin concesiones, tanto por parte de los judíos ortodoxos como de los liberales.

«Es un pecado –dice en una entrevista Charles Liché, rabino de la sinagoga de los Vosges, en París–. Está totalmente prohibido. Tanto en el caso de un judío que se casa con una no judía, como a la inversa. En el primer caso, los hijos no son judíos, mientras que en el segundo, sí».

A diferencia de los católicos, precisa Liché, «no tratamos de conquistar almas. Ya es bastante duro ser judío de nacimiento. No queremos infligir este regalo a nadie».

Un poco más suave es la posición de Daniel Farhi, rabino del movimiento judío liberal de Francia, que acepta la petición de los hijos nacidos de matrimonios mixtos para seguir la educación religiosa y celebrar la «bar mitsvah», la ceremonia de iniciación de los jóvenes judíos en la fe.

«Actualité religieuse» relata la historia de una pareja judeo-católica que ha celebrado el propio matrimonio con dos ceremonias en los ritos respectivos. Cada uno sigue practicando su propia religión en el respeto recíproco. Frente a un matrimonio logrado, no faltan sin embargo los fracasos. En el caso de otra pareja, todo ha terminado en divorcio porque la conversión exigida a la mujer la ha llevado a un vaciamiento de identidad.

La posición musulmana
Los musulmanes, en cambio, no consideran sacramento el matrimonio. En cada caso, el asentimiento depende del sexo de la persona. Un hombre musulmán puede casarse con una no musulmana (a condición de que no sea atea o politeísta); ahora bien, se niega totalmente la posibilidad de que mujer islámica pueda casarse con un hombre de otra religión.

¿Y los hijos? «En nuestro derecho, se convierten automáticamente en musulmanes –explica Dalil Boubaker, rector de la Gran Mezquita de París (sunnita)–, porque es el padre el que transmite la religión».

Cuenta el caso de una pareja en la que ella católica y él musulmán están casados desde hace 30 años por lo civil porque entonces había muchos obstáculos y prejuicios. En la actualidad, participan, junto a otras parejas islámico-cristianas, en el grupo de reflexión del Secretariado para las Relaciones con el Islam, fundado por el padre Michel Lelong, que invita a la profundización de las dos religiones. El primer hijo, de 31 años, ha elegido el Islam. El otro, de 29 años, se ha casado por la Iglesia con una católica.

La posición protestante
Los protestantes declaran una apertura incondicional a los matrimonios mixtos, tanto entre cristianos como entre diversas religiones.

Louis Pernot, pastor calvinista de la Iglesia Reformada de la Estrella, en París, invoca además un «bilingüismo espiritual», también con los musulmanes.

«Los protestantes no son muy formalistas –explica–. Están dispuestos a dejar que el ministro de otro culto celebre conmigo un matrimonio en mi iglesia y a sumar su liturgia a la mía, aunque no me obligan a pronunciarla con él».

La única condición que pone el pastor a un matrimonio mixto es la siguiente: «el cónyuge no cristiano no debe oponerse a la posibilidad de que sus futuros hijos oigan hablar de Cristo».

La posición budista
A nivel formal, entre los budistas y católicos, parece que los problemas se reducen al mínimo, dado que el budismo no da mayor importancia al matrimonio (al contrario de lo que sucede con los funerales). Más bien, en una pareja mixta, según Catherine Pagès, del budismo zen japonés, «la aceptación y el apoyo que cada esposo da a la práctica religiosa del otro son directamente proporcionales a la sinceridad y a la profundidad con la que cada uno de los dos se compromete con su propia fe».

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ZENIT Staff

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