Francia: «Boom» de participación en retiros ofrecidos por monasterios

Católicos y no católicos buscan a Dios en el silencio

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PARÍS, 26 julio 2001 (ZENIT.org).- Crece en forma extraordinaria el interés en Francia por el silencio de monasterios y conventos. Se trata de gente incluso no católica que busca serenidad interior y contacto con Dios.

Esta es la conclusión que arroja una investigación realizada por el diario «La Croix», que se puso en contacto con 322 monasterios y conventos esparcidos por todo el país. Según las estadísticas, han aumentado las visitas de pocos días y los retiros en grupo, mientras que permanecen estacionarios los retiros de tipo individual.

Pero más allá de las estadísticas, algunos lugares del espíritu ofrecen datos cuantitativamente sorprendentes. Por ejemplo, el monasterio benedictino de En Calcat (Tarn) recibe 60.000 visitantes por año de los cuales 4.000 para retiros espirituales de más de un día; el de Beu-Hellouin, llegó a 40.000 visitantes y 8.000 permanencias para retiros.

Entre los cistercienses, la abadía de Tamie (Savoia), recibe 20.000 visitantes y 4.000 para retiros. La Grande Certosa di Isere, 70.000 visitantes cada año.

Entre las religiosas, las 60 benedictinas de Pradinex en el Loira reciben 10.000 visitantes y 3.000 retiros; y 20.000 visitantes y 3.000 retiros, las benedictinas de Jouarre (Seine-et-Marne) en la región de París.

Según los religiosos y las religiosas de diversos conventos, entrevistados por «La Croix», las personas «tienen necesidad de silencio», de «buscar a Dios». Algunas monjas resaltan «la ignorancia religiosa» de muchos que se acercan a los lugares sagrados.
Los datos recogidos además indican que entre los asistentes muchos vienen de otras religiones, y también es considerable el número de aquellos que vuelven al catolicismo después de haber hecho una experiencia negativa en las sectas.

A propósito de estos últimos, el padre Jacques, de la abadía de Landovennec (Finisterre), resalta que se trata de personas «arruinadas» y «sin raíces», pero la experiencia de «gran libertad» que se vive en los conventos es un buen camino para poderlos recuperar a una vida de fe.

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ZENIT Staff

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