Francisco a los seminaristas: 'Fraternidad, oración y misión'

Los futuros sacerdotes franceses reunidos el Santuario de Lourdes reciben un mensaje del Santo Padre

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«El sacerdocio no es un ministerio para vivir en solitario ni tampoco de forma individual». Son palabras del santo padre Francisco en un mensaje dirigido a los seminaristas franceses con ocasión de su encuentro en el Santuario mariano de Lourdes del 8 al 10 de noviembre.

En el mensaje, el Papa aclara tres puntos fundamentales sobre los que todo futuro presbítero debe reflexionar para poder ponerlos en práctica.

El primer punto es la «fraternidad». La de los discípulos «expresa la unidad de los corazones, es parte integrante de la llamada que habéis recibido», señala Francisco. Además afirma que «el ministerio sacerdotal no puede en ningún caso ser individual y aún menos individualista». En el texto del Pontífice se lee que en el seminario se vive «juntos para aprender a conoceros, apreciaros, apoyaros y a veces a soportaros», por esto les invita a «aceptar este aprendizaje de la fraternidad con todo vuestro ardor».

La «oración» es el segundo término explicado por el Papa. De este modo, hace referencia a la imagen del Cenáculo, donde los discípulos rezan con María en espera del Espíritu Santo. Al respecto el Papa subraya que está claro que «en la base de vuestra formación está la Palabra de Dios, que os penetra, os alimenta, os ilumina». Por tanto, el consejo que el Santo Padre da a los seminaristas es tener «cada día largas horas de oración» y dejar que su oración «sea una invitación al Espíritu», del cual depende la construcción de la Iglesia, la guía de los discípulos y el don de la «caridad pastoral».  Asimismo, el Obispo de Roma asegura en su mensaje a los seminaristas que yendo donde son invitados podrán ser los «hombres de Dios» que la gente quiere que sean los sacerdotes.

Para finalizar, Francisco ha hablado de la «misión». En palabras del Papa, los años del seminario no son otra cosa que una preparación con el «único objetivo» de convertirse en discípulos «humildes» capaces de tener «preferencia por las personas más marginadas» las de las periferias. De este modo, el Santo Padre concluye recordando que «la misión es inseparable de la oración, porque la oración abre al Espíritu y el Espíritu os guiará en la misión. Y la misión, cuya alma es el amor, es la de conducir a quienes encontráis a recoger la ternura de Cristo a través de los Sacramentos».

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ZENIT Staff

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