Martin Lutero

Francisco alienta a la Iglesia evangélica en Alemania a intensificar el diálogo teológico

El Santo Padre recuerda que lo que animaba e inquietaba a los Reformadores era, en el fondo, “indicar el camino hacia Cristo”

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(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco, en una audiencia con la delegación ecuménica de la Iglesia evangélica en Alemania, ha indicado que la llamada urgente de Jesús a la unidad nos interpela, como también toda la familia humana, en un periodo en el que experimenta graves laceraciones y nuevas formas de exclusión y de marginación. También por esto –ha exclamado– nuestra responsabilidad es grande.
Presente en el grupo estaba el cardenal Marx. Al respecto, el Santo Padre ha indicado que el hecho de que el presidente de la Conferencia episcopal alemana acompañe a la delegación de la Iglesia evangélica en Alemania “es fruto de una colaboración larga y expresión de una relación ecuménica madurada en los años”.
Así, Francisco ha invitado a caminar juntos, sin cansarse, recordando que “tenemos el mismo bautismo”. Además, ha asegurado que es significativo que, con ocasión del 500º aniversario de la Reforma, cristianos evangélicos y católicos acojan la ocasión de la conmemoración común de los eventos históricos del pasado “para poner nuevamente a Cristo en el centro de sus relaciones”.
En esta misma línea, ha asegurado que las diferencias en cuestiones de fe y de moral, que todavía existen, “permanecen desafíos en el recorrido hacia la visible unidad, a la cual anhelan nuestros fieles”. El dolor es sentido especialmente –ha lamentado el Papa– por los esposos que pertenecen a confesiones diferentes. Por eso, ha indicado, es necesario empeñarse, con oración insistente y con todas las fuerzas, a superar los obstáculos todavía existentes, intensificando el diálogo teológico y reforzando la colaboración entre nosotros, sobre todo en el servicio a los que más sufren y en el cuidado de la creación amenazada.
Por otro lado, ha observado que lo que animaba e inquietaba a los Reformadores era, en el fondo, “indicar el camino hacia Cristo”. Es esto –ha precisado– lo que debe estar en el corazón también hoy, después de haber nuevamente emprendido, gracia a Dios, un camino común.
Este año de conmemoración nos ofrece la oportunidad de “cumplir un nuevo paso adelante, mirando al pasado sin rencores, pero según Cristo y en comunión en Él, para proponer de nuevo a los hombres y mujeres de nuestro tiempo la novedad radical de Jesús, la misericordia sin límites de Dios”. Precisamente lo que los Reformadores en su tiempo querían “estimular”. Aunque, ha reconocido que el hecho de que su llamada a la renovación haya suscitado desarrollos que han llevado a división entre los cristianos, “ha sido realmente trágico”.
Los creyentes –ha lamentado– ya no se han sentido más hermanos y hermanas en la fe, sino adversarios y competencia; durante demasiado tiempo han alimentado hostilidad y se han mezclado en peleas, fomentadas por intereses políticos y de poder, a veces incluso ni siquiera sin hacerse escrúpulos al usar violencia unos contra otros, hermanos contra hermanos.
Por otro lado, se ha mostrado agradecido con los presentes por tener intención de acercarse juntos, con humildad y franqueza, a un pasado que “nos duele”, y compartir un gesto importante de penitencia y reconciliación. Se refiere a una función evangélica, titulada “Resanar la memoria – testimoniar a Jesucristo”. Católicos y Evangélicos en Alemania, podrán así responder, en la oración, a la fuerte llamada que juntos advierten en el país originario de la reforma: “purificar en Dios la memoria para ser renovados interiormente y enviados por el Espíritu a llevar a Jesús al hombre de hoy”.
El re-descubrimiento de las fuentes comunes de la fe, el re-sanamiento de la memoria en la oración y en la caridad y la colaboración concreta en el difundir el Evangelio y servir a los hermanos “sean impulsos para proceder más rápidamente en el camino”.
Finalmente ha recordado que , en la realidad del único Bautismo que “nos hace hermanos y hermanas” y en la común escucha del Espíritu Santo, sabemos, en una diversidad ya reconciliada, apreciar los dones espirituales y teológicos que hemos recibido de la Reforma.

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Rocío Lancho García

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