Francisco en el ángelus: la fe pide dar el testimonio de la caridad

Texto completo. Caridad especialmente hacia los más débiles y los perseguidos. No quedarnos dentro de los límites de nuestra ‘iglesita pequeñita’ pero a dilatar la Iglesia a las dimensiones del Reino de Dios

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Concluida la santa misa en la basílica de San Pedro en agradecimiento por la canonización de dos santos canadienses, el santo padre Francisco rezó el ángelus desde la ventana de su estudio que da a la plaza de San Pedro, delante de miles de peregrinos que allí se habían congregado.

A continuación las palabras del Papa, antes y después de la oración del ángelus.

« Queridos hermanos y hermanas. En el evangelio de este domingo, Jesús nos habla de la respuesta que se da a la invitación de Dios –representado por un rey– a participar a un banquete nupcial.

La invitación tiene tres características fundamentales: la gratuidad, la amplitud, la universalidad. Los invitados son muchos, pero sucede algo sorprendente: ninguno de los elegidos acepta ir a la fiesta, tienen otras cosas que hacer, más aún, algunos muestran indiferencia y hasta fastidio. Dios es bueno hacia nosotros, nos ofrece gratuitamente su amistad, nos ofrece su alegría, la salvación, pero tantas veces no acogemos sus dones, ponemos en primer lugar nuestras preocupaciones materiales, nuestros intereses.

Algunos invitados incluso maltratan y asesinan a los siervos que llevan la invitación. No obstante la falta de adhesión de los llamados, el proyecto de Dios no se interrumpe. Delante del rechazo de los primeros invitados, él no se desanima, no suspende la fiesta pero repropone la invitación, ampliándola hasta más allá de los límites razonables y manda a sus siervos a las plazas y a los cruces de las rutas para reunir a todos aquellos que encuentren.

Se trata de gente común, pobres, abandonados y desheredados, más aún, ‘malos y buenos’, incluso los malos son invitados, sin distinción. Y la sala se llena con los ‘excluidos’. El Evangelio, rechazado por alguno, encuentra una acogida inesperada en tantos corazones.

La bondad de Dios no tiene fronteras y no discrimina a nadie: por esto el banquete de los dones del Señor es universal, universal para todos. A todos le da la posibilidad de responder a su invitación, a su llamado, a su caminata; nadie tiene el derecho de sentirse privilegiado o de revindicar una exclusiva. Todo esto nos induce a vencer la costumbre de colocarnos cómodamente en el centro, como hacían los jefes de los sacerdotes y fariseos.

Esto no se debe hacer, tenemos que abrirnos a las periferias, reconociendo también que quien está en los márgenes, más aún, quien es rechazado y despreciado por la sociedad, es objeto de la generosidad de Dios. Todos estamos llamados a no reducir el Reino de Dios dentro de los límites de nuestra ‘iglesita’, nuestra ‘iglesita pequeñita’, esto no sirve, pero a dilatar la Iglesia a las dimensiones del Reino de Dios.

Entretanto hay una condición: vestir el hábito nupcial. O sea dar testimonio concreto de la caridad concreta a Dios y al prójimo.

Confiamos a la intercesión María Santísima los dramas y las esperanzas de tantos hermanos y hermanas nuestros; excluidos, débiles, rechazados, despreciados, incluso aquellos que son perseguidos por motivo de su fe. Invocamos su protección en los trabajos del sínodo de los obispos reunidos estos dias en el Vaticano». 

Después de rezar la oración del ángelus:

«Queridos hermanos y hermanas, esta mañana en la ciudad de Sassari, ha sido proclamado beato el padre Francesco Zirano, de la Orden de los frailes menores conventuales: él prefirió ser asesinado antes que renegar a su fe. Demos gracias a Dios por este sacerdote mártir, heroico testimonio del Evangelio. Su fidelidad llena de coraje hacia Cristo ha sido un acto de gran elocuencia, especialmente en el actual contexto de despiadadas persecuciones contra los cristianos.

En este momento, nuestro pensamiento va a la ciudad de Génova, otra vez duramente golpeada por el aluvión. Prometo mi oración por la víctima y por todos los que han sufrido graves daños. La Virgen de la Guardia sostenga a la querida población genovesa en el empeño solidario, para que puedan superar esta dura prueba.

Recemos todos juntos a la Virgen de la Guardia. Ave María… María Madre, de la Guardia proteja a Génova.

Saludo a los peregrinos, especialmente a las familias y a los grupos parroquiales. En particular quiero saludar cordialmente al grupo de peregrinos canadienses, venidos a Roma con motivo de la canonización de san Francisco de Laval y santa María de la Encarnación. Que los nuevos santos susciten en el el corazón de los jóvenes canadienses el fervor apostólico.

Saludo al grupo del «Office Chrétien des personnes handicapées» que ha venido desde Francia; a las familias del Colegio Reinado del Corazón de Jesus, de Madrid; a los fieles de Segovia; a los polacos aquí presentes ;y a quienes han promovido especiales obras de caridad en ocasión de la Jornada del Papa.

Saludo al numeroso grupo de la ‘Associazione Amici di San Colombano per l’Europa’, que han venido en ocasión de la apertura del del XIV centenario de la muerte de San Colombano, gran evangelizador del Continente europeo.

Saludo a las Hijas de María Auxiliadora, que están participando al capítulo general; a los fieles de la parroquia de Santa María Inmaculada de Carenno; a los representantes de la diócesis de Lodi reunidos en Roma para la ordenación episcopal de su Pastor; y a los fieles de Bergamo y Marne».

Y el Papa deseó a todos un buen domingo y añadió: “Por favor les pido que recen por mí”. Y concluyó con su “Buon pranzo e arrivederci».

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ZENIT Staff

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