Francisco en Sta. Marta: Jesús nos pide amar a los enemigos

El Santo Padre en la homilía de este jueves, indica que el camino cristiano significa hacer el bien también a quien no nos ama

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Amar a los enemigos. El santo padre Francisco ha recordado esta mañana en la homilía de Santa Marta este mandato de Jesús. Así, el Papa ha subrayado que sólo con un corazón misericordioso podremos realmente seguir a Jesús. Porque la vida cristiana no es una vida autoreferencial, sino que es don hasta el final, sin egoísmo.

El papa Francisco ha indicado que Jesús nos pide que recemos por quien nos trata mal y ha destacado los verbos utilizados por el Señor: «Amad, hacer el bien, bendecir, rezar» y «no rechazar». Es darse a sí mismo, dar el corazón, precisamente a los que no nos quieren, que nos hacen mal, a los enemigos. Esta –ha especificado– es la novedad del Evangelio. Del mismo modo, el Santo Padre ha señalado que Jesús nos muestra que no hay mérito en amar a quien nos ama, porque eso también lo hacen los pecadores. Los cristianos, sin embargo, estamos llamados a amar a nuestros enemigos. «Hacer el bien y prestar sin esperar nada a cambio, sin intereses y la recompensa será grande», ha recordado. A continuación, el Pontífice ha reconocido que «el Evangelio es una novedad. Una novedad difícil de llevar adelante. Pero significa ir detrás de Jesús».

Y podríamos decir: «‘¡Pero, yo… yo no creo que sea capaz de hacerlo!’ – ‘Si no lo crees, es tu problema, pero el camino cristiano es este Este es el camino que Jesús nos enseña.  ‘¿Y qué debo esperar?’ Ir sobre el camino de Jesús, que es la misericordia; ser misericordiosos como el Padre es misericordioso. Solamente con un corazón misericordioso podremos hacer todo aquello que el Señor nos aconseja. Hasta el final. La vida cristiana no es un vida autoreferencial; es una vida que sale de sí misma para darse a los otros. Es un don, es amor, y el amor no vuelve sobre sí mismo, no es egoísta: se da».

Francisco ha querido recordar también en la homilía que Jesús nos pide que seamos misericordiosos y no juzguemos. Muchas veces «parece que hemos sido nombrados jueces de los otros: chismorreando, hablando mal… juzgamos a todos», ha advertido. Y sin embargo el Señor nos dice: «No juzguéis y no seréis juzgados. Non condenéis y no seréis condenados». Del mismo modo que nos pide que perdonemos y así seremos perdonados. El Pontífice ha observado que «todos los días lo decimos en el Padre Nuestro: ‘Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos’. Si yo no perdono, como puedo pedir al Padre: ‘¿Me perdonas?'».

De este modo, Francisco ha proseguido indicando: «Esta es la vida cristiana. ‘Pero, padre,esto es una estupidez’ – ‘Sí’. Hemos escuchado, estos días, a San Pablo que decía lo mismo: ‘La estupidez de la Cruz de Cristo’, que no tiene nada que ver con la sabiduría del mundo. ‘Pero, padre, ¿ser cristiano es convertirse en un estúpido, en un cierto sentido?’ – ‘Sí’. En un cierto sentido, sí. Es renunciar a esa astucia del mundo para hacer todo lo que Jesús nos dice que hagamos y que si hacemos las cuentas, si hacemos un balance parece que no sale a nuestro favor».

Por eso, el Papa ha aclarado que este es el camino de Jesús: «la magnanimidad, la generosidad, el darse a sí mismo sin medida». Y por esto, «Jesús ha venido al mundo, y así lo ha hecho Él: ha dado, ha perdonado, no ha hablado mal de nadie, no ha juzgado». Francisco ha reconocido que «ser cristiano no es fácil» y nosotros «podemos hacernos cristianos» solo «con la gracia de Dios» y no «con nuestras fuerzas».

Para concluir la homilía, el Obispo de Roma ha propuesto hacer una oración todos los días: «Señor, dame la gracia de volverme un buen cristiano, una buena cristiana, porque yo no puedo». Así, ha añadido que «una primera lectura de esto asusta, asusta. Pero si nosotros tomemos el Evangelio y hagamos una segunda, una tercera, una cuarta lectura del capítulo sexto de San Lucas. Hay que hacerlo; y pidamos al Señor la gracia de entender qué es ser cristiano, y también la gracia que Él nos haga, a nosotros, cristianos. Porque nosotros no podemos hacerlo solos».

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ZENIT Staff

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