Francisco improvisa su homilía en Tacloban, la zona del ciclón

Texto completo. El Santo Padre explica que Jesús reina desde la cruz y no defrauda. Tras la comunión, el Pontí­fice agradece al Señor por no dejarnos huérfanos

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

Este sábado, a las 8,15 locales, el papa Francisco ha dejado Manila para ir, a bordo de un avión de las Philippine Airlines, a la ciudad de Tacloban, capital de la isla de Leyte, que en noviembre de 2013 fue devastada por el tifón Haiyan. A su llegada ha sido recibido por el arzobispo de Palo, Mons. John F. Du, por el Gobernador de Leyte, y los alcaldes de Tacloban y Palo.

A las 10 horas, el Santo Padre ha presidido la misa en una zona adyacente al aeropuerto internacional. Durante la celebración eucarística, después de la proclamación del Evangelio, el Pontífice ha pronunciado la siguiente homilía:

«If you allow me, I prefer today to speak in Spanish. I have a translator, a good translator. May I do that? May I? [aplausos] Thank you very much«(Si me permiten, prefiero hoy hablar en español. Tengo un traductor, un buen traductor. ¿Puedo hacer esto? Puedo? Muchas gracias)

A continuación, el Papa ha proseguido en español:

«En la Primera Lectura escuchamos que se dice que tenemos un Gran Sacerdote, que es capaz de…» 

Tras beber un poco de agua, Francisco ha decidio seguir sin leer el texto preparado. Estas han sido sus palabras, pronunciadas en español:

«Jesús es como nosotros. Jesús vivió como nosotros. Es igual a nosotros, en todo, en todo menos en el pecado, porque él no era pecador. Pero para ser más igual a nosotros, se vistió, asumió nuestro pecado. Se hizo pecado. Y eso lo dice Pablo, que lo conocía muy bien.

Y Jesús va delante nuestro siempre. Y cuando nosotros pasamos por alguna cruz, él pasó primero.

Y si hoy todos nosotros nos reunimos aquí, 14 meses después, 14 meses después que pasó el tifón Yolanda, es porque tenemos la seguridad de que no nos vamos a frustrar en la fe. Porque Jesús pasó primero. En su pasión, él asumió todos nuestros dolores.

Y cuando… Permítanme esta confidencia… Cuando yo vi desde Roma esta catástrofe, sentí que tenía que estar aquí [aplausos], y ese día, esos días, decidí hacer el viaje aquí [aplausos].Quise venir para estar con ustedes. ‘Un poco tarde’, me dirán. Es verdad… Pero estoy. [aplausos] Estoy para decirles que Jesús es el Señor, que Jesús no defrauda. [aplausos]

‘Padre’, me puede decir uno de ustedes, ‘a mí me defraudó, porque perdí mi casa, perdí mi familia, perdí lo que tenía, estoy enfermo…’. Es verdad eso que me decís, y yo respeto tus sentimientos. Pero lo miro, ahí, clavado, y desde ahí no nos defrauda. [aplausos] Él fue consagrado Señor en ese trono, y ahí pasó por todas las calamidades que nosotros tenemos. Jesús es el Señor. Y es Señor desde la cruz, ¡ahí reinó!

Por eso él es capaz de entendernos, como escuchamos en la Primera Lectura. Se hizo en todos igual a nosotros. Por eso tenemos un señor que es capaz de llorar con nosotros, que es capaz de acompañarnos en los momentos más difíciles de la vida.

Tantos de ustedes han perdido todo. Yo no sé qué decirles. Él sí sabe qué decirles. Tantos de ustedes han perdido parte de la familia… Solamente guardo silencio. Los acompaño con mi corazón en silencio. Tantos de ustedes se han preguntado mirando a Cristo ‘¿por qué, Señor?’ Y a cada uno, el Señor responde en el corazón desde su corazón.

Yo no tengo otras palabras que decirles. Miremos a Cristo. Él es el Señor, y él nos comprende, porque pasó por todas las pruebas que nos sobrevienen a nosotros. Y junto a él, en la cruz, estaba la Madre.

Nosotros somos como ese chico que está allí abajo, que en los momentos de dolor, de pena, en los momentos que no entendemos nada, en los momentos que queremos revelarnos… solamente nos viene tirar la mano y agarrarnos de su pollera. Y decirle ‘Mamá’. Como un chico, cuando tiene miedo, dice ‘mamá’. Es quizás la única palabra que puede expresar lo que sentimos en los momentos oscuros: ‘Madre, mamá’.

Hagamos juntos un momento de silencio. Miremos al Señor. Éll puede comprendernos, porque pasó por todas las cosas. Y miremos a nuestra madre, y como el chico que está abajo, agarrémonos de la pollera. Con el corazón, digámosle: ‘Madre’. En silencio, hagamos esta oración. Cada uno dígale lo que siente… [silencio]

No estamos solos. Tenemos una madre, tenemos a Jesús, nuestro hermano mayor. No estamos solos.

Y también tenemos muchos hermanos, que en este momento de catástrofe vinieron a ayudarnos. Y también nosotros nos sentimos más hermanos, que nos hemos ayudado unos a otros. Esto es lo único que me sale decirles. Perdónenme si no tengo otras palabras. Pero tengan la seguridad de que Jesús no defrauda. Tengan la seguridad que el amor y la ternura de Nuestra Madre no defrauda.

Y agarrados a Ella como hijos, y con la fuerza que nos da Jesús, nuestro hermano mayor, sigamos adelante. Y como hermanos, caminemonos. Muchas gracias».

Tras la comunión, el Santo Padre ha improvisado también las siguientes palabras:

«Acabamos de celebrar la pasión, muerte y resurrección de Cristo. Jesús nos precedió en el camino y nos acompaña en cada momento que nos reunimos para orar y celebrar. Gracias Señor, por estar hoy con nosotros. Gracias Señor, por estar hoy con nosotros. Gracias Señor, por compartir nuestro dolor. Gracias Señor, por darnos esperanza. Gracias Señor, por tu gran misericordia. Gracias Señor, porque quisiste ser como uno de nosotros. Gracias Señor, porque siempre estás cercano a nosotros. Aun en los momentos de cruz. Gracias Señor, por darnos la esperanza. Señor, que no nos roben la esperanza. Gracias Señor, porque en el momento más oscuro de tu vida, en la cruz, te acordaste de nosotros y nos dejaste una madre, tu madre. Gracias Señor, por no dejarnos huérfanos».

(Transcripción desde el audio realizada por ZENIT)

© Copyright – Libreria Editrice Vaticana

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

ZENIT Staff

Apoye a ZENIT

Si este artículo le ha gustado puede apoyar a ZENIT con una donación