Santa María Goretti, su cuerpo en una urna en el santuario de Nettuno (Foto santuario)

Santa María Goretti, su cuerpo en una urna en el santuario de Nettuno (Foto santuario)

Francisco: Seamos como santa María Goretti, 'testimonios del perdón'

Recuerda que la santa al morir perdonó al asesino que intentó violarla

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(ZENIT – Roma).- El papa Francisco con motivo de la fiesta de santa María Goretti que se celebra hoy miércoles, ha pedido que a imitación de ella seamos “testimonios del perdón”. Lo hizo en un mensaje que envió días atrás a los obispos de las localidades italianas de Albano y Latina señalando que la santa (1890-1902) fue asesinada por oponerse a un intento de violencia.
El Santo Padre recuerda también la pobreza que vivió la joven, así como el fervor en recibir la eucaristía con el que suplió la dificultad de poder hacerlo con frecuencia. Y subraya las palabras de perdón hacia aquel que la asesinó en el intento de violarla.
Texto de carta enviada por el Papa:
“Me han indicado que durante este Jubileo de la Misericordia vuestras comunidades han querido dar una mirada de particular atención a Santa María Goretti, venerada como patrona de vuestras Iglesias particulares. La pobreza y la urgente necesidad de trabajo llevaron a la familia Goretti a emigrar de la nativa Corinaldo (en la región Marche) hacia el agro romano, primero y después en el corazón de aquella que en esa época eran los pantanos de Pontina, tierras fértiles pero insidiosas debido a la malaria.
Lagrimas y pobreza, acompañaban ayer, como dramáticamente aún hoy, los caminos de familias y de pueblos que tienen en su origen las más diversas causas, entre las cuales la pobreza (cf. Amoris Laetitia n. 46).
Es una circunstancia que nos hace sentir aún más cerca de esta joven que como hacían en su familia, ustedes siguen llamandola Marietta. La familia vivió con dignidad esta situación y mientras la mamá Asunta se ocupaba del trabajo, Marietta se ocupaba de los hermanos y de la casa.
Es conmovedor el fervor con el cual Marietta se preparó para recibir por primera vez la Eucaristía y con la cual, a continuación, se acercaba a la mesa eucarística. Aunque si bien,  debido la situación de los lugares y las circunstancias de su vida, se pudo alimentar de Cristo solamente otras pocas veces, un testigo recuerda a este propósito esta significativa expresión de la pequeña Goretti: ‘¿Cuándo vamos a comulgar? No veo la hora! Al numero por lo tanto suplió la intensidad de amor por Jesús Eucarístico, sin cuya fuerza no habría podido tomar la decisión fundamental de su breve existencia, para la cual el venerable Pio XII, el día de su canonización, podía afirmar que la cándida azucena de su virginidad se había empapado de la sangre de los mártires.
Me gusta hoy poner en evidencia que en el momento que herida a muerte se cumpiló la decisión suprema de su vida, Marietta no pensaba más a sí misma, pero a salvar a quien la golpeaba a muerte: ‘Así vete al infierno…’ repetía Alessandro Serenelli. Conocemos incluso las palabras de perdón que ella tuvo por él. En el lecho de muerte al capellán del hospital de Nettuno le dijo: ‘Lo perdono y lo quiero conmigo en el paraíso’.
En la bula Misericordiae Vultus he subrayado que “el perdón (…) se vuelve la expresión más evidente del amor misericordioso y para nosotros los cristianos es un imperativo del cual no podemos prescindir. Tantaas veces que dificil nos resulta perdonar. Y entrentanto el perdón es el instrumento puesto en nuestras frágiles manos para alcanzar la serenidad del corazón”.
Justamente esta generosísima oferta de perdón acompaña la muerte serena de la joven Marietta y constituye para su asesino el inicio de aquel sincero camino de conversión que, al final, lo concucirá a degustar con confianza el abandono en los brazos del Padre de las misericordias.
Sé que muchos, junto a vuestros obispos y sacerdotes, se reunirán en los lugares relacionados a la memoria de Marietta: en Le Ferriere, donde fue herida mortalmente; en la ‘tienda del perdón’ en Nettuno, donde murió; en el santuario de la Virgen de las Gracias y de Santa María Goretti, donde se venera su cuerpo. Este ir a los lugares en donde su memoria está viva, les estimule a empeñarse, como la santa que veneran, a ser testimonios del perdón.
Como he escrito en la bula Misericordia Vultus, ha “llegado nuevamente para la Iglesia el tiempo de encargarse del anuncio del perdón con alegría. Es el tiempo de retornar a lo esencial para hacernos cargo de las debilidades y de las dificultades de nuestros hermanos. El perdón es una fuerza que resucita a la vida nueva e infunde el coraje para mirar al futuro con esperanza”. Este es el deseo con el cual, de corazón, les hago llegar mi saludo y mi bendición,  junto al pedido de que no se olviden de rezar por mi”.
(Traducción del texto realizada por ZENIT)

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ZENIT Staff

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