Francisco: 'No se puede entender a Jesús sin su Madre'

En la homilí­a del primer dí­a del año, el Papa destaca el vínculo inseparable entre Cristo y la Iglesia, un reflejo del que existe entre el Señor y la Santí­sima Virgen

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Con motivo de la Solemnidad de María Madre de Dios y de la 48 Jornada Mundial de la Paz, que se celebran de forma conjunta el primer día del año, el papa Francisco ha presidido este jueves la Santa Misa en la basílica vaticana de San Pedro. 

En su homilía, el Santo Padre ha afirmado que «ninguna otra criatura ha visto brillar sobre ella el rostro de Dios como María, que dio un rostro humano al Verbo eterno, para que todos lo puedan contemplar». Así, ha indicado que «Cristo y su Madre son inseparables». 

El Pontífice ha explicado que «la Santísima Virgen es la mujer de fe que dejó entrar a Dios en su corazón, en sus proyectos; es la creyente capaz de percibir en el don del Hijo el advenimiento de la «plenitud de los tiempos» (Ga 4,4), en el que Dios, eligiendo la vía humilde de la existencia humana, entró personalmente en el surco de la historia de la salvación». Por eso, ha destacado que «no se puede entender a Jesús sin su Madre». 

También Cristo y la Iglesia son inseparables, ha señalado el Papa, y no se puede entender la salvación realizada por Jesús sin considerar la maternidad de la Iglesia. Ya que, separar a Jesús de la Iglesia sería introducir una «dicotomía absurda», como escribió el beato Pablo VI.

«Nuestra fe no es una idea abstracta o una filosofía, sino la relación vital y plena con una persona: Jesucristo, el Hijo único de Dios que se hizo hombre, murió y resucitó para salvarnos y vive entre nosotros», ha enfatizado Francisco, y ha reiterado que «es la Iglesia quien lo anuncia; es en la Iglesia donde Jesús sigue haciendo sus gestos de gracia que son los sacramentos».

De ahí que haya subrayado que «ninguna manifestación de Cristo, ni siquiera la más mística, puede separarse de la carne y la sangre de la Iglesia, de la concreción histórica del Cuerpo de Cristo. Sin la Iglesia, Jesucristo queda reducido a una idea, una moral, un sentimiento. Sin la Iglesia, nuestra relación con Cristo estaría a merced de nuestra imaginación, de nuestras interpretaciones, de nuestro estado de ánimo». 

El Santo Padre ha deseado que «esta madre dulce y premurosa nos obtenga la bendición del Señor para toda la familia humana». «De manera especial hoy, Jornada Mundial de la Paz, invocamos su intercesión para que el Señor nos de la paz en nuestros días: paz en nuestros corazones, paz en las familias, paz entre las naciones», ha apuntado. 

«Todos –ha recordado el Pontífice– estamos llamados a ser libres, todos a ser hijos y, cada uno de acuerdo con su responsabilidad, a luchar contra las formas modernas de esclavitud. Desde todo pueblo, cultura y religión, unamos nuestras fuerzas. Que nos guíe y sostenga Aquel que para hacernos a todos hermanos se hizo nuestro servidor».

Tras relatar la historia del valiente pueblo de Éfeso, el Obispo de Roma ha concluido sus palabras invitando a los presentes a ponerse de pie, contemplar a María y repetir tres veces el hermoso saludo de la primera Iglesia: ‘Santa Madre de Dios’. 

Leer también: Texto completo de la homilí­a del Papa en la fiesta de Marí­a Santí­sima, Madre de Dios

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ZENIT Staff

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