Francisco recibe la Copa Libertadores de manos del San Lorenzo

En la catequesis de hoy Francisco habla de su viaje a Corea y da las gracias por las oraciones y el pésame por sus familiares fallecidos

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«Gracias por condolencias por mis familares. También el Papa tiene una familia». Con estas palabras, el santo padre Francisco ha agradecido las oraciones y el pésame recibido por los parientes que fallecieron ayer en un accidente de tráfico. Uno de sus sobrinos, junto con su mujer y sus dos hijos pequeños tuvieron un accidente de tránsito. La esposa y los dos niños murieron, mientras que su sobrino está en estado grave.

Lo ha hecho durante la audiencia general de los miércoles, que ha retomado esta mañana tras el viaje a Corea. En esta ocasión ha sido en el Aula Pablo VI, como ya hizo en la primera semana de agosto. A las 10.00 el Papa ha entrado en el atrio del Aula y ha comenzado a saludar a los peregrinos que se encontraban en el pasillo. Charlando con algunos unos instantes, dándoles la mano y bendiciendo a los más pequeños ha recorrido el espacio que le separada desde la entrada hasta el palco.

Entre los presentes en la audiencia, se encontraba el equipo de fútbol de San Lorenzo de Almagro, el club de Buenos Aires del que el Santo Padre es aficionado. Hasta Roma se han dirigido para presentarle al Pontífice la Copa Libertadores, que vencieron la semana pasada. Al concluir la audiencia, el Papa ha saludado a jugadores, entrenador y directivos, además ha podido tocar la Copa y hacerse una foto con ellos.

Entre los saludos que el Papa hace a los peregrinos de los distintos idiomas, hoy ha saludado especialmente a una familia francesa presente en la audiencia que ha venido a Roma con dos burros y seis hijos. «Pero los burros no han entrado», ha explicado al Papa entre risas. «Valientes» como un grupo de italianos que han llegado en canoa desde Loreto. A ellos el Papa también ha saludado de forma particular.

La catequesis de esta mañana del Santo Padre, ha sido una reflexión sobre el reciente viaje a Corea del Sur. De esta forma, Francisco lo ha explicado en el resumen hecho en español:

«A mi regreso del viaje apostólico a Corea, quiero dar gracias a Dios y a todos los que han contribuido a su realización, especialmente a los obispos coreanos, a la señora presidenta y a las autoridades locales.

Los dos acontecimientos principales de mi visita –la beatificación de 124 mártires y el encuentro con los jóvenes– me han permitido presentar a la Iglesia como una familia que transmite a las nuevas generaciones la fe recibida de sus antepasados. La memoria de los mártires, que fueron capaces de entregar sus vidas por aquello en lo que creían, constituye un ejemplo para los jóvenes de hoy y les da motivos para vivir con esperanza.

La Iglesia coreana nació de la fe de algunos fieles laicos que, fascinados por la sabiduría de las Escrituras, las estudiaron y las adoptaron como regla de vida. Sus aldeas se inspiraron en la comunidad apostólica de Jerusalén, que tenía todo en común. Por eso, he animado a los cristianos de hoy a ser solidarios con los más pobres y marginados.

Además, he tenido la oportunidad de hacer un llamamiento y una oración por la reconciliación de todos los hijos de la tierra coreana, que aún sufren las consecuencias de guerras y divisiones».

A continuación, ha saludado a los peregrinos de lengua española, «en particular a los grupos provenientes de España, Argentina y otros países latinoamericanos.  De modo especial, saludo a los campeones de América, al equipo de San Lorenzo, aquí presentes, que es parte de mi identidad cultural. Que la peregrinación al Sepulcro de los Apóstoles Pedro y Pablo aumente su fe y estimule su caridad para con los pobres y necesitados».  

Al finalizar los saludos en las distintas lenguas, el Santo Padre ha hecho una mención especial a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. «Hoy celebramos la memoria litúrgica de san Bernardo, abad y doctor de la Iglesia. Su amor a la Virgen, definida Stella maris, inspire la vida cristiana de cada uno: aprendamos a mirar y a invocar a María para no ser vencidos por el pecado y poder vivir de los frutos de la gracia que nos dona su Hijo Jesús».

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Staff Reporter

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