El papa en el Aula Pablo VI (Copyright Foto archivo Osservatore

El papa en el Aula Pablo VI (Copyright Photo.va archivo Osservatore Romano)

Francisco: un laico formado no necesita un obispo-piloto

El Santo Padre abre la Asamblea de la Conferencia Episcopal Italiana y reflexiona sobre la sensibilidad eclesial y el sentido de colegialidad 

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Nuestra vocación cristiana y episcopal es ir contracorriente, en este momento histórico en el que a menudo estamos rodeados de noticias desalentadoras, de situaciones locales e internacionales que nos hacen experimentar aflicciones y tribulaciones. Así lo ha recordado el santo padre Francisco en su discurso en la apertura de la Asamblea de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI). El encuentro se celebra en el Vaticano desde hoy y hasta el 21 de mayo sobre el tema “Verificación de la recepción de la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium”.

Se nos pide “consolar, ayudar, animar, sin ninguna distinción, a todos nuestros hermanos oprimidos bajo el peso de sus cruces, acompañándolos, sin cansarse nunca de trabajar para levantarles con  la fuerza que viene solo de Dios”, ha asegurado Francisco. Del mismo modo, ha advertido que es muy feo encontrar un consagrado “abatido, desmotivado o apagado: es como un pozo seco donde la gente no encuentra agua para saciarse”.  

A continuación, el Papa ha expuesto a los presentes algunas de sus preguntas y reflexiones sobre el argumento elegido para la Asamblea. Así, ha indicado que sus interrogantes y sus preocupaciones nacen de una visión global y sobre todo de los innumerables encuentros que ha tenido en estos dos años con las Conferencia Episcopales, donde “he notado la importancia de lo que se puede definir coma la sensibilidad eclesial: o sea, apropiarse de los mismos sentimientos de Cristo, de humildad, de compasión, de misericordia, de concreción y de sabiduría”.

Francisco ha hablado de una sensibilidad eclesial que “conlleva también no ser tímidos o irrelevantes en el rechazar o derrotar una mentalidad difundida de corrupción pública y privada que ha conseguido empobrecer, sin ninguna vergüenza, familias, jubilados, trabajadores honestos, comunidades cristianas, descartando a los jóvenes, privados sistemáticamente de cualquier esperanza sobre su futuro, y sobre todo, marginando a los débiles y a los necesitados”.     

Una sensibilidad eclesial –ha proseguido– que, como buenos pastores, nos hace salir hacia el pueblo de Dios para defenderlo de las colonizaciones ideológicas que le quitan la identidad y la dignidad humana.

Por otro lado, el Pontífice ha asegurado que la sensibilidad eclesial se manifiesta también en las elecciones pastorales y en la elaboración de los documentos, donde “no debe prevalecer el aspecto teórico-doctrinal abstracto” sino que “debemos perseguir el esfuerzo de traducirlos en propuestas concretas y comprensibles”.

Además, el Santo Padre ha indicado que la sensibilidad eclesial y pastoral se concretiza también “al reforzar el papel indispensable de los laicos dispuestos a asumir las responsabilidad que les conciernen”. En realidad, ha afirmado el Papa, los laicos que tienen una formación cristiana auténtica, no deberían necesitar el obispo-piloto o del monseñor-piloto o de un estímulo clerical para asumir las propias responsabilidades a todos los niveles. Sin embargo, ha exclamado, ¡todos necesitan al obispo pastor!

Finalmente, “la sensibilidad eclesial se revela concretamente en la colegialidad y en la comunión entre los obispos y sus sacerdotes; en la comunión entre los obispos; entre las diócesis ricas –material y vocacionalmente– y las que están en dificultad; entre las periferias y el centro; entre las conferencias episcopales y los obispos con el sucesor de Pedro”, ha explicado Francisco.  

Haciendo referencia a la colegialidad, el Papa ha observado que se nota en varias partes del mundo un debilitamiento generalizado. “Falta la costumbre de verificar la recepción de programas y la actuación de proyectos”, ha advertido. De este modo ha puesto un ejemplo: “Se organiza un congreso o un evento que, destacando las voces habituales, narcotiza la comunidad, homogeneizando elecciones, opiniones y personas” en vez de “dejarse transportar hacia esos horizontes donde el Espíritu Santo nos pide ir”.

A continuación, ha planteado dos preguntas: ¿por qué se dejan envejecer tanto los Institutos religiosos, monasterios, congregaciones, hasta el punto de no ser casi testimonios evangélicos fieles al carisma fundacional? ¿por qué no los reúnen antes de que sea tarde bajo tantos puntos de vista?

El Santo Padre se ha detenido en este punto, “después de haber querido ofrecer solamente algunos ejemplos sobre la sensibilidad eclesial debilitada por el continuo debate con los enormes problemas mundiales y la crisis que no escatima ni siquiera en la misma identidad cristiana y eclesial”.

                    

                    

                    

 

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Staff Reporter

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