Funeral de una mística italiana, Natuzza Evolo

“Para nosotros ella ya es santa, pues está en el paraíso”, asegura su obispo

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ROMA, miércoles 4 de noviembre de 2009 (ZENIT.org).- Unas 30 mil personas de toda Italia e incluso del extranjero desafiaron este martes la lluvia de Calabria, en el sur de Italia, para unirse al funeral de Natuzza Evolo, considerada como una mística de los tiempos modernos, madre de familia y fundadora de los Cenáculos de Oración.

«Para nosotros ella ya es santa, pues está en el paraíso», dijo en la homilía del funeral el obispo de Mileto, monseñor Luigi Renzo.

Según el testimonio de las numerosas personas que acudían a pedirle oraciones o consejo, en su cuerpo aparecían en el período de cuaresma heridas sangrantes por las que nunca se encontró una justificación científica.

Con frecuencia, se ha dicho que ha sufrido los estigmas de la Pasión de Cristo, y que vivía momentos de arrobo místico. El primer caso de este tipo se registró el 26 de julio de 1936, cuando durante siete horas los médicos trataron de comprender qué le sucedía, según ha documentado «Avvenire», el diario de la Conferencia Episcopal Italiana.

El caso más significativo se verificó en 1944, cuando Natuzza reveló que había tenido una visión en la que se le pedía construir «una gran casa para aliviar las necesidades de jóvenes y enfermos y de los necesitados, con una gran iglesia que se llamará ‘Corazón Inmaculado de María, refugio de las almas'».

El 13 de mayo de 1987, el entonces obispo de Mileto, monseñor Domenico Tarcisio Cortese, aprobó el nacimiento de una asociación, hoy fundación, que llevaba ese nombre y que buscaba, entre otras cosas, realizar esta obra.

Ante las obras de construcción de esa institución, en Paravati, pequeño pueblo junto a Mileto, al aire libre, se celebró la liturgia fúnebre por Natuzza, fallecida a los 85 años, el 1 de noviembre. Cuando se anunció la noticia de su muerte, en el día de los santos, las campanas repicaron festivas.

«Me preguntan qué piensa la Iglesia de mamá Natuzza –reconoció monseñor Renzo en la homilía del funeral– y la respuesta está en la participación en esta ceremonia de tantos hermanos obispos».

Junto al prelado, en el altar, se encontraban cinco obispos italianos: los pastores de las diócesis de Locri-Gerace, Catanzaro-Squillace, y Lamezia, y dos obispos eméritos. Les rodeaban, además, más de cien sacerdotes.

Natuzza, casada con un carpintero, con quien tuvo cinco hijos, desde la adolescencia experimentó fenómenos inexplicables, considerados por algunos como paranormales.

«Son fenómenos de gran sugestión o incluso podría decirse de sensacionalismo, pero son marginales –aseguró el obispo–. Natuzza no es grande por estos fenómenos, aunque sean apantallantes. Natuzza es grande por su fe, por su amor, y por el ‘sí’ total que dio a Jesús sufriente».

Monseñor Renzo reveló en la homilía que «Natuzza, mujer débil de salud, pero fuerte por su fe, mostró su valentía, su grandeza de espíritu, sobre todo en el momento de la muerte. En ese momento me testimonió a mí y a los que se acercaron a su lecho de agonía, su nivel espiritual y cómo su fe y su amor lo eran todo para ella».

Ahora, como herencia de la humilde mística, quedan sus Cenáculos de Oración (http://www.rifugiodelleanime.org)

Por Jesús Colina

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ZENIT Staff

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