Generemos confianza

Reflexiones del obispo Arizmendi Esquivel

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VER

En la actual campaña política, los partidos se están dando “hasta con la cubeta”. En sus anuncios publicitarios, que ya nos están fastidiando, sólo se dedican a atacarse unos a otros, como si el propio partido fuera impoluto, en vez de hacer propuestas a la ciudadanía. Con esto, no se dan cuenta de que están provocando que la gente desconfíe más de ellos mismos y de todo el sistema de partidos.

¡Cuánto daño nos hace desconfiar de todo y de todos! Obviamente no podemos ser ingenuos y pensar que todo está bien, que no hay problemas, que en la Iglesia todos somos santos, que los del gobierno son muy honestos y fieles cumplidores de sus responsabilidades, que las votaciones son ejemplares en transparencia, que la economía nacional va en auge, que los líderes políticos son impecables… No. No es así, lamentablemente. Pero tampoco nos podemos ir al otro extremo: afirmar que todo es corrupción y mentira, que lo único que prevalece son intereses de personas y de grupos, que todos los ministros de la Iglesia son pederastas, que la Iglesia es sólo una institución de poder, o un sistema de enriquecimiento y de manipulación de los sencillos.

Hay personas que son incapaces de valorar lo bueno que se hace en el ambiente político, económico, cultural y eclesial. Tienen una actitud sistemática, arraigada en su mente y en su corazón, que les impide ver lo positivo que existe, los avances que tenemos, los cambios positivos que se han logrado. Aparecen como muy críticos, inconformes con el sistema, decididos a enfrentarse con cualquier persona que ejerza un poder, y son muy aplaudidos por quienes tienen la misma postura. En algunos casos, habría que analizar cómo fue la relación con su figura paterna, porque su rechazo a la misma, inconsciente e involuntaria, les genera actitudes de oposición a cualquier autoridad, civil o eclesial. Son mecanismos muy estudiados por la psicología, y se necesita mucha humildad y sabiduría para manejarlos y asumir actitudes más equilibradas. Ni todo es blanco, ni todo es negro.

PENSAR

Nuestro país está sufriendo una grave crisis de confianza en nosotros mismos, en nuestras autoridades e instituciones. Por ello, los obispos mexicanos, al término de la reciente asamblea plenaria, emitimos un documento que, ya en su título, nos indica lo que intentamos decir a nuestro pueblo: ¡Sin confianza y participación no se avanza!

Decimos: “Los obispos de México somos conscientes del creciente reclamo de los ciudadanos que, cada vez con mayor insistencia, piden ser escuchados y atendidos, sobre todo por quienes se han comprometido a servir al pueblo. No hay razón para oídos sordos. Un pueblo sin confianza alimenta la indiferencia, el desaliento o la agresividad. El mal no tiene la última palabra. ¡Nos urge la honestidad!

No nos acostumbremos a lo que destruye la dignidad del ser humano y el valor de la vida: la injusticia, la corrupción, la violencia, la impunidad… Todo esto provoca la desconfianza y desalienta la participación.

¡Los obispos queremos ayudar a restaurar la confianza de nuestro pueblo! Esa es nuestra misión. La confianza se gana hablando con la verdad, cumpliendo los compromisos, construyendo la justicia y respetando la vida; a ejemplo de Cristo, en quien todos confiaron viéndolo hacer el bien. Los mexicanos podemos reconocer el bien y vivirlo”.

ACTUAR

¿Cómo generar confianza? Empecemos en casa. Tu esposa, tu esposo, tus hijos, tus padres, tus familiares, tus vecinos, ¿te tienen confianza, o desconfían de ti? Gánate su confianza diciendo siempre la verdad, cumpliendo tus obligaciones, llegando a tiempo, siendo fiel y comprensivo, respetando los derechos de los otros.

¿Tienes un cargo de autoridad, eres líder social o político? No prometas lo que no puedes cumplir, atiende a las necesidades de quienes dependen de ti, escucha y da razones de por qué algunas cosas no se pueden hacer, no robes ni corrompas a tu alrededor, ama la verdad, la justicia, la humildad y lleva una vida austera. No provoques desconfianzas.

Los servidores de la Iglesia, tengamos un corazón abierto a quienes necesiten nuestra cercanía.

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Felipe Arizmendi Esquivel

Nació en Chiltepec el 1 de mayo de 1940. Estudió Humanidades y Filosofía en el Seminario de Toluca, de 1952 a 1959. Cursó la Teología en la Universidad Pontificia de Salamanca, España, de 1959 a 1963, obteniendo la licenciatura en Teología Dogmática. Por su cuenta, se especializó en Liturgia. Fue ordenado sacerdote el 25 de agosto de 1963 en Toluca. Sirvió como Vicario Parroquial en tres parroquias por tres años y medio y fue párroco de una comunidad indígena otomí, de 1967 a 1970. Fue Director Espiritual del Seminario de Toluca por diez años, y Rector del mismo de 1981 a 1991. El 7 de marzo de 1991, fue ordenado obispo de la diócesis de Tapachula, donde estuvo hasta el 30 de abril del año 2000. El 1 de mayo del 2000, inició su ministerio episcopal como XLVI obispo de la diócesis de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, una de las diócesis más antiguas de México, erigida en 1539; allí sirvió por casi 18 años. Ha ocupado diversos cargos en la Conferencia del Episcopado Mexicano y en el CELAM. El 3 de noviembre de 2017, el Papa Francisco le aceptó, por edad, su renuncia al servicio episcopal en esta diócesis, que entregó a su sucesor el 3 de enero de 2018. Desde entonces, reside en la ciudad de Toluca. Desde 1979, escribe artículos de actualidad en varios medios religiosos y civiles. Es autor de varias publicaciones.

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