Genética sin ética: grave amenaza para el hombre; advierte el Papa

Mensaje a la Semana Social de los católicos en Francia

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CIUDAD DEL VATICANO, 26 noviembre 2001 (ZENIT.org).- «Hoy día la dignidad del hombre está amenazada», constató con grave preocupación Juan Pablo II este fin de semana al afrontar en un articulado mensaje los nuevos desafíos que plantea la investigación con embriones humanos.

«Hoy día surge una nueva tentación: la de arrogarse el derecho de fijar, de determinar el umbral de humanidad de una existencia singular», constata el pontífice.

Son palabras contenidas en un mensaje que el Santo Padre dirigió a Michel Camdessus, presidente de la Semana Social de los católicos en Francia, que se celebró del 23 al 25 de noviembre en París, con el tema «Biología, medicina y sociedad, ¿qué haremos con el hombre?».

La misiva pontificia dirigida al ex director general del Fondo Monetario Internacional y actual miembro del Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz, si bien fue escrita el 15 de noviembre, fue hecha pública en el encuentro, en vísperas de que un laboratorio privado de Estados Unidos anunciara este domingo la clonación del primer embrión humano.

El pontífice constata que cuando la ciencia «experimenta» con embriones humanos o cuando los «produce» por clonación, está manejando los destinos de personas humanas.

«Desde el momento en que el óvulo es fecundado, se inaugura una nueva vida que no es la del padre ni la de la madre, sino la de un nuevo ser humano que se desarrolla por sí mismo –recordó–. Jamás llegará a ser humano si no lo ha sido desde entonces».

«La genética moderna muestra que desde el primer instante se encuentra fijado el programa de lo que será ese viviente: una persona, un individuo con sus características ya bien determinadas», añadió citando el número 60 de su encíclica sobre la vida, la «Evangelium Vitae» (25 de marzo de 1995).

«Esto exige un respeto absoluto del ser humano, desde su fase embrionararia hasta el final de su existencia», aclaró.

Se trata, asegura, de un «ser que no puede ser considerado como un objeto o material de experimentación. Del mismo modo, es necesario tratar con respeto las células germinales humanas, en virtud del patrimonio humano del que son portadoras».

«Las hipotéticas ventajas para la humanidad o para el progreso de la investigación no pueden de ningún modo constituir un criterio decisivo de bondad moral», advierte el obispo de Roma.

Un ejemplo claro de esta amenaza, explicaa, es la práctica, común en numerosos países, «de descartar a las personas con discapacidades congénitas, que provocan el diagnóstico de pre-implantación y un desarrollo abusivo del diagnóstico prenatal».

Se trata «de auténtico eugenismo que lleva a una especie de anestesia de las conciencias, hiriendo gravemente además a las personas con discapacidades congénitas o a quien las acoge».

Por eso, el Papa Wojtyla aclara: «El desarrollo con objetivos selectivos del diagnóstico prenatal, el diagnóstico de pre-implantación, así como la utilización, la producción y la destrucción de embriones humanos con el simple objetivo de experimentación y obtención de células estaminales, constituyen graves atentados contra al respeto absoluto de toda vida y contra la grandeza de todo ser humano, que no depende de su aspecto exterior o de los lazos que mantiene con otros miembros de la sociedad».

El pontífice concluye invitando a los legisladores y a los políticos a intervenir, pues se trata de «una cuestión que sobrepasa la simple esfera científica»

«A la autoridad pública le corresponde el deber de actuar de manera que la ley civil sea reglamentada según las normas fundamentales de la ley moral en todo lo que concierne a los derechos del hombre, de la vida humana, y de la institución familiar»

«El porvenir del hombre y de la humanidad está en parte ligado a su capacidad para examinar rigurosamente las diferentes cuestiones bioéticas a nivel ético, sin tener miedo de poner en tela de juicio comportamientos que se han hecho corrientes».

Para despejar toda duda, el Papa hace en el texto un inciso dejando claro que «la Iglesia católica alienta la investigación en biomedicina cuando está orientada a la prevención y la curación de enfermedades, el alivio del sufrimiento y el bienestar del hombre».

Sabe que «si la investigación es llevada de una manera verdaderamente científica, siguiendo las normas de la moral, nunca estará realmente en conflicto con la fe»

Al mismo tiempo, «la Iglesia no ignora la complejidad en ocasiones dramática de situaciones vividas dolorosamente por las personas, asimismo es consciente de las presiones ejercidas por poderosos intereses económicos».

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ZENIT Staff

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