Giuseppe Liberto, el maestro de música del Papa (II)

Habla el director de la Capilla Sixtina, la más antigua «schola cantorum»

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CIUDAD DEL VATICANO, lunes 2 de marzo de 2009 (ZENIT.org).- En el siglo XVI, XVII, XVIII, muchos personajes ilustres llegaban a Roma para asistir en San Pedro a las ceremonias de la Semana Santa, celebradas por el Papa, y para escuchar el famoso Miserere de Allegri, que era interpretado el miércoles y el viernes santo. A esta tradición se liga un episodio muy significativo referido al joven Wolfgang Amadeus Mozart. 

Lo cuenta a ZENIT en este este encuentro-entrevista monseñor Giuseppe Liberto, que desde hace doce años dirige la «schola cantorum» del Papa, la más antigua de la historia que actualmente existe (la primera parte fue publicada en el servicio de ZENIT del domingo 1 de marzo). 

«En 1770, también Mozart llegó a Roma, acompañado por su padre, Leopold. Mozart tenía sólo 14 años pero su genio musical era ya conocido en toda Europa. Escuchó el canto del Miserere el miércoles santo, y experimentó una enorme impresión. Al regresar a su albergue, transcribió de memoria lo que había escuchado. Volvió a San Pedro el viernes y, tras esta segunda audición, perfeccionó lo que había escrito». 

«Es más, logró sacar de los Palacios Vaticanos la partitura de aquel Miserere y por ello habría debido incurrir en excomunión. Pero se cuenta que el Papa, informado de lo sucedido, en lugar de excomulgar al joven Mozart, lo premió con un prestigioso reconocimiento pontificio». 

A la pregunta de cuántos cantores componen actualmente la Capilla Musical Pontificia Sixtina, el maestro precisa que son unas 55 personas, de las que veinte son cantores adultos, profesionales, dependientes vaticanos, y cerca de 35 chicos, los «Pueri Cantores», que integran la sección de voces blancas. El origen de los «pueri cantores» (niños cantores) del Coro de la Capilla Sixtina se remonta al siglo VI. 

Luego, sobre todo en el Renacimiento, fueron sustituidos por cantantes castrados, pero Lorenzo Perosi, a principios del siglo XX, recuperó la costumbre antigua. Los «pueri cantores» no eran sin embargo miembros a todos los efectos de la Capilla, eran utilizados en ocasiones. Sólo en 1956 Domenico Bartolucci, los incluyó como cantores fijos. 

Monseñor Liberto explica que, para prepararse a compromisos artísticos importantes, los chavales «siguen un entrenamiento muy severo. Van a nuestra escuela interna, paritaria, en la que a las materias obligatorias se añade el estudio de la música. Reciben del Vaticano una beca integral, por tanto tienen todo gratis, clases y libros». 

«La escuela es de alto nivel, con profesores preparadísimos, y los chavales están muy cuidados, también porque sólo hay doce alumnos por clase. Tenemos dos clases de primaria y tres de secundaria. El primer año, los muchachos estudian solfeo y vocalización. Luego empiezan a ser incluidos en el coro. En la práctica, se convierten en pequeños profesionales». 

«Musicalmente son seguidos por monseñor Marcos Pavan, brasileño, que es un instructor extraordinario. Es una vocación adulta. Antes de ser sacerdote, era abogado y apasionado por la música. En Brasil estudió también canto lírico y formaba parte del coro del Teatro de la Ópera de San Pablo. Vino a Roma para completar sus estudios. Lo conocí en 1998 y me dí cuenta de que era un instructor ideal para los ‘pueri cantores’ de la Capilla Sixtina». 

Pero la actividad de la Capilla Musical Sixtina no se agota en la participación en las celebraciones litúrgicas del Papa. En este sentido, Liberto explica que «tenemos también una intensa actividad de conciertos en Italia y fuera. En los últimos diez años, hemos hecho giras por Japón, Hungría, Malta, España, Croacia, Albania, Alemania, Montenegro, y muchísimos conciertos en Roma y en varias ciudades italianas». 

Además, la tarea del director de la Capilla Sixtina no se limita sólo a la interpretación sino que también tiene la responsabilidad de componer las músicas para las diversas celebraciones. Como sucedía en el pasado. 

Música sacra y música santa

Monseñor Liberto cuenta que «se recuperan músicas del repertorio antiguo, pero a menudo se componen nuevas. Es un trabajo delicadísimo. No se trata de componer músicas para un concierto o para un espectáculo. Estas músicas nacen para la liturgia y, en la ejecución, se incluyen en la acción litúrgica y se hacen plegaria de la Iglesia. En general, por tradición, este género de música se llama ‘música sacra’. Me gusta reservar esta expresión para la música que tiene un contenido ‘genéricamente’ religioso. Mientras que, para la música dedicada a la liturgia, prefiero usar la expresión ‘música santa'». 

«Componer ‘música santa’ –confiesa el director de la Capilla Musical Sixtina– exige ciertamente profesionalidad, pero sobre todo conciencia de estar al servicio de la acción orante de la Iglesia que celebra el Misterio Pascual de Cristo. La música debe ayudar a orar a las personas de hoy. Por tanto, hay que buscar un lenguaje adecuado, que sea vivo y no arcaico». 

«Una óptima sugerencia para seguir este camino –añade– me la ofreció el mismo Santo Padre Benedicto XVI, que entiende mucho de música. Cada año ofrecemos al Papa, aquí, en la Capilla Sixtina, un concierto navideño. Es un encuentro entre el Papa y los componentes de su Capilla Musical. Al término del concierto, nos dirige siempre un discurso muy afectuoso». 

Monseñor Liberto revela que «hace un años, incluí en el programa también dos cantos navideños tradicionales italianos: ‘Tu scendi dalle stelle’ y ‘Astro del ciel’, que yo había armonizado con una forma algo moderna. Al término del concierto, el Papa me felicitó. Casi excusándome, le dije que, en el conjunto de las diversas piezas clásicas, quise incluir también aquellos dos cantos populares». 

«Bien, la música viene de ahí, del pueblo», dijo el Papa. «Pero –añadí– los he armonizado en una forma quizá un poco demasiado moderna». Y él respondió: «No, no, está bien así. Hay que mirar hacia adelante, expresarse con un lenguaje adecuado al tiempo en que vivimos», indicándome con estas palabras la justa regla que debe observar quien compone ‘música santa’ hoy». 

A la pregunta de cuánta música nueva ha compuesto, afirma: «Mucha. También porque en estos años se han dado diversos acontecimientos religiosos extraordinarios. Beatificación de figuras como el Padre Pío, el Gran Jubileo del año 2000, la muerte de Juan Pablo II, la elección de Benedicto XVI, etc. Para cada uno de estos eventos, había que preparar cantos apropiados a las diversas celebraciones». 

El director de la Capilla Musical Sixtina nos enseña las numerosas partituras de música que ha compuesto en estos años. Algunas ya han sido publicadas por la Librería Editorial Vaticana, en la colección «Liturgica Poliphonia». Entre ellas también la Missa Pie Iesu Domine compuesta e interpretada en los funerales de Juan Pablo II. 

Una música que fue escuchada con gran emoción por la enorme multitud presente en la Plaza de San Pedro y por más de tres mil millones de personas conectadas vía radio, televisión o Internet. Suscitó vivísimo interés incluso entre los críticos musicales por su serenidad, en perfecta sintonía con el espíritu de la liturgia que se celebraba, con las palabras que el celebrante, el cardenal Joseph Ratzinger, pronunció refiriéndose al pontífice difunto: «Podemos estar seguros de que nuestro amado Papa está ahora asomado a la ventana de la Casa del Padre, nos ve y nos bendice». 

Por Renzo Allegri, traducido del italiano por Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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