Globalización: armonizar economía y ética; afirma en nuncio en España

Conferencia en el Club Siglo XXI de Madrid

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MADRID, 3 diciembre 2001 (ZENIT.org).- «La globalización a la luz de la enseñanza social de la Iglesia» fue el tema de la conferencia que dictó este lunes el «embajador» de Juan Pablo II en el Club Siglo XXI de Madrid.

El arzobispo Manuel Monteiro de Castro, abogó en su intervención por armonizar las exigencias de la economía con las de la ética.

Citando el magisterio de Juan Pablo II, el nuncio apostólico constató que «es urgente y necesario reconocer, tutelar y promover el primado indiscutible de la persona humana».

«Una economía verdaderamente digna de este nombre debe plantearse y actuarse respetando la totalidad de los valores y de las exigencias de cada persona –explicó el prelado portugués– y desde la perspectiva de la solidaridad. Lo exige no sólo la ética, sino también una sana economía».

Monseñor Monteiro propuso por este motivo la creación de una verdadera cultura globalizada de la solidaridad, en la que se entretejan las redes de las relaciones recíprocas entre lo económico, político y social, que los procesos de globalización en la actualidad tienden a aumentar.

En opinión del nuncio, es necesaria la promoción de órganos internacionales de control y de guía válidos, que orienten la economía hacia el bien común, la elaboración de códigos éticos e instrumentos jurídicos para afrontar las situaciones cruciales a fin de eliminar el antiguo drama de que siempre los más débiles sean los primeros en pagar.

Otras propuestas del representante pontificio son armonizar economía y política, y una nueva y más profunda reflexión sobre el sentido de la economía y de sus fines y la concepción misma del bienestar.

«No podemos –dijo monseñor Monteiro- prever el futuro; sin embargo, podemos establecer un principio exigente: habrá paz en la medida en que toda la humanidad sepa redescubrir su originaria vocación a ser una sola familia, en la que la dignidad y los derechos de las personas de cualquier estado, raza o religión sean reconocidos como anteriores y preeminentes respecto a cualquier diferencia o especificidad».

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ZENIT Staff

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