Globalización fundada en valores humanos y religiosos

Acabó en Roma el VII Encuentro de la Comisión de Enlace Islámico-Católica

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CIUDAD DEL VATICANO, 15 julio 2001 (ZENIT.org).- Existe una valoración común entre católicos y musulmanes sobre los “beneficios” y los “peligros” de la globalización. Al menos, esto es lo que aflora en el séptimo encuentro de la Comisión de Enlace Islámico-Católica, celebrado en Roma, los días 3 y 4 de julio, sobre el tema “Religión y diálogo de las civilizaciones en la era de la globalización”.

Como afirma un comunicado conjunto hecho público el pasado viernes, la delegación católica estaba presidida por el cardenal Francis Arinze, presidente del Pontificio Consejo para el diálogo interreligioso, y la musulmana por el doctor Kamel al-Sharif, secretario general del Consejo Islámico Internacional «for Da’wah and Relief», es decir “para la llamada y la ayuda”.

La Comisión está de acuerdo en reconocer “la importancia de la globalización y sus beneficios, mientras que llama la atención sobre sus peligros, que obstaculizan la realización de un justo orden mundial comúnmente compartido, la aceptación de justos criterios con el objetivo del bienestar para todos, el respeto de los valores religiosos y culturales de las sociedades humanas”.

El documento reafirma que “las civilizaciones con su dimensión material y tecnológica constituyen un patrimonio humano común; sus elementos positivos deberían ser por tanto preservados y sus beneficios puestos a disposición de todos; desarrollados y promovidos en interés de la seguridad y el bienestar de la humanidad entera”.

Las dos delegaciones coinciden en que los valores religiosos son fundamentales para preservar la dignidad humana, la convivencia pacífica y el ambiente, así como en la importancia del diálogo entre civilizaciones para un compromiso común en favor de la paz y para proteger a la humanidad de desastres, pobreza, ignorancia, degradación moral, disgregación de la familia, guerras y efectos de las armas de destrucción masiva, rechazando al mismo tiempo la tesis que mantiene que es inevitable el choque entre civilizaciones y el conflicto social.

Están de acuerdo también en trabajar juntos por la cultura del diálogo, resistir al consumismo, proteger la dignidad y los derechos humanos, prevenir la agresión, opresión e injusticia, garantizar el derecho de los refugiados a volver a sus países de origen y rechazar toda forma de discriminación contra las personas.

Se condenan explícitamente “las violaciones de la naturaleza sagrada de los lugares santos y de culto que se dan en ciertas partes del mundo” y, en consecuencia, se ha alcanzado un compromiso de colaboración “para asegurar respeto y protección de los lugares santos”.

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ZENIT Staff

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