Gran Bretaña: El examen del cardenal Murphy-O’Connor sobre la guerra a Irak

El primado católico publica un duro artículo contra la intervención militar

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LONDRES, 8 septiembre 2002 (ZENIT.org).- El primado de la Iglesia católica en Inglaterra publicó este jueves un artículo en «The Times» sobre los criterios éticos a los que debería obedecer una posible operación militar contra Irak y concluye manifestando su clara oposición.

El cardenal Cormac Murphy-O’Connor, arzobispo de Westminster y presidente de la Conferencia Episcopal de Inglaterra y Gales plantea en su detallado análisis una serie de preguntas a las que habría que responder antes de iniciar una acción semejante.

El primado católico recuerda, en el artículo, la doctrina del catecismo católico que urge, debido a los males e injusticias que acompañan a la guerra, a rezar y hacer todo lo posible para no ser arrastrados a un conflicto armado.

Y va más allá, recuerda: «Todos los ciudadanos y todos los gobiernos están obligados a trabajar para evitar la guerra», recuerda.

Reconoce las buenas razones para que muchos miren al régimen iraquí como una amenaza a la seguridad en la región y, presumiblemente, a la de Occidente.

Afirma que Saddam Hussein ha cometido «numerosas atrocidades contra su propio pueblo» y se ha negado a cumplir las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU pero, advierte, «ha habido indicios, aunque no pruebas hasta la fecha, de que esté intentando adquirir la capacidad de usar armas nucleares».

El arzobispo enmarca el problema: los líderes occidentales debaten no sólo sobre la conveniencia de un cambio de régimen en Irak sino sobre la posibilidad de forzar este cambio con «una acción militar exterior: en otras palabras, iniciando una guerra».

Vuelve a citar la doctrina del catecismo sobre las rigurosas condiciones que deben cumplirse para que pueda darse un «acto de autodefensa» en el que los males producidos no pueden ser mayores que los que se quieren evitar.

«Una guerra en Irak causaría gran destrucción y sufrimiento –afirma–. Entrañaría graves consecuencias para nuestro propio país y para el mundo. Hay motivos para pensar que tal intervención militar pondría al mundo árabe contra Occidente y minaría los esfuerzos encaminados a la paz entre Israel y el pueblo palestino».

Alude a que el primer ministro británico prometió publicar las pruebas que apoyan su creciente convicción de que las amenazas de Irak son inminentes y afirma que estas deben ser «persuasivas, y si es posible incontrovertibles».

Luego, plantea una serie de preguntas: «¿La acción militar está encaminada a neutralizar una amenaza, provocar un cambio de régimen o ambas cosas?; ¿La intervención militar estabilizará o desestabilizará la región? ¿Será un paso adelante o hacia atrás para la paz entre israelíes y palestinos?; ¿Tendrá el respaldo del Consejo de Seguridad de la ONU y, en el caso de Gran Bretaña, de la Unión Europea? Si no es así, ¿que efectos tendría en nuestros esfuerzos para establecer una estructura jurídica internacional que sea respetada por todas las naciones?».

El primado católico recuerda que, en torno a los acontecimientos del 11 de septiembre pasado, durante una reunión en Roma de los obispos de todo el mundo, hubo gran simpatía hacia los obispos y el pueblo estadounidense. Pero los obispos de los países más pobres recordaron que millones de personas murieron en Ruanda en 1994 sin una respuesta efectiva de la comunidad internacional.

Los obispos africanos hablaron de la tragedia de los niños de sus diócesis que morían cada semana por falta de alimento y agua potable. «Pesado en la balanza respecto a los recursos disponibles en todo el mundo», este hecho es «una terrible injusticia internacional», afirma.

Sería fácil, añade, mirar a esta tragedia como completamente separada de la «guerra contra el terrorismo» o la inestabilidad en el Medio Oriente. Pero «hay una conexión» ya que, destinar «casi inimaginables recursos masivos para preparar y proseguir el conflicto militar, inevitablemente desviaría fondos de la guerra a la pobreza mundial».

«Quizá ha llegado el momento de considerar una coalición sin precedentes de ayuda a los países más pobres del mundo», sugiere.

«¿No sería éste un modo más a largo plazo, sostenible y positivo para afrontar tanto el mal del terrorismo como el escándalo de la pobreza mundial?», pregunta.

Concluye el artículo oponiéndose a una acción militar unilateral y afirmando que, en un mundo globalizado, la sabiduría de las acciones o políticas específicas con impacto internacional deben ser juzgadas, en último término, de acuerdo a si benefician a toda la humanidad, especialmente a los más pobres, y si favorecen a la perspectiva de la paz mundial.

«Actualmente hay razones genuinas para dudar de que tal acción militar contra Irak pueda pasar este examen», concluye el primado católico.

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ZENIT Staff

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