CIUDAD DE GUATEMALA, 30 julio 2002 (ZENIT.org).- Oraciones, alabanzas, vivas a Juan Pablo II y al Hermano Pedro corearon la noche del lunes los miles de jóvenes que desbordaron el estadio Mateo Flores durante la Vigilia Guatemalteca de la Juventud.
A primera hora de la tarde empezaron a llegar las primeras oleadas humanas. Cuatro horas después el estadio de la Ciudad de Guatemala estaba lleno, pero todavía miles esperaban su acceso al recinto, según informa el diario Prensa Libre.
La vigilia empezó a las seis de la tarde y terminó a las cuatro de la madrugada de este martes, con la caminata de miles de fieles en dirección al Hipódromo del Sur, lugar en el que ha tenido lugar la canonización del Hermano Pedro de San José de Betancur.
Philipp Scheer, del grupo de coordinación de la vigilia, informó que se habían agotado las 30.000 entradas emitidas.
Los jóvenes siguieron con atención la predicación de sacerdotes y laicos en una vigilia durante la cual hubo también desfiles de los grupos de las diferentes diócesis, efectos de luces y fuegos artificiales. Las pantallas gigantes permitieron seguir el desarrollo del acontecimiento con todo detalle.
«Es una gran alegría la venida del Papa a Guatemala, y ahora que vamos a tener un santo», expresó entre la multitud Demecia Balam, quien llegó desde Zaragoza, Chimaltenango, a participar en la celebración.
Procedente de Honduras, Matías Mejía acudió junto a más de cien seminaristas. «Es un momento oportuno para unir a toda Centroamérica», exclamó entre los gritos de la muchedumbre de peregrinos, entre los que había panameños, dominicanos y de otros lugares del mundo.
