“Grave afrenta” contra el arzobispo y fieles de Antequera Oaxaca (México)

Por el litigio en una comunidad en torno a un sacerdote

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OAXACA, martes 20 de octubre de 2009 (ZENIT.orgEl Observador ).- El arzobispo de Antequera Oaxaca, monseñor José Luis Chávez Botello, ha denunciado, mediante un boletín de prensa, los actos de ofensa contra él mismo, contra la catedral de esta arquidiócesis y contra los fieles católicos que se disponían a celebrar la misa de mediodía el pasado domingo 18 de octubre

Según el sumario de los hechos denunciados por monseñor Chávez Botello, ese domingo un grupo aproximado de 50 personas de San Sebastián Tutla, encabezadas por las autoridades municipales, irrumpieron violentamente en la catedral con mantas y pancartas un poco antes de mediodía.

Se trata, subrayó el arzobispo de Antequera Oaxaca de «una afrenta grave por tratarse del recinto sagrado de la catedral, una ofensa a los fieles católicos que con fe y devoción estaban presentes para la celebración eucarística, una ofensa grave a nuestra iglesia diocesana».

La historia de los hechos que desataron la irrupción del grupo en la catedral se remonta a hace aproximadamente dos meses, cuando el sacerdote Fernando Cruz Montes, párroco de San Sebastián Tutla, se retiró de la cabecera parroquial debido a que se entorpecía constantemente su labor pastoral.

Las tensiones y desacuerdos con las autoridades eran frecuentes y lograron quitarle al párroco incluso las llaves del templo.

Las autoridades eclesiásticas, encabezadas por el arzobispo Chávez Botello, intentaron llegar a acuerdos con la comunidad de San Sebastián Tutla, pero no fue posible respetarlos por parte de quienes no estaban conformes con la presencia o ausencia del párroco.

El hecho del pasado domingo –comenta monseñor Chávez Botello– «demuestra, al menos, que no hay respeto al lugar sagrado y que en el fondo no interesa la vida cristiana».

Medios cercanos a la curia de Oaxaca revelaron que el arzobispo, a través del vicario episcopal, ha solicitado como una de las condiciones que entreguen al párroco la llave de la capilla del Santísimo y una copia de la llave del templo y no han accedido.

«No se puede confiar el cuidado de un templo, menos de la cabecera parroquial, a personas con tal comportamiento», dijo monseñor Chavez Botello en su comunicado, en donde agregó que «de acuerdo a la ley de la Iglesia y a las leyes civiles, hay un claro principio de separación Iglesia-Estado que impide a las autoridades federales, estatales y municipales intervenir en los asuntos internos de las asociaciones religiosas».

«En la Iglesia prevalece la autoridad religiosa, como en el Municipio prevalece la autoridad civil; a cada quien le compete su propia jurisdicción; no le corresponde al párroco administrar el Municipio ni imponer su autoridad moral tomándose atribuciones civiles, pero tampoco corresponde a las autoridades municipales administrar la Iglesia y abusar de su autoridad asumiendo atribuciones religiosas», confió el prelado mexicano.

«Hemos sido prudentes y respetuosos de todo lo bueno de los Usos y Costumbres, lo cuidamos y lo defendemos, pero procuramos purificar las desviaciones que están deteriorando gravemente la vida cristiana. Los verdaderos católicos de San Sebastián Tutla, que son la mayoría, reprueban el proceder de estas autoridades y de quienes les siguen», manifestó monseñor Chávez Botello.

Cabe resaltar que Oaxaca es un Estado mayoritariamente indígena del suroeste de México y que el sistema de Usos y Costumbres se sigue en muchos de sus más de 500 municipios.  Dicho sistema reconoce la conducción indígena de los asuntos públicos de acuerdo con sus normas anteriores a la conquista española en el siglo XVI.

El comunicado de monseñor Chávez Botello termina exhortando a los fieles católicos «a que eviten caer en la provocación y en la confrontación; un auténtico católico no se deja manipular ni confundir, conoce su fe, los principios y las leyes de la iglesia, respeta la dignidad de sus ministros y de toda persona» y a las autoridades «a que en apego a sus atribuciones y facultades intervengan para evitar abusos de autoridad, atropellos, invasiones, despojos, allanamientos y toda acción que esté fuera de la ley».

Por Jaime Septién

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ZENIT Staff

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