Habla el patriarca Gregorio III Laham, "sucesor" de san Pablo

Ilustra la importancia que tendrá el año paulino en Siria y Oriente Medio

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ROMA, jueves, 26 junio 2008 (ZENIT.org).- Publicamos a continuación algunos extractos del diálogo con su beatitud Gregorio III Laham, patriarca de la Iglesia católica greco-melkita, que se considerada como «sucesor» del apóstol Pablo, publicado en italiano en el primer número de la revista «Paulus»,en vísperas del inicio del año paulino.

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Hay quien a san Pablo lo tiene en el ADN. Una vocación escrita en la sangre y en el espíritu, se puede decir. Este alguien es Su Beatitud Gregorio III Laham, patriarca de la Iglesia católica greco-melkita, que nos relata cómo su vida ha estado marcada por el Apóstol desde su inicio. Más bien inluso antes… «Mi pertenencia paulina -nos dice el patriarca- es ‘visceral’ en el sentido literal del término, porque comienza incluso con mi gestación. Mi madre provenía de una localidad conocida como ‘el monte de los árabes’, a 50 kilómetros de Damasco, en dirección a Amán. Es el lugar al que Pablo huyó tras la persecución de los judíos y que cita en la carta a los Gálatas, cuando afirma haberse ido a Arabia (Gál 1,17) antes aún que a Jerusalén: no se trata de Arabia Saudita, sino de una zona desértica entre Damasco y Jordania. Nací en Daraya, donde Pablo se convirtió por el encuentro con el Señor, pero vivo en Damasco, la única ciudad fuera de Tierra Santa donde se apareció el Resucitado. Mi vinculación al Apóstol de las Gentes se reforzó todavía más cuando, en mi ordenación episcopal, el precedente patriarca Máximo V me asignó el título de obispo de Tarso, por lo que me siento a todos los efectos el sucesor de Pablo. Además sigo perteneciéndole porque mi residencia se encuentra en el que a mí me gusta llamar el ‘barrio paulino’, es decir aquella zona donde surge por un lado la casa de Ananías y por otro la capilla donde Pablo recibió el bautismo. Vivir en ese lugar es para mí fundamental, porque porque allí actuó Ananías. Y Ananías es quizá uno de los primeros obispos del mundo en sentido moderno, antes aún del mismo Pedro, porque mientras Pedro era también misionero y se desplazaba frecuentemente, Ananías estaba fijo en una sede precisa, como un obispo local. Me gusta también recordar el 15 de febrero de 1959, antes de mi ordenación sacerdotal, cuando me recogí en retiro espiritual en las Tres Fuentes y luego en la prisión de san Pablo en Roma. Ayer celebré la divina liturgia en la Basílica de San Pablo Extramuros y recé ante la tumba de san Pablo como patriarca y como su sucesor. Y me conmoví porque, hace 49 años, celebré allí mi primera liturgia divina».

[…] En el aspecto del ecumenismo, el patriarca cultiva el carisma de la unidad propio de su protector, y nos relata cómo es posible ser «constructores de iglesias» en sentido espiritual y en sentido material al mismo tiempo. «Otra obra de construcción todavía abierta es la edificación de una iglesia en Damasco. Mientras tanto, en nuestra pequeña aldea hemos ya construido otra iglesia dedicada a san Pablo que fue inaugurada en 2004. Es una verdadera rareza mundial, una iglesia común como sólo podía inspirarnos el espíritu paulino: es una copropiedad de los greco-ortodoxos y de los greco-católicos. Creo que es el único ejemplar de copropiedad entre católicos y ortodoxos […]».

En el frente de las iniciativas para el bimilenario hierven los preparativos. Es una ocasión única para toda la Iglesia, pero en especial para lo que resta -como una semilla sembrada a fondo- de las antiquísimas comunidades cristianas fundadas por el Apóstol. «Para el Año Paulino estoy pensando en diversas iniciativas que se deberían desarrollar en todo el Líbano. Entre las muchas cosas, deseamos producir un filme sobre la vida de Pablo que recorra los Hechos de los Apóstoles y las Cartas. Tenemos ya preparado el guión -un texto de gran belleza espiritual- y ahora se necesitan sólo los fondos para rodarlo. Estamos también buscando revitalizar algunas localidades significativas para las celebraciones, aunque sean poco conocidas. Por ejemplo es digno de mención Msimiè, lugar a 50 minutos al sur de Damasco, donde Pablo encontró refugio tratándose de una región romana: si hubiera permanecido en Damasco, lo habrían matado. Pero quedándonos en la geografía espiritual paulina de Oriente Medio, los dos lugares más importantes siguen siendo Damasco y Roma. Otro lugar importante podría ser Atenas, pero siendo grecia de religión ortodoxa no sabemos cuál será la respuesta a una iniciativa del Papa. Lo mismo vale para Turquía que es musulmana. Damasco tiene una importante comunidad ortodoxa y en un primer momento no parecía interesada en la iniciativa, pero ahora que se ha dejado llevar por el fervor de los católicos y está entusiasmada. Además Damasco, que es mayoritariamente musulmana, ahora está ante los ojos de la atención mundial gracias a su desaparecida minoría cristiana. Esto ofrecerá la ocasión para dar a conocer a todos que también en el mundo árabe, donde somos una minoría, se celebra un evento cristiano que testimonia la fe en Jesucristo y que anima a todos los cristianos orientales. Así nuestro presidente se ha mostrado muy interesado y ¡ha dado orden a los ministros de estar disponibles a los patriarcas de la Iglesia católica y ortodoxa para el Año Paulino! Así están a nuestra disposición incluso los ministros de Turismo, Economía y Comunicaciones».

[…] «La Iglesia sin Pablo sería una Iglesia que no tendría voz. Esta voz nos dice que debe haber un ‘papa’ en el mundo, y que la presencia de los cristianos en el mundo no puede ser sino fuerte. Pero la voz de Pablo nos recordará también que el mayor ministerio del Papa no es el primado sino el de confirmar y fortificar a sus hermanos. Necesitamos por ello una voz cristiana única en el mundo, que predique el anuncio fundamental del Evangelio sin descender a aquellos particularismos que acaban por crear sólo división. Recordemos siempre aquello que dijo Juan XXIII: ‘Lo que nos une es mucho más que lo que nos divide'».

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ZENIT Staff

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