Hace 25 años, la Iglesia volvió a florecer en la sociedad cubana

La creación de Caritas y ahora su labor en favor de los presos, dos hitos

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LA HABANA, viernes 4 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- La Iglesia en Cuba, en el marco del diálogo con el Gobierno, anunció nuevas excarcelaciones de prisioneros del régimen. Al mismo tiempo, acaba de celebrar el 25 aniversario del Encuentro Nacional Eclesial Cubano (ENEC), y los 20 años de la creación de Caritas que marcaron un punto de inflexión en el progreso de la presencia de los cristianos laicos en la sociedad de la Isla caribeña. El último hito, la labor en favor de los presos.

El Gobierno excarceló el 26 de febrero a un preso político, del grupo de los 75 arrestados en 2003, que rechaza trasladarse a España y a otros ocho presos que no pertenecen a este grupo, informó el arzobispado de La Habana.

Con la liberación de Diosdado González, de 48 años, condenado a veinte años de prisión –con varias huelgas de hambre en su haber–, quedan en prisión cinco presos políticos adoptados por Amnistía Internacional como prisioneros de conciencia.

Los otros ocho presos, condenados por presuntos delitos de terrorismo, desacato al jefe de Estado, «peligrosidad social predelictiva», y piratería, se trasladarán a España.

Por otra parte, el lunes 28 de febrero la Iglesia en Cuba celebró los 25 años del Encuentro Eclesial Cubano (ENEC) y los 20 años de Caritas con una misa solemne presidida por el cardenal arzobispo de La Habana Jaime Ortega, concelebrada por los demás obispos cubanos. Asistió el nuncio apostólico Angelo Becciu a la celebración en la iglesia de Santa Catalina de Siena, en el Vedado habanero.

Con una llamada a «ahondar en la Cuba de hoy aquel espíritu misionero que nació del ENEC y fue semilla para el surgimiento de Caritas» –informa la página web de la Conferencia Episcopal de Cuba–, se inició la celebración eucarística que acogió a un gran número de sacerdotes, religiosos, religiosas, laicos comprometidos y fieles de varias diócesis.

Reunidos todos en torno a dos acontecimientos tan significativos para la Iglesia en Cuba, la ocasión propició evocar «algunas etapas de su historia en que –replegada y expuesta a fuertes confrontaciones– logró mantenerse y consolidarse».

Los celebrantes reconocieron «en la misericordia y el amor infinito de Dios las fuerzas de las que se ha valido la Iglesia para rehacerse después de tiempos difíciles».

Así lo recordaba el cardenal Jaime Ortega en su homilía, en la que también expuso las circunstancias que motivaron la celebración del ENEC, luego de una profunda reflexión eclesial desarrollada a lo largo y ancho de la Isla, y que evidenció la presencia de la fe católica hasta en lo más recóndito de su geografía.

El también arzobispo de La Habana precisó que “fue en la década del 80, cuando el país emprendía una serie de amplias reformas que incluían liberalizaciones económicas y de todo orden, que la Iglesia empezó a ganar pequeñas batallas, individuales, pero bien concretas”.

“En el año 81 –continuó– decidimos hacer una Reflexión Nacional Eclesial. Existían circunstancias interiores que propiciaban hacerlo, la Iglesia había logrado permanecer sin dejar de ser ella misma y había alcanzado algunas posibilidades. En el 86 fue el ENEC. La Iglesia entonces se miró a sí misma y se reconoció pobre. Ahí está la conversión de la Iglesia”.

La invitación de Jesús en su Palabra a una conversión que lleve implícita una sobrecarga de entrega y de amor, “debe estar también presente hoy –dijo el cardenal Ortega– en el camino de misión y evangelización. Aquel período nos aportó una gran confianza en Dios. En aquella época nos sosteníamos por nosotros mismos. La Iglesia no había desaparecido; y los pronósticos sobre ella de sociólogos y políticos no se cumplieron. La Iglesia tomó conciencia de que estaba allí sin nada, tenía la confianza en el Señor. Esa fue la conversión. Y solo la misericordia y el amor infinito de Dios nos dio la posibilidad de salir del hueco”.

Después del ENEC, la Iglesia se volcó en proclamar a Cristo, vivo y presente también en Cuba, en misionar y crear instituciones que, como Caritas, evangelizaban y ofrecían servicio a los pobres. “La Iglesia se reafirmó en la oración, y se hizo misionera encarnada en Cristo”, dijo el cardenal Ortega.

Antes de concluir su homilía el arzobispo de La Habana llamó a no perder nunca esa conversión a la que convocó el ENEC. «¡Qué la Iglesia viva hoy con el mismo espíritu que vivió tiempos anteriores!”, concluyó.

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ZENIT Staff

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