Hace 37 años se lanzaba el diálogo entre católicos y judíos

Cardenal Kasper: No hay lugar en la Iglesia para el antisemitismo

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ROMA, 29 octubre 2002 (ZENIT.org).- Roma celebró este lunes los 37 años de la publicación de la Declaración del Concilio Vaticano II «Nostra Aetate» que condenó el antisemitismo y abrió una nueva era de diálogo entre católicos y judíos.

Con este motivo, el Centro Dionysia, situado en el palacio renacentista Villa Piccolomini, organizó una jornada conmemorativa y de celebración con rabinos, teólogos y expertos en el diálogo interreligioso.

Presidida por el cardenal Walter Kasper, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos y de la Comisión para las Relaciones Religiosas con el Judaísmo, la jornada combinó momentos de reflexión con cantos judíos y cristianos interpretados por Antonella Ruggiero y David De Or, galardonado como mejor cantante de Israel del 2002.

El cardenal alemán Kasper puso de manifiesto cómo el Concilio Vaticano II supo tomar en serio la experiencia del horror del holocausto. Para el purpurado, es importante constatar el giro total e irreversible marcado por la declaración «Nostra Aetate».

Walter Kasper fue contundente en afirmar que «no hay espacio en la Iglesia católica para el antisemitismo» y definió a los judíos como «nuestros hermanos mayores en la fe», como suele decir Juan Pablo II.

Kasper demostró que el diálogo no es un tema ligero, y que puede conducir a puntos en los que no hay acuerdo; así como a la desilusión. A pesar de esto, explicó que la Iglesia católica desea un diálogo permanente con el judaísmo para poder llegar a vivir en paz y fraternidad.

El rabino Adin Steinsaltz, fundador del «Israel Institute for Talmudic Publications», reconocido teólogo del judaísmo contemporáneo, hizo una emotiva y brillante exposición en la que apeló a reconocer las mutuas riquezas.

Tras afirmar que, «a pesar de vivir en un mundo terrible todavía hay lugar para la esperanza», recordó el origen judío de Jesús y afirmó que no se puede entender a Jesucristo si no se entiende su tiempo, sus maestros y su contexto, en definitiva, si no se tiene en cuenta que era judío: «El Nuevo Testamento es un escrito de judíos sobre judíos», afirmó.

El rabino reconoció que para las religiones monoteístas, la tolerancia es una categoría difícil: «Los monoteísmos no pueden ser tolerantes: si crees que hay una verdad, ¿cómo puedes decir que hay otra?», se preguntó. Sin embargo, consideró que la verdad no impide el diálogo y la voluntad de entender al otro.

El también rabino David Rosen, del American Jewish Committee, elogió la «Nostra Aetate» especialmente porque reconoce la relación única (alianza) que Dios ha establecido con el pueblo escogido.

El rabino jefe de Roma, Ricardo Di Segni, reconoció que cuanto más se avanza en el diálogo surgen nuevos desafíos que podrían desanimar. Pero es precisamente por este motivo que vale la pena ir más a fondo, afrontando las diferencias.

Como reconocimiento a la labor del «Centro Dionysia» a favor del diálogo entre católicos y judíos, se ha asignado la medalla «Angelo Roncalli» (nombre del Papa Juan XXIII) por la promoción del diálogo judeocristiano a la directora del centro, Maria Nicoletta Gaida.

El galardón, primero en su género, lo concede la Fundación Internacional Raoul Wallenberg, dedicada a la promoción de la memoria de la Shoa y de aquellos que lucharon para salvar a sus víctimas.

En el año 2000, la fundación constituyó el Comité Internacional Angelo Giuseppe Roncalli para promover el reconocimiento internacional de la acción humanitaria del nuncio apostólico Roncalli en favor de personas perseguidas por el régimen Nazi (http://www.raoul-wallenberg.org.ar).

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ZENIT Staff

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