Hambre, armamentos, migraciones y atentados a la vida: preocupaciones del Papa

Expuestas a los embajadores de los países que mantienen relaciones con la Santa Sede

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CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 8 enero 2007 (ZENIT.org).- Benedicto XVI considera que el escándalo del hambre exige un cambio en los actuales modos de vida, pues en el planeta hay recursos suficientes para todos sus habitantes.

El Papa expuso las preocupaciones que le suscita a inicios del 2007 la situación mundial en la primera parte del discurso que dirigió este lunes con motivo del inicio del año a los embajadores de los países con los que mantiene relaciones la Santa Sede.

El hambre
El pontífice comenzó preguntándose: «¿cómo no pensar en los millones de personas, especialmente mujeres y niños, que carecen de agua, comida y vivienda?».

«El escándalo del hambre, que tiende a agravarse, es inaceptable en un mundo que dispone de bienes, de conocimientos y de medios para subsanarlo», aseguró.

«Esto nos impulsa a cambiar nuestros modos de vida y nos recuerda la urgencia de eliminar las causas estructurales de las disfunciones de la economía mundial, y corregir los modelos de crecimiento que parecen incapaces de garantizar el respeto del medio ambiente y un desarrollo humano integral para hoy y sobre todo para el futuro», afirmó.

El obispo de Roma invitó «a los responsables de las naciones más ricas a tomar las iniciativas necesarias para que los países pobres, que a menudo poseen muchas riquezas naturales, puedan beneficiarse de los frutos de sus propios bienes».

En este sentido, presentó dos peticiones: reanudar «las negociaciones comerciales de «Doha Development Round» de la Organización Mundial del Comercio», y acelerar el «proceso de anulación y reducción de la deuda de los países más pobres, sin que eso esté condicionado por medidas de ajuste estructural, perjudiciales para las poblaciones más vulnerables».

Crisis en el desarme
El segundo motivo de preocupación para el Papa en el escenario mundial está constituido por las «dificultades en las negociaciones» sobre el desarme, en particular «sobre las armas convencionales así como sobre las armas de destrucción masiva», acompañada por «el aumento de los gastos militares a escala mundial».

«Las cuestiones de seguridad, agravadas por el terrorismo que es necesario condenar firmemente, deben tratarse con un enfoque global y clarividente», advirtió.

En tercer lugar, al presentar sus preocupaciones, el Papa mencionó la falta de apoyo que experimentan las organizaciones que se dedican a responder a «las crisis humanitarias». «Necesitan un apoyo más fuerte, a fin de que puedan proporcionar protección y asistencia a las víctimas», aseguró.

Emigración
La inmigración constituye otra de las preocupaciones del Santo Padre, pues «millones de hombres y mujeres se ven obligados a dejar sus hogares o su patria debido a violencias, o a buscar condiciones de vida más dignas».

«Es ilusorio pensar que los fenómenos migratorios puedan ser bloqueados o controlados simplemente por la fuerza. Las migraciones y los problemas que crean deben afrontarse con humanidad, justicia y compasión», señaló.

Atentados contra la vida
Por último, el Papa denunció «los continuos atentados a la vida, desde la concepción hasta la muerte natural?», que siguen teniendo lugar en el planeta.

«Tales atentados afectan incluso a regiones donde la cultura del respeto de la vida es tradicional, como en África, donde se intenta trivializar subrepticiamente el aborto por medio del Protocolo de Maputo, así como por el Plan de acción adoptado por los Ministros de Sanidad de la Unión Africana, y que dentro de poco se someterá a la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno», advirtió.

«Se extienden también amenazas contra la estructura natural de la familia, fundada en el matrimonio de un hombre y una mujer, así como los intentos de relativizarla dándole el mismo estatuto que a otras formas de unión radicalmente diferentes».

«Todo esto ofende la familia y contribuye a desestabilizarla, violando su carácter específico y su papel social único».

Asimismo, reconoció, «otras formas de agresión a la vida se cometen a veces al amparo de la investigación científica».

«Se apoya en la convicción de que la investigación no está sometida más que a las leyes que ella se da a sí misma, y que no tiene otro límite que sus propias posibilidades».

«Es el caso, por ejemplo, del intento de legitimar la clonación humana para hipotéticos fines terapéuticos», dijo al concluir el apartado de su discurso dedicado a los motivos de preocupación que suscita la situación mundial.

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ZENIT Staff

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