“Hay que enamorarse de Cristo”, afirma el Papa

Dedica la Audiencia General a san Pío X

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CASTEL GANDOLFO, miércoles 18 de agosto de 2010 (ZENIT.org).- El núcleo de las enseñanzas, de la actuación y de la vida de san Pío X fue el enamoramiento de Cristo, necesario también para los pastores y los fieles de hoy, afirmó el Papa Benedicto XVI, durante la Audiencia General.

Asomado al balcón que da al patio interior del palacio de Castel Gandolfo, donde le esperaban miles de fieles, como es costumbre cada miércoles, el Papa quiso dedicar su discurso a la figura de este predecesor suyo, cuya memoria se celebra el próximo sábado 21 de agosto.

El Papa quiso subrayar que algunos de los rasgos de este papa “pueden ser útiles también para los Pastores y los fieles de nuestra época”.

“San Pío X nos enseña a todos que en la base de nuestra acción apostólica, en los diversos campos en que trabajamos, debe haber siempre una íntima unión personal con Cristo, que hay que cultivar y acrecentar día tras día”.

Éste, afirmó el Papa, “es el núcleo de toda su enseñanza, de todo su genio pastoral. Sólo si estamos enamorados del Señor, seremos capaces de llevar a los hombres a Dios y abrirles a Su amor misericordioso”.

El pontificado de Giuseppe Sarto, prosiguió, “ha dejado un signo indeleble en la historia de la Iglesia, y se caracterizó por un notable esfuerzo de reforma”, que abarcó “los diversos ámbitos eclesiales”.

“Desde el principio se dedicó a la reorganización de la Curia Romana; después dio luz verde a los trabajos de la redacción del Código de Derecho Canónico, promulgado por su sucesor Benedicto XV”.

Además de la revisión de los estudios y de la formación de los futuros sacerdotes, este pontífice dio mucha importancia a la formación doctrinal del Pueblo de Dios, con la redacción del conocido Catecismo que llevaría su nombre.

“Como auténtico pastor, había comprendido que la situación de la época, también por el fenómeno de la emigración, hacía necesario un catecismo al que todo fiel pudiera referirse independientemente del lugar y de las circunstancias de la vida”, explicó el Papa.

El Catecismo llamado “de Pío X” “fue para muchos una guía segura en el aprendizaje de las verdades de la fe por su lenguaje sencillo, claro y preciso y por su eficacia expositiva”, añadió.

A este pontífice se debe también, explicó Benedicto XVI, una reforma de la Liturgia, “en particular de la música sacra, para llevar a los fieles a una vida de oración más profunda y a una participación en los Sacramentos más plena”.

Pío X promovió la “participación activa en los sacrosantos misterios y en la oración pública y solemne de la Iglesia”, aconsejando la comunión frecuente de los fieles. Otra de sus iniciativas fue la de rebajar la edad de la Primera Comunión a los siete años de edad.

Modernismo

Otra de las tareas que llevó a cabo este papa, subrayó Benedicto XVI, fue la condena del Modernismo, un movimiento religioso que consideraba a la Iglesia y a sus dogmas como meras instituciones humanas y que favorecía la interpretación subjetiva, sentimental e histórica de muchos contenidos religiosos.

“Fiel a la tarea de confirmar a los hermanos en la fe, san Pío X, frente a algunas tendencias que se manifestaron en el ámbito teológico a finales del siglo XIX y a principios del XX, intervino con decisión, condenando el Modernismo, para defender a los fieles de las concepciones erróneas y promover una profundización científica de la Revelación en consonancia con la Tradición de la Iglesia”, explicó.

Al santo pontífice se debe también la fundación el Pontificio Instituto Bíblico.

Los últimos meses de su vida “fueron amargados por el estallido de la guerra”, explicó Benedicto XVI, recordando el llamamiento del papa Sarto a los católicos del mundo, lanzado el 2 de agosto de 1914.

En él, el moribundo papa expresaba “el acerbo dolor de aquella hora, era el grito sufriente del padre que ve a los hijos enfrentarse uno contra el otro”, concluyó.

[Por Inma Álvarez]

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ZENIT Staff

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