Hemos sentido el pulso de la Iglesia y es un pulso misionero

Cardenal Martínez Sistach: Más que una fórmula espero una actitud evangelizadora

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Por H. Sergio Mora

CIUDAD DEL VATICANO, martes 23 octubre 2012 (ZENIT.org).- El sinodo sirvió para tomarle el pulso a la Iglesia, tener una visión de futuro, no tener actitudes negativas o fundamentalistas, sino hablar el lenguaje que todos entienden que es el del amor de Dios. Lo dijo hoy el cardenal Lluis Martínez Sistach, arzobispo de Barcelona, España, en una rueda con periodistas en la Sala de Prensa de la Santa Sede. Más que esperarse una fórmula en las conclusiones que serán publicadas el sábado próximo, el purpurado invitó a entender la actitud evangelizadora que tienen que tomar los cristianos.

El sínodo, indicó el cardenal, “nos ha ayudado a tomarle el pulso a la Iglesia, que es un pulso misionero pues la Iglesia existe pera evangelizar. Pero además, en España necesitamos esto porque hay mucha gente que vive como si Dios no existiera”.

Revindicó la urgencia de la nueva evangelización ¿Pero cómo? se preguntó. Durante el sínodo cada uno aportó su experiencias y entonces es fácil entender lo que funcionó y lo que no. Entretanto “la visión de futuro es la que cuesta más” y precisó que “no se trata de fórmulas sino de una actitud”, y recalcó que san Francisco de Asís reformó la Iglesia de una manera por así decir normal. Por ello añadió: “Hemos acentuado la importancia de la conversión personal, de la oración y de la eucaristía”.

“El sábado cuando anuncien las propuestas –consideró– cosas muy concretas quizás no salgan, pues lo importante es evangelizar con nuevo ardor y nuevo espíritu, con la alegría de la fe”.

Consideró además que “la diversidad tan grande en la Iglesia hace que sean difíciles normativas comunes”.

“En las relaciones sinodales ha salido la dificultad del lenguaje y lo entiendo –indicó el arzobispo de Barcelona- si bien hay un lenguaje que lo entienden todos, es el lenguaje del amor de Dios”.

Reconoció que si la Iglesia tuviera estructuras perfectas los frutos serían mayores, si bien “también cuando Jesús anunció algunos decían sí y otros no, porque la fe es un don de Dios y un misterio que se relaciona con la libertad humana”.

Subrayó que tener “actitudes fundamentalistas y de condena no favorecen” y que será el “Espíritu Santo quien dispone”. Sugirió entretanto “presentar a Cristo como la belleza porque esto es potenciar el mensaje evangélico”.

Interrogado sobre si las dificultades económicas pueden influir en la nueva evangelización, el cardenal Martínez Sistach consideró que “quizás puede ayudar a darse cuenta que se han perdido valores. Un medio para recapacitar para redescubrir y dar mas importancia al ser que al tener”.

Sobre las experiencias misioneras puestas en común, según pidió el cardenal Schonborn, el purpurado catalán recordó la importancia que tuvo la visita de Benedicto XVI a Barcelona y la consagración del templo de la Sagrada Familia, “iglesia que contiene una riqueza catequística y una presencia que ofrece un incentivo de trascendencia que lleva a Dios”. Indicó también la Misión Metrópolis realizada en Barcelona: “Esto es nueva evangelización”.

Entre los eventos indicados, figuró la lectura del evangelio de san Marcos en el Palacio de la Música realizada por personas de los medios de la cultura, que llenó totalmente el auditorio e hizo sentir “una presencia de Jesús entre nosotros”.

El envío a las parroquias de 24.000 ejemplares del evangelio de san Marcos para que los cristianos lo entregaran a alguna persona alejada, fue mencionada por el prelado, así como el Atrio de los Gentiles, realizado con el cardenal Ravasi: “Dos días de arte, belleza y trascendencia que concluyeron en la basílica de la Sagrada Familia, con 700 músicos y cantantes, y donde se alternó el diálogo de los poetas y los teólogos”.

Puso como ejemplo de laico evangelizador al arquitecto Gaudí, “testimonio de santo, genio y nueva evangelización”. Entre las iniciativas, indicó, un DVD sobre el templo y la iconografía de la Sagrada Familia, con fotos y mensajes, que se regala a los visitantes.

Sobre los divorciados, consideró que, en las conclusiones del sínodo, al hablar de la familia “seguramente saldrá algo, pues se ha hablado durante el sínodo”. Añadió que “la actitud es acercarse, decirles que Dios les quiere. Este lenguaje es la gran solución, el gran secreto, el gran mandamiento”.

El arzobispo de Barcelona recordó que la idea del sínodo nació en el Vaticano II, cuando los obispos vieron que era necesaria una relación constante con el papa y demás purpurados, por ello pidieron un organismo para que periódicamente pudieran encontrarse con el santo padre, lo que fue aprobado en 1965. Precisó que en la reunión de los padres sinodales, cada país tiene al menos un miembro, y al máximo cuatro, que puede hablar sobre su realidad. “Aquí está toda la Iglesia y podemos escuchar el latido de su corazón”, dijo.

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ZENIT Staff

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