'Hemos sido atacados y asesinados, pero la esperanza permanece', dice obispo nigeriano

En el Meeting de Rimini, monseñor Ignatius Kaikama explica cómo sostener la paz y la convivencia evitando la rabia y el odio

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Por Antonio Gaspari

RIMINI, lunes 20 agosto 2012 (ZENIT.org).- Un pequeño grupo de extremistas trata de encender y desencadenar la guerra civil en Nigeria. Se llaman Boko Haram, dicen estar contra la educación y la cultura occidental, atacan e incendian iglesias cristianas, disparan sobre los fieles. Desde enero, han asesinado a más de 800 personas. El gobierno no hace nada y los militares son incapaces de prevenir y detenerles. Frente a los ataques, hay cristianos tentados de responder con las armas, la tentación es fuerte, pero sería el inicio de una guerra civil.

Invitado en el Meeting de Rimini, monseñor Ignatius Kaikama, arzobispo de Jos y presidente de la Conferencia Episcopal de Nigeria, explicó ayer 19 de agosto a participantes y periodistas que cuando las iglesias se queman, se destruyen las propiedades, a los amigos, se asesina a los familiares, estalla una rabia «difícil de calmar».

«Los ataques –relató- han puesto a dura prueba la fe de muchos, porque no es fácil hablar de amor y de perdón en estas condiciones».

El 11 de marzo de este año, los Boko Haram atacaron la Iglesia de San Finbar y mataron a 15 personas.

«Cuando llegué al lugar –contó el arzobispo- todo estaba destruido. Los jóvenes estaban llenos de rabia y tristes y me pedían hacer algo, algunos me acusaban de ser demasiado amigo de los musulmanes y querían empuñar las armas. Me volví y me arrodillé frente a las imágenes sagradas. De repente los muchachos hicieron silencio. Les dije que volvieran a casa y que no hicieran prevalecer en sus ánimos la rabia y el odio».

«Aunque esté solo y sea sometido a los ataques, la gracia del Señor está siempre conmigo», subrayó monseñor Kaikama.

«Hemos sido atacados y asesinados pero la esperanza permanece», añadió.

Entrevistado por ZENIT, el presidente de la Conferencia Episcopal de Nigeria explicó que los cristianos viven en toda Nigeria, en el norte y en el sur. Es verdad que hay zonas del país donde se querría instaurar la sharia, expulsar o convertir a la fuerza a los cristianos, pero también es verdad que en la mayor parte de los casos y entre la gente no es difícil establecer buenas relaciones entre cristianos y musulmanes.

Con este fin, monseñor Kaikama ha creado un centro de formación en su diócesis, en Jos, donde cristianos y musulmanes estudian juntos. Es un centro para la paz y el diálogo.

Actualmente el presidente de Nigeria es cristiano y monseñor Kaikama piensa que los atentados de los fundamentalistas están apoyados por fuerzas políticas que quieren derribar al gobierno y crear confusión. No hay pruebas suficientes de que los Boko Haram estén apoyados por fuerzas de fuera del país.

En todo caso –según el arzobispo–, la única solución es la de reforzar el diálogo y la paz.

Monseñor Kaikama explicó que la Iglesia católica dedica mucho tiempo a ayudar a la gente, proporcionando educación, servicios sanitarios, agua potable y mucho más.

Para favorecer la paz y la amistad, el arzobispo nigeriano ha compartido comidas con los musulmanes. Hace poco días, fue invitado a la Mezquita para festejar el fin del Ramadán.

El presidente de la Conferencia Episcopal de Nigeria concluyó su intervención subrayando que Jesús murió en la cruz con los brazos abiertos para «abrazar a toda la humanidad», y pidió oraciones para poner fin a la violencia y garantizar que Nigeria permanezca unida.

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ZENIT Staff

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