Homilía del Papa en la misa de proclamación de cuatro nuevos beatos

CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 21 marzo 2004 (ZENIT.org).- Publicamos la homilía que pronunció Juan Pablo II en la celebración eucarística de beatificación de cuatro nuevos beatos, dos españolas y dos italianos.

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Los nuevos beatos son el sacerdote Luigi Talamoni (1848-1926), fundador de las Religiosas de la Misericordia de San Gerardo; Matilde del Sagrado Corazón Téllez Robles (1841-1902), fundadora de la Congregación de las Hijas de María Madre de la Iglesia; Piedad de la Cruz Ortiz Real (1842-1916), fundadora de la Congregación de las Religiosas Salesianas del Sagrado Corazón de Jesús; y María Cándida de la Eucaristía (1884-1949), religiosa de la Orden de los Carmelitas Descalzos.

* * *

[Hablando en italiano]
1. «El que es de Cristo es una criatura nueva» (2 Corintios 5,17).
Podemos resumir en estas palabras del apóstol Pablo el mensaje de la liturgia de beatificación, que se enmarca muy bien en el domingo llamado «Laetare», a mitad del camino cuaresmal.

La segunda lectura y el evangelio forman como un himno entonado a dos voces de alabanza al amor de Dios, Padre misericordioso (Lucas 15, 11-32), que nos ha reconciliado en Cristo (2 Corintios 5, 17-21). Un himno que hace un apremiante llamamiento: «¡Reconciliaos con Dios!» (2 Corintios 5, 20).

Esta invitación se basa en la certeza de que el Señor nos ama. Él amó a los israelitas, haciendo que entraran en la tierra de Canaán, tras el largo camino del Éxodo, como hemos escuchado en la primera Lectura, caracterizada por una nostalgia desgarradora. La Pascua que celebran «a la tarde, en los llanos de Jericó» (Josué 5, 10) y los primeros meses que transcurrieron en la tierra prometida se convierten para nosotros en un símbolo elocuente de la fidelidad divina, que dona su paz al pueblo elegido, tras la triste experiencia de la esclavitud.

2. Los cuatro nuevos beatos, que la Iglesia nos presenta hoy son singulares testigos de la amorosa Providencia divina, que acompaña el camino de la humanidad: Luigi Talamoni, Matilde del Sagrado Corazón Téllez Robles, Piedad de la Cruz Ortiz Real y María Cándida de la Eucaristía.

Apoyados en una inquebrantable confianza en el Padre celestial, afrontaron las fatigas y las pruebas de la peregrinación terrena. Cristo fue siempre su apoyo y consuelo en las difíciles vicisitudes de la existencia. De este modo, experimentaron en sí mismos que vivir en Él significa convertirse en «criatura nueva» (Cf. 2 Corintios 5, 17).

3. Fiel reflejo de la misericordia de Dios es el sacerdote Luigi Talamoni. El más ilustre de sus alumnos en el Seminario de Monza, Achille Ratti, que después sería Pío XI, lo definió: «honra de Monza, gema del clero ambrosiano, guía y padre de un sinfín de almas por su santidad de vida, por la luz de su ciencia, por la grandeza de su corazón, por la sabiduría de sus enseñanzas, por el ardor de su apostolado, por sus méritos cívicos». El nuevo beato fue asiduo en el ministerio del confesionario y en el servicio a los pobres, a los encarcelados y especialmente a los enfermos indigentes. ¡Qué ejemplo fúlgido nos ofrece a todos! Invito a que contemplen su ejemplo sobre todo los sacerdotes y la Congregación de las Hermanas de la Misericordia.

[Hablando en castellano]
4. «El que es de Cristo es una criatura nueva» (2 Corintios 5,17). Las palabras de San Pablo pueden aplicarse perfectamente a la Madre Matilde Téllez Robles. Enamorada de Cristo, se entregó a Él como verdadera discípula que encarna esa novedad. Esta mujer incansable y religiosa se consagró, desde una intensa vida de oración, a la transformación de la sociedad de su tiempo mediante la acogida de niñas huérfanas, la atención domiciliaria a enfermos, la promoción de la mujer trabajadora y la colaboración en las actividades eclesiales.

Profundamente devota de la Eucaristía, la contemplación de Jesús en el Sacramento del Altar la llevó a desear ser como el pan que se parte y reparte para todos. Esto es lo que enseñó también a sus Religiosas, las Hijas de María Madre de la Iglesia. Su luminoso testimonio es una llamada a vivir en adoración a Dios y servicio a los hermanos, dos pilares fundamentales del compromiso cristiano.

5. La Madre Piedad de la Cruz Ortiz, nacida en Bocairente y fundadora de las Salesianas del Sagrado Corazón en Alcantarilla (Murcia), es un maravilloso ejemplo de la reconciliación que nos propone San Pablo en la segunda lectura: «Dios mismo estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo» (2 Corintios 5,19). Pero Dios pide la colaboración de los hombres para llevar a cabo su obra de reconciliación (Cf. versículos 19-20). La Madre Piedad reunió a diversas jóvenes deseosas de mostrar a los humildes y a los pobres el amor del Padre providente manifestado en el Corazón de Jesús, dando así vida a una nueva familia religiosa. Modelo de virtudes cristianas y religiosas, enamorada de Cristo, de la Virgen María y de los pobres, nos deja el ejemplo de austeridad, oración y caridad hacia todos los necesitados.

[Hablando en italiano]
6. «Criatura nueva» fue María Barba, quien ofreció toda su vida a Dios en el Carmelo, donde recibió el nombre de María Cándida de la Eucaristía. Fue una auténtica mística de la Eucaristía; hizo de ella el centro unificador de toda la existencia, siguiendo la tradición carmelita, en particular, el ejemplo de santa Teresa de Jesús y de san Juan de la Cruz.

Se enamoró tanto de Jesús Eucaristía que experimento un constante y ardiente deseo de ser apóstol incansable de la Eucaristía. Estoy seguro de que desde el Cielo la beata María Cándida sigue ayudando a la Iglesia para que crezca en la admiración y en el amor de este sumo misterio de nuestra fe.

7. «Laetare, Ierusalem» – «Alégrate, Jerusalén» (Antífona de entrada).

La invitación a la alegría, que caracteriza a la liturgia de hoy, se hace más intensa por el don de los beatos Luigi Talamoni, Matilde del Sagrado Corazón Téllez Robles, Piedad de la Cruz Ortiz Real y María Cándida de la Eucaristía. A nosotros, peregrinos en la tierra, nos permiten experimentar el gozo del paraíso y son para todo creyente testigos de una esperanza consoladora.

[Traducción realizada por Zenit]

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ZENIT Staff

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