Hong Kong: Nuevo abad en la comunidad trapense que pagó con vidas la persecución comunista

Es el padre Anastasius Li

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HONG KONG, viernes, 28 enero 2005 (ZENIT.org).- Con 24 monjes de nacionalidades distintas, la comunidad trapense de Nuestra Señora de la Alegría, en la isla de Lantau (Hong Kong), cuenta con un nuevo abad chino, el padre Anastasius Li.

El sábado pasado el abad recibió la bendición solemne de manos del obispo de Hong Kong, monseñor Joseph Zen Ze-kiun. Varios abades y abadesas de monasterios del mundo, sacerdotes de esta diócesis y unos 600 fieles participaron en la solemne ceremonia.

«La vida monástica tiene una importancia fundamental para la vida de nuestra Iglesia. Representa un carisma especial, y confío en que la abadía querrá siempre compartir su espiritualidad benedictina con nuestra Iglesia en Hong Kong», dijo monseñor Zen, según recoge «Asianews».

Durante el rito, el prelado hizo entrega al abad de la Regla de San Benito, el anillo abacial, la mitra y la comunidad.

Elegido el pasado noviembre –fecha en que expresó el deseo de que los benedictinos se conviertan en testigos de la vida contemplativa en el frenético Hong Kong–, el abad Anastasius Li es el segundo de origen chino en encargarse del gobierno de la comunidad trapense, transformada de priorato en abadía en 1999.

Nació en 1961; ingresó en la comunidad de Lantau en 1991. En 2000 fue ordenado sacerdote. Su predecesor, el abad Clement Kong, dejó este encargo en 2003 por razones de salud.

La abadía de Nuestra Señora de la Alegría se encuentra en Peng Chau, una de las zonas menos habitadas de la isla de Lantau, a una hora de barco de Hong Kong.

Fue fundada hace 54 años como un priorato afiliado al monasterio de la Santa Alegría, en las proximidades de Pekín. Con la llegada de Mao Tse-tung y la persecución, los monjes huyeron en un primer momento a Sichuan, donde fueron asaltados por tropas comunistas y muchos de ellos murieron como mártires.

Los supervivientes fueron acogidos en Hong Kong, donde fundaron una pequeña comunidad en la isla de Lantau. Entonces el terreno estaba casi desierto y los monjes, entregados a la contemplación, se dedicaron por largo tiempo a la agricultura y a la cría de animales. Actualmente la isla es base del aeropuerto internacional.

El monasterio acoge con frecuencia a jóvenes y sacerdotes por períodos de experiencia de una intensa espiritualidad.

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ZENIT Staff

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