Hoy no nos olvidemos del amor de Dios. Él nos perdona siempre

Franciso en el Ángelus, ante una enorme multitud, ha recordado la devoción al Corazón de Jesús

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A pesar de que el clima estaba un poco inestable y de no ser una particular festividad, la plaza de San Pedro estaba repleta, como buena parte de la Vía de la Concilación. El papa Francisco se asomó ante esta multitud, desde la ventana de su estudio en el Palacio ApostólicoVaticano, para relzar el ángelus con los fieles.

A continuación las palabras del papa:

¡Queridos hermanos y hermanas! El mes de junio es dedicando tradicionalmente al Sagrado Corazón de Jesús, la máxima expresión humana del amor divino. Justamente el viernes pasado hemos celebrado la solemnidad del Corazón de Cristo y esta fiesta le imprime el tono a todo el mes. La piedad popular valoriza mucho los símbolos, y el Corazón de Jesús es el símbolo por excelencia de la misericordia de Dios. Pero no es un símbolo imaginario, es un símbolo real, que represente el centro, la fuente de la cual brotó la salvación para toda la humanidad”.

En los evangelios encontramos diversas referencias al Corazón de Jesús, por ejemplo el pasaje en el que Cristo mismo dice: “Vengan a mí todos ustedes que están cansado y opresos, y yo les daré reposo. Carguen con mi yugo y aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón” (Mt 11,28-29).

Fundamental es la narración de Juan sobre la muerte de Cristo. Este evangelista de hecho da testimonio de lo que vio en el Calvario. O sea que un soldado, cuando Jesús ya estaba muerto, le atravesó el costado con la lanza y de esa herida fluyeron sangre y agua (Cfr. Gv 19,33-34). Juan reconoce en este hecho, aparentemente casual, el inicio de las profecías: del corazón de Jesús, como un cordero inmolado en la cruz, viene para todos los hombres el perdón y la vida.

Pero la misericordia de Jesús no es solamente un sentimiento, es mucho más. ¡Es una fuerza que da vida, que resucita al hombre!. Lo dice también el evangelio de hoy, en el episodio de la viuda de Nain (Lc 7,11-17).Jesús con sus discípulos está llegando justamente a Nain, un pueblo de Galilea, en el momento mismo en que se está realizando un funeral: cargan a un joven para enterrarlo, hijo único de una mujer viuda. La mirada de Jesús se fija en seguida sobre la madre en lágrimas.

Dice el evangelista Luca: “Al verla el Señor fue tomado de gran compasión por ella” (v.13). Esta “compasión es el amor de Dios por el hombre, es la misericordia, o sea la actitud de Dios hacia la miseria humana, hacia nuestra indigencia, en el sufrimiento, en la angustia. El término bíblico “compasión” llama a las vísceras maternas: la madre de hecho, tiene una reacción particular delante del dolor de los hijos. Así nos ama Dios, dice la escritura.

¿Y cuál es el fruto de este amor? ¡Es la vida! Jesús le dijo a la viuda de Nain: “¡No llores!”, y entonces llamó al joven muerto y lo despertó como de un sueño(cfr vv. 13-15).

La misericordia de Dios le da la vida al hombre, lo resucita de la muerte. El Señor nos mira siempre con misericordia, nos espera con misericordia. ¡No tengamos temor de acercarnos a Él! ¡Hay un corazón misericordioso! Si le mostramos nuestras heridas interiores, nuestros pecados, ¡Él siempre nos perdona. Es pura misericordia!

Dirijamonos a la Virgen María: su corazón inmaculado, su corazón de madre ha compartido al máximo la ‘compasión’ de Dios, especialmente en la hora de la pasión y muerte de Jesús. Nos ayude María a ser mansos, humildes y misericordiosos con nuestros hermanos.

A continuación el santo padre rezó la oración del ángelus y después dirigió otras palabras.

Hoy en Caracovia son proclamadas beatas dos religiosas polacas: Sofía Czeska Maciejowska que en la primera mitad del siglo XVII fundó la Congregación de las Vírgenes de la Presentación de la Bienaventurada Virgen María. Y Margarita Lucia Szewczyk, que en el siglo XIX fundó la Congregación de las Hijas de la Bienaventurada Virgen María de los Dolores. ¡Con la Iglesia que está en Cracovia, demos gracias al Señor!

Saludo con afecto a todos los peregrinos hoy presentes: grupos parroquiales, familias, escolares, asociaciones y movimientos. Saludo también a los fieles venidos de Mumbay (India).

Saludo al Movimiento del Amor Familiar de Roma; a las confraternidades y a los voluntarios del Santuario de Mongiovino, en Perusa; a la Juventud Franciscana de Umbria; a la Casa de la Caridad, de Lecce; a los fieles de la provincia de Módena, a quienes animo a la reconstrucción; y a aquellos de Ceprano. Saludo a los peregrinos de Ortona, en donde se veneran las reliquias del apóstol Tomás, quienes realizaron un camino de ‘Tomás a Pedro’. ¡Gracias!

El santo padre entonces improvisó unas últimas palabras: “Hoy no nos olvidemos del amor de Dios, del amor de Jesús. Él nos mira, nos ama, nos espera. Es todo corazón, toda misericordia. Vamos con confianza hacia Jesús, Él nos perdona siempre. ¡Buen domingo y buen provecho!

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ZENIT Staff

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