¿Hubo un complot del KGB contra Pío XII?

Aclaraciones de Peter Gumpel, relator de la causa di beatificación

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ROMA, domingo, 24 febrero 2007 (ZENIT.org).- Han tenido gran repercusión las revelaciones del ex general de los servicios secretos rumanos, Ion Mihai Pacepa, según las cuales la obra teatral «El Vicario» di Rolf Hochhuth, habría sido confeccionada y utilizada por el servicio de inteligencia soviético, KGB, para desacreditar al Papa Pío XII.

Las revelaciones del general de Estado Mayor Pacepa, ex consejero del presidente Nicolae Ceausescu, luego huido y refugiado en los Estados Unidos, han sido publicadas por la «National Review Online», una revista telemática estadounidense que se ocupa de historia (cfr. «Moscow’s Assault on the Vatican»).

En estas memorias, el ex responsable de los servicios secretos rumanos narra también los intentos de infiltrarse en el Vaticano.

Entrevistado por Zenit, el padre Peter Gumpel, relator de la causa de beatificación de Pío XII, respecto a la obra teatral «El Vicario» de Rolf Hochhuth, que suscitó la campaña de calumnias y descrédito sobre el pontificado del Papa Eugenio Pacelli, recuerda que la obra original duraba ocho horas, y que según los críticos teatrales había sido «evidentemente escrita por un principiante».

Para mejorar y hacer accesible su obra salió en ayuda de Hochhuth un hábil director y productor, Erwin Piscator, que según el jesuita «era declaradamente comunista. Refugiado en la Unión Soviética durante la segunda guerra mundial, trabajó en Alemania y en Estados Unidos en despachos y universidades notoriamente filocomunistas».

El padre Gumpel, experto conocedor del periodo histórico y de la política de la Santa Sede en esos años, sostiene que «no hay duda de que la reducción de la obra a sólo dos horas y el plan del texto con las calumnias contra Pío XII son atribuibles a la influencia de Piscator».

Sobre la responsabilidad de la Unión Soviética en esta operación, el padre Gumpel explica que «en el Vaticano se sabía desde hace mucho que la Rusia bolchevique estaba en el origen de esta campaña que buscaba desacreditar a Pío XII».

«Esto era confirmado por el hecho de que en los países de los comunistas tras las segunda guerra mundial, “El Vicario” de Hochhuth se representaba de modo obligatorio al menos una vez al año en todas las grandes ciudades», añade

«Si se van a ver los diarios y revistas comunistas, como “Unità” de Italia y “Humanitè” en Francia –afirma–, es fácil constatar la gran propaganda que hicieron y hacen todavía a la obra de Hochhuth. Por tanto, bajo este punto de vista, no hay dudas respecto a la influencia comunista».

«En suma –indica–, no puedo sostener que Hochhuth fuera un agente de los rusos, pero que su obra estuviera en gran medida influenciada por aquél aparato, es evidente».

Según el padre Gumpel, gracias a «El Vicario», Hochhuth ha gozado de la propaganda de los comunistas pero también de los enemigos de la Iglesia, y es interesante notar que su representación fue rechazada en Roma pero también en Israel».

Sobre la credibilidad del general Ion Mihai Pacepa, Gumpel dice que «hay que tener en cuenta que es el más alto funcionario de los servicios secretos de los países del Este de Europa huido a Occidente, aunque sobre muchas de las historias por él contadas hay que hacer aclaraciones».

Respecto a los intentos soviéticos de infiltrar agentes en el Vaticano –que el ex espía rumano dice haber logrado con éxito–, el padre Gumpel recuerda que en dos instituciones de la Compañía de Jesús, el Instituto Pontificio Oriental y el Colegio Pontificio «Russicum», los soviéticos «intentaron meter seminaristas espías»

«Se trata de un asunto que conozco directamente –narra–. Fue fácil descubrirlos porque su comportamiento suscitó tantas y tales sospechas que al final fueron expulsados. Estaba claro que no tenían vocación».

El padre Gumpel dice tener en cambio muchas dudas sobre los espías soviéticos que según el general rumano habrían penetrado en el Archivo Secreto Vaticano y habrían cogido material para construir las calumnias contra Pío XII.

El padre Sergio Pagano, prefecto del Archivo Secreto Vaticano, ha escrito al padre Gumpel explicando que «en el periodo de que habla el ex espía rumano, los papeles de Pío XII no estaban todavía en el Archivo Secreto Vaticano. Las actas que les interesaban se encontraban en el Archivo de la Secretaría de Estado»

En este sentido, Gumpel explica que «quien no está especialmente informado de cómo funcionan las cosas en el Vaticano, confunde fácilmente el Archivo Secreto Vaticano y el Archivo de la Secretaría de Estado».

El padre Gumpel declara a Zenit que tales revelaciones «confirman lo que sabíamos desde hace tiempo». Sin embargo, añade, «No teníamos conocimiento del modo tan directo, explícito y concreto de la manera en que Hochhuth fue influenciado por los soviéticos».

En la segunda parte de sus revelaciones el general Pacepa sostiene que se entrevistó en Ginebra con el entonces monseñor Agostino Casaroli, fuguro secretario de Estado, para facilitar un «modus vivendi» entre la Santa Sede y la Unión Soviética, y habría habido incluso una oferta de dinero.

Para Gumpel, «toda esta parte es muy difícil de creer. Aunque debo admitir que personalmente fui muy escéptico sobre la ‘Ospolitik’ y no sólo por lo que sabía del mundo comunista sino también por lo que diversos cardenales, que vivían en la parte ocupada por los rusos, me habían dicho».

«Gracias a los contactos directos que tenía con los cardenales Alfred Bengsch de Berlín, László Lékai y József Mindszenty de Hungría –subraya–, puedo decir que los tres eran muy contrarios a la ‘Ospolitik’. No querían oír hablar de ella».

El padre Gumpel explica que «hay que ser extremamente prudentes y tratar de verificar los hechos. Hay preguntas sobre las que no tenemos respuesta. Por ejemplo, ¿cuándo se entrevistó con Casaroli? ¿En qué hotel? Por ejemplo, él dice que han encontrado documentos en el Archivo Secreto Vaticano, ¿documentos escritos por quién? ¿Dirigidos a quién? ¿Fechados cuándo? ¿Qué tipo de documentos?, etc.».

«En definitiva –concluye–, hay que tener en cuenta que los espías deben justificar su existencia y deben dar valor también a cosas de escasa o ninguna importancia. Muchas veces fanfarronean y en algunos casos se inventan cosas…».

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ZENIT Staff

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