Iglesia-medios de comunicación: una relación delicada

Debate en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz

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ROMA, 26 abril 2001 (ZENIT.org).- La complicada relación entre la Iglesia y los medios de comunicación se ha convertido en el centro del debate de un Congreso Internacional de Comunicación Institucional que organiza la Universidad Pontificia de la Santa Cruz del 26 al 27 de abril en Roma.

Personajes como el arzobispo John Patrick Foley, presidente del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales; Joaquín Navarro-Valls, portavoz oficial del Vaticano; Valentina Alazraki, corresponsal en Italia de Televisa-Galavisión; Philip Pullella, corresponsal en el Vatifcano de la agencia Reuters; o José María Gil Tamayo, secretario de la Comisión para medios de comunicación de la Conferencia Episcopal Española, analizan todos esos equívocos, sospechas, recelos, malicias… y clarificaciones conceptuales que hoy día existen en las relaciones entre los medios de comunicación y la Iglesia.

El congreso lleva por lema «Comunicación de calidad entre Iglesia y medios – Las oficinas de prensa de las diócesis y de las conferencias episcopales».

«El mayor recurso son las personas, por encima de la tecnología es importante el testimonio personal. Nadie ama la institución de por sí, sino que ama algo vivo, como puede ser la Iglesia viva que es Madre», ha explicado en la mañana del jueves Francis Maier, responsable de comunicaciones y canciller de la diócesis de Denver.

Maier ha explicado, en síntesis, cuál debería ser la actitud de la Iglesia ante los medios de comunicación. En este sentido, ha constatado que «el arzobispo de Denver, Charles Chaput, recibe muchos mensajes de correo electrónico y responde personalmente desde hace años a más de cien mensajes al día. Podría delegar este trabajo a su equipo, pero ha decidido responder personalmente, pues es un medio que alienta la relación personal».

«Si escribes al obispo puedes estar seguros de que te va a responder en una semana y de que tu carta habrá terminado en sus manos –añade Francis Maier–. Parece una nimiedad, pero muestra al atención del pastor por su grey. Nadie podría decir que el obispo les ha ignorado. Además, de este modo, el obispo obliga a su equipo a comportarse del mismo para evitar problemas de aislamiento y de este modo se favorece la expansión del trabajo, de toda la gente, también de los periodistas. Por este motivo, el arzobispo ha dado su número de teléfono a los cronistas más importantes de la ciudad».

Al hablar del comunicador católico, Maier concluyó diciendo: «los periodistas del New York Times no son más inteligentes que nosotros, no son mejores que nosotros. En nuestro trabajo, sin embargo, tenemos que ofrecer la misma competencia, profesionalidad y rigor. Tenemos que mostrar esa capacidad para perdonar que es propia del cristiano incluso en relación con los periodistas críticos».

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ZENIT Staff

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