Iglesia, relativismo y moral

Habla el padre Sabatino Majorano, director del Alfonsianum

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ROMA, martes, 27 febrero 2007 (ZENIT.org).- En la confusión de los tiempos actuales, es urgente comprender lo que es «la moral». Un tema que conoce bien el padre Sabatino Majorano, C.Ss.R (redentorista), teólogo y director de la Academia Pontificia Alfonsiana de Roma, que ha concedido esta entrevista a Zenit.

–A la luz del extendido relativismo, ¿qué se entiende hoy por moral?

–P. Majorano: Por moral se indica la cualidad plenamente humana de nuestro vivir y nuestro decidir: una cualidad que no privilegia una u otra dimensión de nuestra vida, olvidando las otras, sino que tiende a poner en juego la totalidad de la persona en solidaridad con los demás

Si logramos devolver a la moral este significado positivo y global, pienso que podemos nuevamente redescubrir su importante significado.

–¿Se puede hablar de una evolución de la moral católica? ¿O con el tiempo los valores no han cambiado, modificando sólo su forma?

–P. Majorano: El mismo Juan Pablo II, en la encíclica «Veritatis Splendor», subraya que hay una permanencia, una continuidad en la comprensión de la moral por parte de la Iglesia, pero también una profundización y un intento de volver a expresar los valores en el ámbito de la situaciones, de los contextos y de los nuevos datos que se adquieren.

Esta novedad y continuidad al mismo tiempo está presente en diversas áreas de la enseñanza moral. Si miramos al desarrollo de la moral social, se puede constatar con mucha claridad.

–Teniendo en cuenta las polémicas que, sobre todo en Italia, han tocado a la Iglesia porque se es acusada de injerencia en temas públicos, como la fecundación asistida y las uniones de hecho, según usted, ¿existe una autoridad religiosa distinta a una autoridad moral del Papa?

–P. Majorano: El Papa, cuando habla de los problemas morales a los creyentes, habla como autoridad religiosa y por tanto en nombre de los principios de la fe, pero cuando se dirige a los hombres de buena voluntad, su argumentación se dirige siempre a la dignidad de la persona y a la posibilidad del futuro de la humanidad y de la misma persona.

Creo que estos son los dos pilares del razonamiento moral que la Iglesia hace incluso hacia quien no cree. Naturalmente en este esfuerzo se deja siempre enriquecer por la luz de la fe.

–En su Mensaje para la 41 Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, Benedicto XVI ha invitado a hacer un uso correcto de los medios para el desarrollo moral y espiritual de los niños. ¿Cómo recoger y realizar este llamamiento?

–P. Majorano: Hay diversos elementos a tener en cuenta.

El primero, debería ser una mayor deontología para quien realiza comunicación social, teniendo en cuenta que se trata de promover un crecimiento humano a través de una información correcta y verdadera que se inscribe en un esfuerzo de promoción humana.

El segundo elemento debería ser una fuerte formación de las personas para vivir en un contexto determinado de la comunicación social.

De este modo, la retroalimentación entre quien comunica y quien recibe la comunicación o un mensaje puede desarrollarse de manera positiva.

Por último, creo que un papel importante corresponde a las agencias formativas, por tanto familia, escuela, Iglesia, que deben sostener la madurez personal de cada uno para poder vivir constructivamente en un contexto en el que la comunicación social desempeña un papel cada vez más importante.

–En noviembre, el Papa envió un mensaje a la Conferencia celebrada en Estambul sobre «Paz y Tolerancia», en el que condenó el «relativismo moral que debilita los efectos de la democracia». ¿Cómo construir y reforzar la base moral que el Santo Padre indica como necesaria para el mantenimiento de una paz estable?

–P. Majorano: Para Benedicto XVI, el camino adecuado es del diálogo, la confrontación, el no rendirse a la constatación de la diversidad.

A través de la comprensión más profunda, es posible hacer emerger lo que está debajo de las mismas diversidades: un fondo humano común y permanente que es capaz de ser un punto de referencia valioso para todos.

La fatigosa historia de las cartas de derechos humanos es al respecto una página valiosa a continuar desarrollando.

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ZENIT Staff

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