Iglesias católica y armenia: Del cisma, a una amistad cada vez más fraterna

El motivo profundo de la visita de Juan Pablo II a Etchmiadzin

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ETCHMIADZIN, 26 septiembre 2001 (ZENIT.org).- El hecho de que un Papa sea huésped por primera vez en la historia en la residencia oficial de un patriarca no católico, es un hecho sin precedentes, que muestra la gran amistad y colaboración que une a la Iglesia católica con la Iglesia apostólica armenia.

Es también el homenaje de Roma al primer pueblo, el armeno, que se convirtió al cristianismo, en los albores del siglo IV, cuando todavía el Imperio romano era mayoritariamente pagano. Y un homenaje personal de Juan Pablo II al amigo, el Catholicós Karekin I, que murió en junio de 1999, antes que el Papa hubiera podido realizar el deseo de visitarle.

Decir que las relaciones entre las dos Iglesias son fraternas es decir poco. Son relaciones que podrían ser un ejemplo para tantas otras Iglesias, empezando por las ortodoxas. El contraste es más evidente cuando se ve, que del lado de Moscú, los vientos que soplan no son para nada alentadores.

Antes de que el obispo de Roma aterrizara en Armenia, el patriarca de todas las Rusias, Alejo II, dejaba Erevan, tras haber participado en las solemnes celebraciones de los 1.700 años de cristianismo de esta nación.

El Catholicós había intentado, sin embargo, organizar con este motivo, sin éxito, «una reunión de familia» entre los más altos exponentes de las Iglesias cristianas. Por el contrario, según informa este miércoles el diario Avvenire, el patriarca de Moscú se habría mostrado disgustado por la importancia y nivel del programa de la visita papal en Armenia y habría sugerido que tuviera un tono más rastrero.

La Iglesia Armenia no pertenece en sentido estricto al mundo ortodoxo, aunque es una de las más antiguas Iglesias orientales. Se separó de Roma antes que el resto de las Iglesias ortodoxas, al no aceptar las conclusiones del Concilio de Calcedonia del año 451 que definió la naturaleza de Cristo.

Ahora bien, las acusaciones de «monofisismo» a la Iglesia Armenia son en realidad el fruto de un error histórico, como lo puso de relieve la Declaración común firmada por Juan Pablo II y el
Catolichós Karekin I en 1996. En ella se puede leer que «Cristo es el Verbo de Dios hecho carne, Dios perfecto en su divinidad, hombre perfecto en su humanidad».

Actualmente entre las dos Iglesias sólo permanece la diferencia sobre el primado del obispo de Roma, algo que no ha impedido el acercamiento entre las dos Iglesias.

Este avance ecuménico se ha realizado sin la necesidad de crear comisiones conjuntas de diálogo teológico entre armenios y católicos, como existe en cambio con la Ortodoxia. El secreto en el avance del diálogo no han sido las «comisiones», sino la amistad personal entre los líderes de
las dos Iglesias, que ahora ha continuado en Karekin II.

«Karekin I –ha recordado en declaraciones a Radio Vaticano monseñor Claudio Gugerotti, subsecretario de la Congregación para las Iglesias orientales y uno de los máximos expertos de la cultura armenia–, era un hombre enteramente dedicado a la causa de la unidad de los cristianos».

«En una conversación de hace unos años –revela–, me dijo que estaría dispuesto a suscribir todas las encíclicas de Juan Pablo II. Y añadió que esperaba ver el día en el que todos los líderes de las Iglesias cristianas firmaran una encíclica común, dirigida a los fieles de todo el mundo».

Ahora, con esta visita papal a Armenia, Karekin II se ha comprometido a seguir el camino abierto por su predecesor.

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ZENIT Staff

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