Inaugurada la XIII Asamblea del Sínodo de los Obispos para la Nueva Evangelización

Con intervenciones del papa Benedicto XVI y del cardenal de Hong Kong

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CIUDAD DEL VATICANO, lunes 8 octubre 2012 (ZENIT.org).-Un repique de campanas indicaba las 9 horas en el reloj de la basílica de San Pedro. Era la hora prevista para el inicio del trabajo de la XIII Asamblea especial del Sínodo de los Obispos sobre la Nueva Evangelización, inaugurada en el Aula del Sínodo por el papa Benedicto XVI, quien la preside por derecho.

Los padres sinodales, junto a los expertos, auditores y delegados fraternos asistieron a la Primera Congregación general, donde rezaron y escucharon la meditación del santo padre, y los discursos del presidente delegado, el arzobispo de Hong Kong, cardenal John Tong Hon y del secretario general del Sínodo de los Obispos, monseñor Nikola Eterovic.

La confesión de la fe nutre la evangelización

En la meditación correspondiente a la Hora Tercia, rezada en el aula del Sínodo, el papa Benedicto XVI dijo que las columnas de la Nueva Evangelización son la Confessio y la Caritas, entendidas ambas a partir del Evangelium, en un camino que lleva a la aparición del buen fuego del anuncio que debe ofrecerse a los demás.

A la confesión cristiana, dijo el santo padre, pertenece también la disposición a sufrir la Confessio, que lleva en sí el concepto del martirio. Esto porque expresa la voluntad del testigo hasta el sacrificio de la vida, asegurando de este modo su credibilidad. Por eso dijo el papa que la confesión debe estar en el corazón y en la boca, para que sea pública, porque la fe que se lleva dentro debe ser comunicada a los demás y confesada.

En otra parte de su reflexión, hizo ver a los presentes que todo lo anterior presupone la Caritas, que es el amor que se convierte en pasión. Y recordó que el cristiano no debe ser tibio, dado que ese es el mayor peligro.

Hizo ver cómo en la palabra Evangelium está ya el sentido del anuncio de una victoria, del bien y de la alegría, que en el contexto de la evangelización debe convertirse en justicia, paz y salvación. Para el papa, esta es una palabra que hoy sigue siendo válida, cuando muchas personas se preguntan si detrás de las nubes de la historia hay un Dios, si este es acaso una realidad o son solo hipótesis.

Para el cristiano, Dios está ahí y sólo esta existencia es fuente de salvación; pero hay más, porque Dios nos ama, habló y se mostró a sí mismo, fueron parte de sus palabras. A esto añadió que todo aquello sigue siendo la base del anuncio, y es el mensaje que la Iglesia aún tiene que ofrecer.

Invitó a los presentes a no olvidar la oración, porque si Dios no actúa, las cosas de los hombres son insuficientes. En resumen, aseguró que Dios puede iniciar un proceso de renovación, por lo que a los hombres les espera la tarea de cooperar con disponibilidad, poniendo en juego todo su ser, para así hacer visible la presencia de Dios.

La nueva evangelización: misión de testigos

En su intervención, el presidente delegado le hizo llegar al papa el saludo de toda la asamblea, a la vez que le agradecía por la convocatoria a la Asamblea sinodal.

Haciendo referencia al cincuenta aniversario del Concilio Vaticano II, el cardenal Tong Hon recordó que así como entonces, cuando la Iglesia fue invitada a “echar las redes”, hoy debe ver a la Iglesia primitiva como un modelo de evangelización, especialmente en las tres cualidades que la caracterizaba: didache, koinonia y diakonia, en referencia a las palabras griegas: doctrina, comunión y servicio, respectivamente.

Para relacionar esto con nuestros días, marcados por un fuerte secularismo e indiferencia ante lo religioso, el alto prelado chino se refirió a lo que vivieron las Iglesias que peregrinan en Hong Kong, Macao y en otras partes del territorio de la China. Y contó que durante los acontecimientos del año 1997, en que las excolonias tuvieron que regresar al país-continente, muchos católicos de Hong Kong buscaron apoyo espiritual en la Iglesia ante la incertidumbre del futuro.

La decisión entonces fue involucrarlos en la catequesis, en cursos bíblicos y teológicos para profundizar su fe y ser evangelizadores. A la fecha, contó Tong Hon, son cerca de mil los catequistas voluntarios con que cuentan y solo en la próxima Vigilia Pascual, recibirán el bautismo trescientos nuevos adultos. Un fenómeno similar se viene dando también en Macao, que ha visto aumentar el número de bautizados en los años recientes.

Como hijo de una cultura donde los relatos traen una carga de sabiduría, el presidente delegado quiso animar a los presentes con otra “anécdota evangelizadora”. El relato se centró en el caso de un párroco rural del norte de China continental, quien separó a sus parroquianos en dos misiones diferentes. A los bautizados recientes les dio la misión de llevar a sus familiares y amigos no católicos a la catequesis; mientras a los católicos más antiguos les encomendó enseñar el catecismo a los catecúmenos. Durante el proceso, el párroco rezaba con fervor en el templo, mientras esperaba los frutos de este impulso misionero. ¿El resultado? Fueron mil los bautizos que administró en ese año…

A modo de moraleja, el purpurado destacó que en la Iglesia primitiva, como en los ejemplos compartidos, la “didache” ha cumplido un rol de suma importancia, porque al ser una vivencia personal de Jesucristo encarnado, crucificado y resucitado, al cristiano lo convierte en un testigo ante los demás.

“Porque debemos ser testigos fervientes de nuestra fe –dijo–, en un mundo materialista donde tenemos el problema de muchos católicos alejados de la Iglesia”. (javv)

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ZENIT Staff

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