India: Expulsión de un misionero católico en Cachemira sin justificación

Una medida «irracional y arbitraria», dice el Consejo Global de los Cristianos indios

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NUEVA DELHI, jueves, 6 mayo 2004 (ZENIT.org).- Menos de una semana queda para que venza la orden de abandonar el país que ha recibido un misionero católico holandés, el padre Jim Borst, quien ha dedicado 40 años de su vida al servicio de los pobres y de la educación, trabajando principalmente en el Estado indio de Jammu y Cachemira.

La noticia de la orden de abandonar el país la recibió en la última semana de abril desde el Departamento de investigación criminal del Estado, después de que al misionero le hubiera sido denegada la prórroga del visado, caducado en noviembre, confirma «Asianews».

Fuentes católicas citadas por «Ucan» afirman que el padre Borst, muy popular en el Estado indio –el único de mayoría islámica en el país–, ha tenido problemas desde el año pasado, después de que un periódico le acusara de convertir al cristianismo a algunos musulmanes, una acusación que la Iglesia rechaza.

El padre Thomas Anjanickal, vicario general de la vecina diócesis de Shimla-Chandigarh, ha manifestado que está realizando «todos los esfuerzos» para lograr la prórroga del visado del misionero.

Por su parte, el padre Mathew Kuzhikkatil, de la parroquia de Srinagar, ha referido que el primer ministro Mufti Mohammed Sayyed aseguró al padre Borst toda ayuda cuando «algún tiempo atrás» le llamó el misionero.

Miembro de la Congregación de Mill Hill, el padre Borst trabajó en Jammu y Cachemira de 1963 a 1975; entonces se trasladó al Estado de Bihar donde permaneció hasta 1993, fecha en que regresó a Jammu y Cachemira.

El misionero (formado en las universidades de Oxford y Cambridge), actualmente es presidente de dos escuelas católicas en Srinagar, muy apreciadas por la gente por su calidad, aseguran a «Fides» algunos cristianos de la zona.

Recientemente el primer ministro del Estado, Mohammed Sayyed, alabó públicamente la elevada calidad de la educación impartida en las escuelas católicas y en los institutos gestionados por los misioneros, por la capacidad de «curar las heridas entre la población», proporcionando «la mejor educación posible a personas de todas las clases sociales y religiones», y elogió en particular el servicio prestado a los pobres, huérfanos y marginados en Cachemira, en la India y en todo el mundo.

El Consejo Global de los Cristianos indios ha calificado la orden de expulsión contra el padre Borst –emitida por la Oficina de Registro de Extranjeros de la ciudad de Srinagar— como «irracional y arbitraria» y ha pedido al presidente de la Federación India una intervención inmediata.

«Mientras el gobierno gasta miles de millones para devolver la paz a Cachemira –dice el texto–, una persona sinceramente comprometida por la paz y la reconciliación en todo el Estado es expulsada sin motivo, una bonita recompensa por su servicio de entrega personal sin reservas…».

También el movimiento laical católico «Jammu and Kashmir Catholic Sabha» ha condenado el trato que está recibiendo el misionero y ha advertido que es una auténtica «violación de los derechos humanos» hacia una persona que es punto de referencia para la educación y la espiritualidad en el Estado.

Los misioneros de Mill Hill han sido pioneros en el terreno de la educación en Cachemira, donde la comunidad católica está formada por poco más de 12 mil fieles, 41 sacerdotes, 160 religiosas y 20 catequistas distribuidos entre 12 millones de musulmanes (el 70% de la población), hindúes, sijs y budistas.

La diócesis de Jammu-Srinagar, segunda en extensión en la India, comprende tres regiones: el valle de Cachemira –donde prevalecen los musulmanes–, Ladakh –provincia de mayoría budista— y Jammu, donde musulmanes e hindúes están en proporciones semejantes.

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ZENIT Staff

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