India: Una Casa de la Bondad para enfermos mentales vagabundos

Estudiantes y médicos trabajan como voluntarios

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TRIVANDRUM, 13 nov (Zenit).- El amor de los católicos indios por sus hermanos con enfermedades mentales o vagabundos, sin distinción de religión o castas sociales, tiene un nuevo nombre en la ciudad de Trivandrum, «Nanma», que significa «Bondad».

Mientras los demás centros de asistencia para enfermos mentales hacen consideraciones de «color o religión», la Casa de la Bondad centro abre sus puertas de par en par a todos. La iniciativa, según informa la agencia de noticias católica de India «SAR News», puede realizarse gracias al servicio indispensable de doctores homeópatas y estudiantes de psicología, sociología y otras ramas de las ciencias sociales y de la moderna medicina.

Estos estudiantes y doctores hacen de todo: desde barberos hasta porteros, ya que en estos momentos no cuentan todavía con los medios para contratar a personal de servicio. Los pocos recursos con que cuentan proceden de sus propias familias.

La casa de rehabilitación en la ciudad de Trivandrum es el fruto de los esfuerzos de un equipo de personas dedicadas, comprometidas en el bienestar de la gente abandonada. El director de «Nanma» es el doctor Hariprasad, profesor del departamento de Psicología del Government Women´s College.

El doctor Hariprasad reconoce que la suerte de la organización todavía es incierta y que el engranaje funciona solamente a través de contactos personales.

«La organización tiene necesidad de altruistas dedicados que puedan dar ayuda a esta gente necesitada que no son atendidas por los otros centros», explica.

La idea, aunque concebida hace tres años, empezó a funcionar el año pasado en un edificio alquilado. Cada seis meses, se realiza un informe sobre los vagabundos enfermos mentales de la ciudad. Al principio, el equipo estaba formado por 13 miembros; ahora son 20.

Según el estudio, hay unas 70 personas en la ciudad solas y muchas de ellas son indios del norte. El informe constata que estas personas se concentran sobre todo en la estación de autobuses y de ferrocarril, algo que podría ser debido al deseo de los vagabundos enfermos por buscar seguridad en esos lugares.

Uno de los voluntarios aclara: «Parece que ellos necesitan a la gente pero a ellos nadie les necesita».

La organización, basada en este estudio, los ha recogido, en muchas ocasiones a altas horas de la noche. Los voluntarios se les hacen amigos de los vagabundos y enfermos llevándoles paquetes de comida y cigarrillos. Se requieren unos dos meses para ganarse su confianza. Una vez amigos, se mide la naturaleza y alcance del desequibrio mental.

A continuación, los voluntarios les cortan el cabello y los bañan. Muchos de estos vagabundos han perdido las percepciones sensoriales. Mientras le cortaban el pelo a un enfermo mental, recuerda un voluntario, salieron montones de gusanos de una herida en la cabeza de uno de los huéspedes.

Como en ocasiones hay casos de desequilibrios psíquicos, los mismos jóvenes voluntarios logran que los hospitales psiquiátricos acepten a estas personas, ofreciéndose ellos mismos como garantía.

Ahora bien, una vez que el paciente es dado de alta por el Hospital Psiquiátrico, el riesgo y responsabilidad de su rehabilitación corre a cargo de la Casa de la Bondad.

Con frecuencia, uno de los desafíos consiste en saber la identidad de estas personas, pues han perdido la memoria y no saben dónde está su casa. En ocasiones se requieren días enteros para poder contactar a posibles familiares.

La organización actualmente alberga a unas 12 personas que han sido recogidas de diferentes partes de la ciudad.

Al mismo tiempo ha asumido la responsabilidad y la atención de algunos pacientes que están internados en el hospital psiquiátrico.

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ZENIT Staff

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